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Ethan

La vibración bajo mis pies era latente, podía sentir las máquinas trabajando mientras emanaban calor.

Las palabras de Harén rondaban por mí cabeza: “si algo malo ocurre, quiero que me desconectes primero".

Mi padre era un lobo, era entrenador y era un buen amigo, pero también era una bestia y un ser despreciable. Comprendía el odio que había causado su muerte, pero ¿Por qué? ¿Por qué lo asesinarían?. Y luego, con la muerte de Brenda, el ser más hermoso, inofensivo y gentil, ¿Quién querría asesinarla?, Esa era una de las tantas preguntas que rondaban dentro de mí cabeza.

La única respuesta que tenía, era Ana.

¿Por qué quería matar a Ana? ¿Por qué sentía un odio tan grande hacía ella? Sabía que tenía razón en cuanto a mis sospechas, sabía que eran correctas y que estaban conectadas, pero no sabía si esa era la verdad o no.

Ana y Harén yacían dentro de las bañeras acostados haciendo su trabajo, que era encontrar a Brenda para que nos diera respuestas. Los latidos de Harén eran constantes, el pitido pausado de la máquina me lo hacía saber, pero los de Ana, eran lentos, eso me hizo saber que algo ocurría. Inspeccioné que la máquina estuviera bien conectada.

Le llamábamos Socter, Socter era una máquina que mi padre había construido para conectar con mayor facilidad el mundo entre los vivos y los muertos, contaba los latidos y se aseguraba de sostener a los vivos en el mundo de los vivos y los muertos en el mundo de los muertos. Era como una máquina de respaldo por si algo salía mal, además de que te avisaba si algo no estába bien.

Y claramente me avisó.

Un pitido agudo y constante se hizo presente en la habitación cuando el Socter avisó que algo estába ocurriendo, no pude deducir de que se trataba hasta que Irene y Scott se adentraron en la habitación a toda prisa.

—¿Qué rayos estás haciendo? —espetó Scott con asombro al mirar dentro de las dos bañeras a Ana y a Harén.

—Buscando respuestas —dije con simpleza, mientras buscaba que causaba el pitido de los conectores de Ana.

—Algo no está bien...—interrumpió Irene con los ojos cerrados, como si sintiera algo. Yo reí.

—¿Tú crees? —respondí irónico mientras que el pitido del Socter no cesaba.

—No, no, algo no está bien... —repitió haciendo énfasis en la oración. Me detuve en seco mientras que Irene caminaba con los ojos cerrados en dirección a las bañeras y tocaba la bañera de Harén — es Harén, y está en problemas

De la nada el Socter hizo el mismo pitido, pero en el conector de Harén. Rápidamente me acerqué a la tabla de datos, su ritmo cardíaco bajaba, le faltaba oxigenación y su temperatura ascendía.

Pero, ¿Qué rayos?

—No, no...— comencé a negar sin saber que más hacer.

Harén comenzó a temblar dentro de la bañera de forma brusca agitando el agua de la bañera mientras que litros salían de ella, el pitido de Ana se hizo más intenso cuando comenzó a hacer exactamente lo mismo que Harén. Ambos cuerpos estaban colapsando y no tenía ni una mínima idea de lo que debía hacer; esto jamás había ocurrido.

Sin pensarlo, hundí ambos brazos intentando sujetar a Harén con toda la fuerza posible, mientras que Scott intentaba ayudarme de la misma forma con Ana, convirtiéndose en un Jackson y sujetando con toda su fuerza a Ana. Un grito ahogado se escuchó a mi lado cuando Ana sujeto la bañera con ambas manos intentando salir.

La maldición Burchette©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora