Al día siguiente, cuando Elda bajó a desayunar, Sett no estaba. La madre, en su lugar habitual, la recibió con la usual calidez que si bien al principio de vivir con ellos se le hacía incómodo, poco a poco se fue acosumbrando. Miró a ambos extremos de la casa y frunció el ceño, extrañada.
— ¿Dónde está? –preguntó.
— Ha tenido que encargarse de un asunto urgente.
— ¿Te ha dicho si tengo que ir? Me gustaría pasarme por el mercado.
— No creo que haya problema, querida. Eso sí, llévale la comida.
Qué extraño de Sett olvidarse su bolsa. Significaba que no había tenido tiempo ni de despedirse, algo que no solía ocurrir a menudo. El asunto debía ser muy urgente. Elda apenas respiró para tomarse el vaso de leche cuanto antes e irse pronto. Sentía que algo no iba bien. Salió de la casa y se encaminó a la ciudad por el camino más largo, evitando atajos puesto que quería evitar a toda costa a sus compañeros de fechorías en el caso en que la estuvieran esperando. Aún quedaba lejos, pero el momento de la verdad se acercaba con cada día que pasaba.
El mercado bullía de actividad, la gente ruidosa iba de aquí para allá, los mercaderes gritaban sus precios al viento y personas de distintas clases compraban y discutían precios acaloradamente. Era todo tan diferente a Noxus... allí siempre parecía haber tensión en el ambiente, como si fuera a ocurrir algo. En Navori, sin embargo, el tiempo fluía tranquilo. Pronto llegó al anticuario, allí donde Ezreal había encontrado el mapa. Llevaba en las manos un tarro de miel para la madre de Sett, pero ningún regalo para él.
Observó los estantes repletos de polvo y libros viejos, buscando algo que pudiera hacerle gracia al hombre. ¿Qué podría gustarle? Reparó en un gran objeto tapado por una manta de tela.
— Eso es un telescopio. –la informó el dependiente—. Lo usan en Piltover para contemplar las estrellas.
Oh. Podría ser un buen auto regalo de cumpleaños y así mirarían el cielo juntos... Elda sacudió la cabeza. ¿Cuándo había pasado de ser un "yo" a un "nosotros"?
— ¿Qué precio tiene?
— Seiscientas monedas.
La chica miró su bolsa. Apenas llegaba a cuatrocientas, puesto que no había aceptado el dinero de Ezreal. Se mordió el labio.
— Lo compro por cuatrocientas monedas.
— ¿Qué te crees? ¿Que esto es el mercado? Te equivocas de sitio, aquí no se regatea.
— Por favor. –suplicó, poniendo su mejor cara de tristeza—. A mi madre le hará ilusión...
— Olvídalo. –la despachó el anticuario—. Si no tienes el dinero, lárgate de aquí.
— Pero bueno, mi señor. –dijo una voz desde atrás—. ¡Menuda forma de tratar a una clienta tan... inspiradora!
Elda se giró. El hombre a su espalda vestía de la forma más curiosa que había visto jamás.
— ¿Disculpe? –le dijo. El hombre hizo una reverencia.
— Siento interrumpir la conversación, mas no he podido evitarlo. Este telescopio no es otra cosa que una burda imitación del real, que se encuentra dentro del museo más famoso de Piltover. Seiscientas monedas es un precio desorbitado si hablamos de una copia barata.
— Oiga, caballero –le dijo el dependiente. Era obvio que estaba entre las espada y la pared—. ¿Cómo se atreve?
— Si lo desea, puedo traer aquí a un tasador. –le dio la impresión que bajo la máscara blanca y la voz semi robótica, el hombre sonreía—. Así salimos de dudas.
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Mendacious tales | Sett x OC ✓
Fantasy[Estado: FINALIZADO] Cuando Elda, una noxiana que ha pasado parte de su vida en el mar, llega a Jonia en un barco pirata con la intención de acabar con el reinado del tan aclamado Jefe de la fosa, se da cuenta de que no todo es como lo pintan. ¿Qué...