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Me sentía congelado en el tiempo, sentía que había vivido gran parte de mí vida en una mentira, era como descubrir la verdad años después por medio de algo que tú jamás hubieras esperado

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Me sentía congelado en el tiempo, sentía que había vivido gran parte de mí vida en una mentira, era como descubrir la verdad años después por medio de algo que tú jamás hubieras esperado.

Era una sensación fea, pero en cuanto lo descubrí, todo cobró sentido, a su vez, nada tenía coherencia o explicación. Como a cualquier persona, comenzaron a surgir dudas y más dudas.

Tenía una manta cubriendo mis hombros mientras que mí cerebro estaba aún en la bañera de agua helada.

Una voz a lo lejos me llamaba, traté de ubicar de quien se trataba pero entonces unos brazos me rodearon.

-Me alegro de que estés bien -musitó Ana de pie y con una manta cubriendo su cuerpo.

-Te dije que me encargaría de todo- presumí sonriente. Como si hace unas horas no hubiera pensado en sacrificarme para salvarla.

No iba a negar que estaba muy sorprendido de los resultados, pero aún tenía mis dudas acerca de lo que Ana había encontrado y lo que yo había descubierto.

-Los demás están castigados, así que...

-Necesito hablar con Ethan...-interrumpió Ana a Irene. Irene me miró a mí.

-Verás, mientras que ustedes estaban dormidos, surgieron un par de complicaciones...-espetó René mientras nos dirigíamos a la oficina del entrenador.

-¿Qué tipo de complicaciones? -preguntó Ana con cierto matiz de preocupación. René no contestó hasta que las puertas de la oficina del entrenador fueron abiertas. Tres chicos se encontraban amarrados a sillas con cadenas y pañuelos como mordaza en la boca evitando que hablarán. Ethan con cadenas en la silla de su padre y con manchas rojas en el rostro, Bianca en una de las sillas frente a Ethan intentando deshacer el amarre; y Scott totalmente dormido en una de las sillas lejos de Ethan y Bianca.

- Nada grave...-agregó René con despreocupación.

-Bien hecho, es la única forma de verlos callados -exclamé al ver como todos estaban en silencio gracias a la mordaza.

Miré a Scott quien dormía plácidamente con la boca abierta y me dirigí a él, en cuánto me acerqué, le propicie una gran palmada en la frente, éste al sentír el golpe se sobresaltó, levantándose al instante de su sueño.

-Mamá, no...- musitó asustado del golpe Scott.

-No empieces tú también...-agregó René en forma de advertencia.

Entre todos comenzamos a desamarrar a Ethan, Bianca y Scott de las torturas que René les había hecho para que se comportarán.

-¿Y bien que encontraron? -cuestionó Ethan en cuanto René lo soltó de su amarre. Sabía que se refería a Ana, así que dejé que ella hablara.

-Bueno, creo que ahora sé que es lo que sucede con Brenda...- susurró nerviosa sin saber que decir - tiene una maldición o algo por el estilo y, no puede hablar...

-Excelente, ahora dime algo que no sepa -bramó Ethan limpiando los restos de sangre de su rostro. Ana me miró nerviosa.

-No pude descubrir nada más...- susurró avergonzada. Ethan detuvo lo que estaba haciendo.

-¿Cómo que no pudiste descubrir nada más? ¿A qué te refieres? -cuestionó Ethan cambiando su tono de voz.

Una parte de mí creía casi imposible que eso hubiera pasado, es decir, Ana había pasado horas dentro del mundo de los muertos, todos lo sabían, menos ella.

-Si, es que... - Ana miró detenidamente como Ethan se quitaba las manchas de sangre del rostro.

-¿Es qué qué? -bramó Ethan exasperado.

-Sangre, sangre, rojo... Es rojo -Ana comenzó a buscar de un lado a otro como si hubiera encontrado la respuesta - es rojo, rojo, rojo...- Ana repitió una y otra vez intentando recordar algo - rojo... ¡El gran árbol rojo! -exclamó.

- ¿Y qué tiene el gran árbol rojo? -inquirió Ethan confundido.

-Ahí está la cabeza del entrenador - habló Ana más que entusiasmada por recordar aquello.

Un gran golpe proveniente de la entrada resonó por toda la mansión alertando a todos, salimos de la oficina y marcas de zarpazos en el suelo, garras en las paredes y restos de vidrio se encontraban en la entrada con ambas puertas abiertas.

Ethan se acercó a la puerta donde yacían los restos de vidrio, claramente alguien se había dado un buen golpe contra el, Ethan olfateo aquella pequeña escena del crímen inspeccionando cada detalle.

-Es Jackson... -balbuceó preocupado.

¿Jackson salió corriendo? Pero, ¿No tenía las piernas podridas? Eso solo alertó más a Ethan, a Ana y a mí. Jackson no estaba bien, y ver qué ahora había salido de la mansión, era el peor error que alguien inválido hubiera cometido.

Si se trataba de Jackson entonces estábamos en grandes problemas, Jackson no estaba en condiciones para caminar y mucho menos para salir, más suponiendo que nadie sabía lo que había ocurrido con sus piernas.

-Iré a buscarlo... - bramó Bianca dirigiéndose a la salida.

-Si quieres encontrarlo, debemos ir todos - señaló Ethan a Scott y a mí como una manada.

-Prefiero trabajar sola -exclamó Bianca mientras salía de la mansión y corría en dirección a las rejas para encontrar a su hermano. Ethan rodó los ojos.

-Iré con ella -espetó Scott cansado. Salió de la mansión caminando hasta comenzar a trotar siguiendo a Bianca.

-Harén, ¿Vas? Le apuesto a mí olfato que lo encuentro primero - agregó presumido. Yo negué, no tenía ganas de lidiar con lobos o magia, quería dormír y solo necesitaba eso.

Ethan asintió y sin más, salió de la mansión en busca de su amigo quien claramente no estaba bien. Si Bianca y Scott encontraban a Jackson primero, entonces Ethan tendría que explicar lo que había ocurrido con Jackson, lo sucedido en los siguientes días y todo aquello que creía poder ocultar de los demás.

Y eso, era exactamente lo que Ethan quería evitar a toda costa.

Dar explicaciones a todos.

Después de lo que había ocurrido mientras estaba en coma, me sentía extraño, más débil y con menos fuerzas para lidiar con misterios como esos. Sin pensarlo, dejé caer mi cuerpo al suelo mientras que mí cabeza daba vueltas como loco alrededor de todos.

No me sentía bien, no me sentía para nada bien después de enterarme de que en realidad mi familia no era solo una familia común entre humanos y personas, sino vampiros que se ocultaban de todo.

Así es, mi familia era una familia de vampiros. Pertenecían a alguna extraña secta antigua, o algo así.

¿Eso me convertía en vampiro? No lo sabía.

Lo que sí sabía, era que los vampiros no morían tan fácilmente, mucho menos unos que reinaban en el mundo de la oscuridad y que solo se ocultaban de los humanos. Mi familia estaba viva, estába seguro de ello, de lo que no estaba seguro, era de si me aceptarían después de haberlos intentado matar.

La maldición Burchette©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora