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Las consecuencias de lo que apenas iba a ocurrir rondaron todo el tiempo en mí cabeza

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Las consecuencias de lo que apenas iba a ocurrir rondaron todo el tiempo en mí cabeza. Mi radio estaba encendida, pero por alguna razón, solo se enfocaban en los pensamientos de Harén, en lo que podía ocurrir y muchas de las consecuencias que podían sucitarse.

No lo voy a negar, en cuanto escuché que el portal entre la vida y la muerte podía cerrarse conmigo en el mundo de lo muertos, me asusté muchísimo, más suponiendo que jamás podría salir de ahí, pero recordé que se trataba de Harén, el mismo Harén que había conocido años anteriores, el Harén que era guía de la muerte y nada se le pasaba por alto, podía confíar en él; pero el miedo jamás se iba, aún seguía oculto, esperando el momento indicado para salir y aferrarse a mí.

Seguí escuchando susurros a lo lejos de voces extrañas, donde nada de lo que decían era entendible. Solo entendía por palabras como "miedo", "correr" y "salvar", no sabía el por qué de aquellas palabras, pero era más que evidente que algo ocurría.

-Ya es hora...-susurró Harén a mi lado colocándose de pie.

Claramente Harén era mucho más alto que yo, apenas y podía llegarle al cuello. Lo miré unos segundos con cierta ternura y lo rodeé con mis brazos una última vez. Tenía miedo de lo que podía ocurrir en el mundo de los muertos, pero para ser honesta, prefería ser yo, que alguno de mis amigos; yo daría mi vida por ellos, y si eso implicaba quedarse atrapado en otro mundo, entonces lo haría. Harén no era un mal amigo, en lo contrario, estába tratando de mantenerme bajo control para que nada saliera mal.

No quería que tuviese más miedo del que ya sentía.

Mí cabeza no podía terminar de creer que en serio íbamos a hacer esto, es decir, yo no lo hubiera hecho, y a decir verdad, el entrenador estaría muy orgulloso de que lo hiciéramos solos.

Repetí una y otra vez el procedimiento, era algo sencillo. Debía sumergirme en el agua fría al punto de detener mí corazón, una vez muerta, Harén me daría acceso para ingresar al mundo de los muertos, y ahí, tendría que buscar a Brenda. La verdad, sonaba más fácil de lo que parecía, pero no era nada fácil inducirse al coma por uno mismo; debía relajar el cuerpo, dejar de respirar y ahogarme yo misma en el agua, era algo doloroso, pero los entrenamientos habían hecho que apenas doliera. Para entrar al mundo de Harén debía mantener mí mente en blanco, no pensar, no oír, no hablar, y tampoco ver, solo debía quedarme quieta esperando a que Harén me llevará hasta su mundo, una vez dentro, debía pensar donde buscar a Brenda.

Me acerqué a la bañera grande y blanca para comenzar a conectar los cables que mantendrán al corriente a Ethan de mis signos vitales. No quería pensar en la muerte, por qué si lo hacía, solo haría que el miedo creciera más, y no quería eso. Ethan me ayudó a conectar cada uno de ellos en silencio, sabía que él sabía lo que podía ocurrir, todos en está habitación sabían lo que podía ocurrir.

-Lamento mucho la muerte de Brenda, Ethan -susurré mientras que él ajustaba un hilo en mí dedo indice que me mantendría sujeta al mundo de los vivos - nunca habría deseado su muerte, nunca -afirmé esperando que me creyera -ella era mi amiga, ¿Por qué iba a asesinarla?

La maldición Burchette©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora