Capítulo 2

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De nuevo estaba en el tren escarlata que llevaba a Hogwarts: el Hogwarts Express. Volvía a comenzar la pesadilla.

Draco y yo habíamos tomado caminos separados para llegar a la estación: si llegábamos juntos sería sospechoso y ninguno de los dos estaba dispuesto a explicar nuestra situación a nuestros camaradas de Slytherin o mentir al respecto a Potter y sus entrometidos amigos.

Aparecí en una esquina poco frecuentada vía aparición para poder entrar a la estación de trenes y luego hacerme paso hasta la Plataforma 9 ¾, algo nauseabunda en ese trayecto debido a la aparición. Siempre me dejaba una sensación espantosa en el estómago, aún peor que la que tenía al viajar en bus.

Cuando me instalé en un compartimiento vacío, tomé el libro que tenía en mi mochila e intenté leerlo. No pude porque no podía concentrarme. Mi mente divagaba e incluso pensaba en que el año recién comenzaba y no estaba lista ni lo estaría. Estábamos complotando un asesinato y debía fingir que mis calificaciones eran mi prioridad. Parecía un terrible chiste.

Miré un buen rato por la ventana las hermosas colinas verdes y los árboles frondosos del paisaje pero luego de unos minutos, me cansé de ver esa imagen una y otra vez. De pronto, el sueño se apoderó de mí; mi cuerpo se sentía pesado y mis ojos no podían mantenerse abiertos por mucho más tiempo.

Luego de unas cuantas horas de descanso, desperté repentinamente debido a una pesadilla. Me aferré al asiento, asustada. Parecía tan real que casi no tenía aliento.

Había soñado que Sirius entraba en el compartimento del tren, serio como nunca antes lo había visto y se acercaba a mí rápidamente en un silencio abismal. Me miró un segundo y puso sus manos sobre mi cuello, alzándome del suelo con ojos asesinos, frenéticos. De loco. Cuando estaba por perder el conocimiento por la falta de aire, desperté. Masajeé mi cuello porque creía sentir el deje del tacto de sus manos, gélidas como la misma muerte.

Vi que Draco me observaba desde la puerta del compartimento y cuando se acercó para abrirla, lo dejé entrar. Lo miré confundida, aún algo alterada. Creí que estaría todo el viaje en el compartimento de nuestra casa.

Intenté sonreír mientras él se acercaba a mi lado. No podía creer que aquello no había sido real.

Draco:

- ¿Qué soñaste? - le dije suavemente mientras me sentaba en el lugar opuesto al suyo. Miró de nuevo hacia la puerta y luego me miró a los ojos. Se frotó los mismos con el dorso de la mano intentando despertar.

- Sólo fue una pesadilla - dijo en un susurro sin despegar los ojos de donde había entrado. Se rascaba el brazo izquierdo lentamente aún mirando a la puerta. Realmente pareció haberle afectado, aunque rápidamente intentó disimularlo.

- Pues, fuera lo que fuere, nada de eso pasó - respondí tomando sus manos, lo que la dejó fuera de su trance y sonrió ligeramente asintiendo. Un momento después de eso, apartó sus frías manos de las mías. Siempre estaba congelada.

- ¿Ya vamos a llegar? - me preguntó tomando un mechón de su cabello y poniéndolo detrás de su oreja mientras observaba por la ventana.

- En unos quince minutos, sí - repuse. Me indicó que se iba a cambiar y que me vería luego en la cena, por lo que asentí y me fui de su compartimento.

Estaba preocupado por ella. Por lo que pude apreciar en esas vacaciones, no comía bien, se notaba que no dormía tampoco y ya no hablábamos como antes, aunque lo último fuera en parte mi culpa también. Yo tampoco estaba en mi mejor momento pero aún así, la extrañaba.

No sabía qué pasaba por esa cabeza suya ya, pero temía que estuviera cambiando y que la Thea tan divertida y alegre que conocía se estuviera desvaneciendo. Temía por ella.

La hija de Voldemort: Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora