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En cuanto Ethan entró todos nos quedamos callados y estáticos, fue un momento en el que nadie creía que él pudiera levantarse, pero aquí estaba

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En cuanto Ethan entró todos nos quedamos callados y estáticos, fue un momento en el que nadie creía que él pudiera levantarse, pero aquí estaba.

Cuando ví la mirada de decepción y tristeza de Ethan hacía Ana y Jackson, pude recordar algo que no había olvidado desde hace mucho años.

Algo que me había marcado por la eternidad, una herida que no tenía posibilidades de curarse.

Nada me sacaba de la cabeza la forma en que había matado a mí madre llevándola en lo más profundo del infierno junto con mi hermana menor. Mi padre se había largado para tener una mejor vida, y ninguno de ellos era como yo. Era la oveja negra de la familia que asesinó lo único bueno que tenía. Fue un momento desgarrador en el que tuve que ver como ambas eran devoradas por sus peores miedos. Había destruido algo que solo podía obtenerse una vez en la vida, una familia que me amaba. Podía escuchar los gritos desgarrando la garganta de mí pequeña hermana; tenía tan solo tres años menos que yo, y se llamaba Keira. Era la niña más inofensiva y cariñosa del mundo, y ver como un monstruo como yo la había asesinado, era algo que quedaba dentro de tu consciencia, era algo que perforaba el alma.

¿Y si Ethan era como su padre?

Ethan era un gran chico, pero podía notarsele a simple vista que no estába lejos de convertirse en su padre; en muchas ocasiones, el poder, la fuerza y el dominio de todo hacía un efecto negativo en ciertas personas.

Las cosas se complicaron muchísimo desde que Brenda murió, no solo por la parte emocional de Ethan, sino por algo más que ocupaba el trasfondo de todo. Algo malo sucedía en la mansión, y no me lo decía solo mi instinto mortal, sino también los fantasmas, su forma de actuar tan extraña que significaba que algo malo sucedería.

La muerte de Brenda tenía mucho que ver con la del entrenador, sentía que ambas estaban relacionadas, no sabía de qué forma, pero lo sabía.

Me preocupaba el hecho de que podía ver a Brenda muerta divagando por los pasillos, es decir, aún no la habíamos enterrado, pero suponiendo que su muerte fué un accidente, no debería estar ahí conmigo, mirándome fijamente mientras dormía, o caminado todas las noches cerca de la oficina del entrenador. La había estado observando los últimos días, incluso intenté hablar con ella, pero era como si su lengua hubiera sido mutilada, Brenda no podía hablar, solo hacía señas desesperada, pero jamás comprendía que quería, solo me llevaba a la oficina del entrenador y de ahí, desaparecía.

Nunca comprendí del todo los orígenes de mi don, es decir, si, era hijo de Anubis, claramente heredero como guía de la muerte en el mundo de los vivos para vigilar que los humanos no se pasen de pendejos. Pero había momentos en los que no comprendía muchas cosas como:

¿Por qué Brenda está aquí conmigo si se supone que murió por un accidente?

Muchas de las almas a las que veía eran pecadores o culpables de algo, incluso los rechazados que solo debían cumplir cierto tiempo de espera para poder ir a su nuevo hogar, pero Brenda no. Brenda había muerto por un accidente que no era culpa suya, ¡Era un accidente! No debía estar ahí, peor aún, no podía hablar.

La maldición Burchette©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora