Capítulo 32

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Elda despertó de pronto, sobresaltada. Tenía la respiracióna acelerada y rápidamente se palpó el cuerpo en busca de la herida mortal. Había sido Mareen, ¿verdad? No entendía por qué seguía viva entonces. Era la traidora, la que pasaba información a los noxianos a espaldas de Sett. Y su frase... "Te dije que saldaría mi deuda." Lo había querido cumplir en el mejor y peor momento posible.

Se examinó por última vez. En el sitio en el que la mercenaria la había apuñalado aparecía una marca rojiza rodeada de azul. Al palpar dio un respingo de dolor. Era real, muy real. Entonces tomó conciencia de dónde estaba y en brazos de quién. Alzó la cabeza, coincidiendo con la mirada de Sett, ansiosa: Los ojos se le llenaron de lágrimas y se aferró a él casi a la desesperada.

— Sett, oh, Sett... –sollozó, aliviada de ver que estaba bien. Olía a metal y a sangre, pero no le importó. Era él. Estaba vivo y ella también.

— Aquí estoy, criatura. –la abrazó fuerte—. Se ha terminado. La guerra ha acabado.

— La guerra está lejos de terminar. –dijo Irelia, acercándose—. Hemos aplacado una parte de la rebelión, pero vendrán más. Por cierto, bienvenida al mundo de los vivos, Elda.

— Gracias... supongo.

— Niña. –la llamó Mareen, y Elda se puso tensa. Aún no estaba segura de lo que había ocurrido—. No dáis más que problemas vosotros dos, ¿eh?

— ¿Debería agradecértelo? –susurró la chica, desconfiada—. Estaba tan segura de que me habías... ya sabes.

— Tienes suerte de que me caigas bien. –se cruzó de brazos—. De otra forma, quizá te habría matado de verdad, o mejor aún, hubiera dejado que te cargaras al coloso y después habría acabado contigo.

— No tienes filtros tú.

— No los necesito.

— ¿Alguien puede decirme qué pasa aquí? –Akali se puso las manos en la cintura, expectante—. En un momento te vemos en el suelo como si estuvieras muerta y al otro estás bien.

— Yo tampoco lo tengo muy claro pero... Al parecer Mareen y Conrad han hecho un pequeño teatrillo en el que no estábamos incluidos, por motivos varios.

Igual que antes, la mercenaria y el ex pirata pusieron al corriente a los guerreros, dejando al margen, obviamente, a los gladiadores más descerebrados, que eran la mayoría. La ninja resopló tras oír la explicación, rascándose la cabeza.

— Es complicado hasta para mí, pero me alegra veros sanos y salvos. Aunque te seré sincera: Estás hecha una mierda, Elda.

— ¿Crees que, cubierta de sangre como vas, puedes venir y decirme que estoy hecha una mierda?

— Touché.

— ¿Puedes tenerte en pie? –preguntó Sett, aún preocupado.

— Lo intentaré.

El hombre la ayudó en todo el proceso. Al principio se tambaleó un poco, pero se aferró a su amado hasta que se sintió segura. La madre se les acercó: le puso las manos en las mejillas, con los ojos llenos de lágrimas y la colmó a besos. Elda no pudo hacer otra cosa que llorar con ella.

— Lo siento. –dijo, sincera—. Lo siento de verdad. Ha sido culpa mía que os vierais así.

— Calla niña. –le dijo ella—. Eres lo mejor que nos ha ocurrido en mucho tiempo. Te queremos mucho, cariño, seas noxiana, pirata, lo que sea.

Elda pasó de la madre a Conrad. Los dos chicos se fundieron en un cálido abrazo, respirando tranquilos al fin. La vida en el mar se había terminado de una vez por todas. Ahora podrían hacer sus vidas cada un por su lado. El hermano de Conrad le puso una mano en el hombro.

Mendacious tales | Sett x OC ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora