Capítulo 23

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Al amanecer, cuando los primeros rayos de sol despuntaron en el horizonte, los enamorados recogieron sus ropas y se encaminaron de nuevo a la fiesta. Elda se lo diría, no huiría. Estaba segura de que, si se lo explicaba con el corazón en la mano, el hombre lo comprendería. Puede que no pudiera perdonarla tan fácilmente, pero con el tiempo quizá lo consiguiera. Despertar a su lado había sido la mejor experiencia del mundo, una sensación distinta y cálida. Estar arropada por sus brazos, notar su cuerpo... Se estremeció de placer.

La verdad es que Sett no se sentía cómodo entrelazando manos en público, pero haría una excepción esta vez. De esa forma, las moscas que le rondaban se mantendrían alejadas y el mundo sabría que no había lugar para terceras personas.

— ¿Cómo te encuentras? –le preguntó el hombre. Elda enrojeció.

— Estoy... mejor.

— Si necesitas parar...

— No, tranquilo. –le dijo, avergonzada—. Se me pasará.

— ¡Estáis aquí! –exclamó Rakan, acercándose a ellos—. Sett, tu madre empezaba a preguntase dónde habíais ido. La fiesta llega a su fin para nosotros y queríamos despedirnos... —su voz fue convirtiéndose en un susurro conforme olisqueaba el aire—. Hueles mucho a él. –le contó a Elda.

— Vivimos juntos. –se apresuró a decir—. Es normal que...

— No, no. –respiró hondo—. Me refiero a él. Irradias olor a adrenalina y a—

— Vale, suficiente palabrería, bufón charlatán. –Sett le estampó una mano en la cara y lo apartó bruscamente de su compañera, incómodo.

— Creo que sé lo que ha sucedido. –Rakan soltó una risilla mientras retrocedía—. ¡Mis labios están sellados! –hizo una pose ridícula, se despidió y se marchó.

— Ay Sett. –se quejó la chica—. ¿Qué olor tengo? ¿Voy a apestar a todo el mundo? ¿Qué dirá tu madre?

— Lo que diga la gente me importa muy poco, criatura, y créeme, la que menos problema va a suponer es mi madre. –la calmó—. Sin ella no me habría dado cuenta de mis sentimientos por ti.

— Ah.

Sett era así. Puede que no fuera el más avispado de la región, pero lo que le faltaba de inteligencia lo compensaba con perseverancia y determinación, y no sin una pizca de astucia también. Recogieron la tienda conversando animados sobre lo que veían: Algunos humanos estaban desparramados por el suelo con una botella de vino en la mano, otros vomitaban en los árboles más alejados y los más prudentes, sentados, se agarraban la cabeza presas de un potente dolor. Los vastaya, no obstante, estaban tan frescos como siempre.

— Oye, Sett. –dijo.

— ¿Sí?

— ¿Son los vastaya más resistentes al alcohol o solo más prudentes?

El hombre soltó una carcajada.

— Es biológico, según mi madre. Tienen un metabolismo rápido que les impide estar borrachos mucho tiempo.

— ¿Y tú? –quiso saber—. ¿En qué punto estás?

Sett sonrió.

— Depende del licor.

Elda siguió interrogándolo un poco más hasta que cayó en cuenta de algo.

— ¿Crees que Yasuo se habrá ido con Xayah y Rakan? –preguntó, distraída. El mestizo se detuvo a medio camino de colocar las cajas en el carromato.

Mendacious tales | Sett x OC ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora