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Bianca

Podía sentir el poder y la fuerza de mil hombres en tan solo mi concentrada postura de tiro, me sentía bien, poderosa y más que fuerte.

—Puedes terminar ya con esto, por favor. Tengo cosas que hacer— exclamó Racia cansada, quien tenía una manzana roja en la cabeza.

Ignore sus lloriqueos y concentré mí flecha en el objetivo, había intentado esto tantas veces, que solo debía apuntar y disparar para que la flecha llevara en su camino a la pequeña manzana hasta perforar la paja del blanco. Enfoqué mí vista en el centro de la paja, buscando no desconcentrarme, relajé mis hombros y solté la flecha, segura de donde terminaría. En segundos, la flecha atravesó la manzana hasta llegar al centro de la paja. Racia se sobresaltó en cuanto sintió como el jugo de la manzana caía sobre ella.

—Una última vez—exclamé inconforme del resultado.

—No, ya sabemos que tienes muy buena puntería— bramó limpiando el resto de jugo de la manzana.

—¿Tienes algo más importante qué hacer? —cuestioné alzando las cejas. Racia era la más solitaria, claro después de mí. Ella como yo, pasaba horas y horas metida en entrenamientos, en bunkers y prácticas; obvio que no tenía nada más que hacer.

—En realidad, si. Quería ir a ver a Ethan un rato para ver como estaba —agregó limpiando los restos pegajosos del jugo de manzana. Yo rodé los ojos.

El tema de Ethan era un tema muy delicado en el cual no me gustaba entrometerme, ya que Ethan, no era mí persona favorita en el mundo.

Si, Ethan Burchette era todo un tonto para mí, un egocéntrico y demás cosas que no hacían falta expresar. En realidad, no me caía mal, es decir, su actitud de líder y de “yo soy alfa y me respetas” era castrante y hasta cierto punto, molesta; pero no solo se trataba del egocéntrico, egoísta y cruel chico que había convertido en lobo a su mejor amigo, o sea, mí hermano.

Así es, Jackson no nació siendo un hombre lobo; Ethan lo convirtió en uno, y es por ello que le tengo un poquito de  desprecio.

No lo voy a negar, lo respeto, hablo con él de vez en cuándo solo para aclarar algunas cosas, pero hasta ahí; yo jamás hablaría con Ethan de temas personales, por que él no es del todo un amigo para mí.

Antes de conocer a los chicos, yo tenía cierto interés en encontrar algo que me gustará, un hobbie, y entre ellos, cazar lobos era mi especialidad, pero cuando me enteré que mi hermano era uno de ellos, tuve que reprimir esas inmensas ganas de asesinarlo. Los lobos eran bestias sin corazón, eran animales con instinto canino que solo buscaban destruir, y ver en lo que mi hermano se había convertido, no era un orgullo para mí.

Jackson era mí hermano de sangre, éramos mellizos, pero también éramos huérfanos. Nuestros padres nos abandonaron en un orfanato común y corriente, lleno de monjas con olor a sudor por llevar todo el tiempo las batas puestas y con un carácter de la fregada. Desde pequeños buscamos ser adoptados por diversas familias, desde padres homosexuales hasta padres divorciados que solo buscaban en ocasiones el dinero del gobierno; pero todas las parejas buscaban solo a uno, y ese, era Jackson. Decían que un hombre sería más útil entre su familia, más fuerte y podría ayudar en algo, mientras que yo, solo sería un estorbo por no saber hacer nada.

Jackson era el favorito solo por ser hombre.

A pesar de ello, siempre buscamos estar unidos en todo, y jamás fuimos adoptados por una misma familia, rondamos por años sin un hogar, sin comida y a veces, enfermos. Fue una época en la cual, tuvimos que hacernos fuertes e independientes.

Y cómo cualquier par de hermanos, teníamos nuestras discordias, por ejemplo: los apellidos.

Mientras que yo prefería una y mil veces soltarme y quitar toda conexión aparante con los padres que no pudieron hacerse cargo de nosotros, Jackson quiso conservar el apellido, quería sentir que tenía un lugar, y no quería olvidar sus raíces; era un Crown, y siempre sería un Crown. A mí me valió si era o no un Crown, no quería llevar un apellido tan asqueroso como ese, así que decidí auto-nombrarme como Bianca de los Ángeles, Ángeles, por que siempre tenía un ángel guardián que me cuidaba la espalda, y que me salvaba siempre de todos mis problemas.

La maldición Burchette©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora