Capítulo 12

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No había pasado nada interesante en las semanas que no escribí, a decir verdad. Malfoy no me hablaba, Potter me evitaba y no había logrado averiguar nada del joven Liam Blishwick. Solamente había tenido algunos problemas con los Slytherins de mi casa por andar con sangres sucias en el último tiempo. Los mandé al infierno todas las veces.

Oí los rumores atrasados de que Ron Weasley se había besuqueado con Lavender Brown, una tremenda descerebrada de Gryffindor. Con lo poco que la conocía de escuchar sus conversaciones en alguna que otra clase, me caía inmensamente mal. Pero claro, ¿qué le iba a decir a Weasley? Si a él le agradaba esa tonta de Brown, era claro que tenía problemas para juzgar el carácter.

Mientras estaba en la mesa del Gran Comedor, recordé que esa misma noche era la fiesta de Navidad de Slughorn. No tenía ni idea de con quién podría ir: Malfoy no podía dirigirme la palabra, los pocos compañeros de Slytherin que conocía no me hablaban y Potter seguramente, con todas las chicas que tenía locas por ser el Elegido, debía de haber encontrado alguna para asistir a la fiesta. Si tan sólo ellas se dieran cuenta de que él es mucho más que sólo el Elegido, probablemente serían sus amigas.

Luego de mis clases, quise pasar mi tiempo en la biblioteca. Como casi siempre, me encontré con que Eugene iba en esa dirección también. Ése día la Sra. Pince le dijo que no hubo libros prestados en toda la semana, por lo que ése sería otro de sus días libres. Como él había mencionado, no muchos tomaban libros para leer a las afueras de la biblioteca. Sin embargo, así ayudaba a la ocupada Sra. Pince y eso los alegraba a los dos.

Decidimos, entonces, ir al lago a las afueras de la Sala Común de Slytherin. Hablamos sobre su familia, las clases que no compartíamos y otras cosas más hasta que me pregunté: ¿por qué no invitaba a Eugene a la fiesta de Navidad? No lo había hecho ya porque no se me había ocurrido y ahora que lo tenía en mente, temía un poco que dijera que no. Pero, ¿qué era lo peor que podía pasar en ese caso? Que hubiera un silencio incómodo como por unos instantes y alguno cambiara el tema. Entonces, lo llamé por su nombre.

- ¿Sí? - preguntó él mientras palpaba una pequeña margarita que crecía en el césped.

- ¿Te gustaría ir a la fiesta de Navidad conmigo? Ya sabes, a la que Slughorn me invitó - él paró de acariciar la flor y se quedó en silencio -. Es hoy en la noche -. Más silencio. Mientras esperaba, pasó de estar con el estómago sobre el piso a dejar recaer su cabeza en su palma, de costado.

- ¿No...? - comenzó a decir -. ¿No te gustaría ir con alguien más? Me refiero a que pasas mucho tiempo con Harry Potter o, tal vez... - dijo con su tartamudeo usual. Al ver que divagaba, lo interrumpí.

- Potter seguro tiene cita ya. Además, en serio me gustaría que me acompañaras tú. Pero, si no quieres, encontra... - llegué a sugerir yo antes de su interrupción.

- No, no, no. No es eso. Sólo creí que querrías ir con alguien un poco más... sociable.

Ante el comentario, me eché a reír. No iba a morir si no hablaba con nadie en un evento así. Yo estaría a su lado.

- Tranquilízate, sólo hablaremos, comeremos y beberemos, y no tienes que hablar con nadie si asó lo quieres. Solamente necesito que me hagas compañía por si resulta ser un bodrio. Nada de otro planeta - él sonrió y, aún sonrojado, aceptó asintiendo -. Bien. Te veré siete y treinta a las afueras de tu Sala Común.

- ¿No quieres que yo vaya a la tuya? - preguntó, volviendo a jugar con la margarita.

- No, está bien. Si me demoro unos minutos, no quiero que mis amistosos colegas de Slytherin te coman vivo - comenté, asqueada por los jóvenes puristas.

Cuando estaba yendo a la biblioteca para desearle una feliz Navidad a la Sra. Pince, me encontré con Harry y Hermione, sin señales de que Ron estuviera allí.

- Hola, chicos. ¿Qué hacen? - les pregunté mientras bloqueaba su camino. Hermione parecía bastante alterada -. ¿Todo en orden, Hermione?

- Sí, sólo estábamos hablando de la... fiesta de Navidad de Slughorn - explicó algo irritada mientras dejaba que un libro se acomodara solo en la biblioteca.

- Entonces, ¿con quién irás? - seguí interrogándola. Con algo de nerviosismo en el rostro, contestó:

- Será una sorpresa - intentó sonreír mientras pensaba por un segundo -. ¿Te probaste los tacones que te di?

- Sí, son perfectos. Gracias - le dije -. Y Harry, espero vayas en traje. Te quedaría de maravilla un traje negro con esos ojos azules. ¿O no, Hermione? - le tapé el resto de la cara con la mano mientras miraba a Hermione, divertida. Él rodó los ojos y apartó mi brazo de la manga de la túnica. Ya no tocaba mi mano como antes. De hecho, se las ingeniaba para evitarlo a toda costa mientras estuviera con él.

- Hablando de la fiesta... - comenzó a decir él - ¿te gustaría ir conmigo? Sólo como amigos, ¿sabes? Para no ir solos -. Al escuchar esas palabras, hice una mueca algo apenada por el chico enfrente mío. Mi intuición me había fallado.

- Lo lamento, Harry - repuse en un susurro -. Ya invité a alguien más. Estaba segura de que ya tendrías pareja, Potter. Lo siento.

- Pensaste eso porque tú no estuviste aquí cuando fue el Torneo de los Tres Magos - comentó Granger, divertida. Lo miré asombrada mientras él la miraba algo molesto, a lo que Hermione cubrió su boca mientras reía.

- ¿Así que no eras el Elegido de todas las chicas en Hogwarts, huh? - me burlé por lo que él se rascó la nuca, avergonzado -. ¿No sabes con quién ir?

- No, pero iré con alguien que me agrade - respondió él, mientras miraba los libros volar hasta las estanterías. Era digno de observar.

- En otras palabras, no tienes ni idea - lo empujé con el codo con tono de burla y Hermione sonrió -. Tranquilo, es sólo una estúpida fiesta. Ya encontrarás a alguien - seguí diciendo mientras lo miraba a los ojos.

- Ya debemos irnos - aclaró ella -. Nos vemos esta noche entonces, Thea - los saludé también y vi cómo se iban. 

Al ver que ya no tenía compañía, supongo, se me acercó Richard cuando me di la vuelta hacia la entrada.

- Hey, Thea - comenzó él -. ¿Viste a mi hermanito?

- No, Richard. Y debido a lo irritante que resultaste ser, preferiría que me llamases Lancaster - le comenté ácidamente. Antes de que respondiera, seguí hablando con una sonrisa: -. Debe estar en su Sala Común o en su dormitorio. Y debo advertirte que esta noche es mío, por si lo buscabas para molestarlo.

Él me miró confundido, casi estupefacto -. ¿A qué te refieres?

- Iremos a la fiesta de Navidad del Club de las Eminencias juntos. Slughorn me invitó y puedo llevar a alguien. Iremos como amigos, no te preocupes - aclaré, sabiendo que muchos Gryffindors no se fían de las serpientes y sus intenciones. 

- Me cuesta creer eso. Yo soy el fiestero de la familia - sentenció con una sonrisa arrogante -. Si querías ir conmigo, sólo tendrías que haberlo pedido, muñeca. Darme celos con mi hermano está por debajo de tus capacidades, o eso creo yo.

- Lo digo en serio, Richard. Es hoy a las ocho e iré con él por elección. Si quisiera ir con alguien tan irritante, arrogante y molesto como tú, simplemente te lo habría pedido - le expliqué mientras con un brazo anclado al suyo, lo guiaba hasta la salida, entre molesta y divertida.

- ¿Qué hiciste para que aceptara? ¿Lo sobornaste con conseguirle algún libro? - preguntó sin poder creerlo aún, ahora cara a cara en el pasillo para no molestar a los que sí leían en la biblioteca.

- Sólo le pregunté - afirmé -. ¿Por qué?

- Por... Por nada - explicó él, riendo -. Es divertido imaginar al tragalibros en una fiesta, eso es todo -. Yo rodé los ojos y le di un golpe en el hombro.

Cuando se hubo ido, intenté encontrar más libros sobre la familia Blishwick. Al mirar el reloj en mi muñeca, vi que había estado unos minutos más de la cuenta allí y debía apresurarme. La fiesta se acercaba.

La hija de Voldemort: Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora