Capítulo 10

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Estuve leyendo aquella noche hasta casi las cinco de la mañana, así que ya cuando sentí un cansancio abrumador y dejé de sobrepensar, pude dormir un tiempo. Cuando me desperté, el comedor ya debía estar lleno así que me apresuré y fui en esa dirección luego de arreglarme rápidamente.

Al llegar allí, llegué a ver a Weasley con un ridículo casco para jugar Quidditch y no pude evitar reírme internamente de su apariencia: parecía que tenía un montículo de tierra en la cabeza. A fuerza de costumbre, iba a acercarme a Malfoy durante el desayuno pero me detuve a mí misma. Ya no éramos amigos así que no tenía una buena razón para estar con él. En cambio, fui detrás de Weasley justo después de que se sentara en la mesa de Gryffindor junto a Harry y Hermione. Estaba realmente pálido y nervioso por aquel partido. Se veía muy mal.

- ¿Por qué el casco? Nunca vi a nadie usar cascos en Quidditch - le pregunté a Weasley sin siquiera sentarme.

- Soy guardián. Se supone que éste es el uniforme oficial... - expresó algo nervioso y desesperanzado. 

- No creo que lo necesites de todas formas, Ronald. Ten un poco de fe - le dije con una sonrisa. Él respondió con una sonrisa exasperada y ansiosa, sin mirarme a los ojos.

Al parecer, Harry le había dado a Ronald el Felix Felicis que había recibido en la clase de Slughorn y apenas bebió el brebaje, en contra de los deseos de Hermione, el rostro de Ronald cambió en unos instantes.

- ¿Cómo te sientes, Ron? - le pregunté yo con mucha curiosidad, ya habiendo tomado asiento. Al ser una pócima complicada de hacer, la oportunidad que tenía Ronald era invaluable y la habían desperdiciado en un partido de Quidditch. ¿Cómo no la guardaron para sus É.X.T.A.S.I.S.?

Envidia y curiosidad vagaban por mi cabeza. Yo, como Draco, deseábamos esa poción para lograr nuestro cometido a la perfección, pero no íbamos a hacer una complicada poción por meses que podía no ser perfecta y quién sabe, tal vez hasta nos mataría si estuviera mal hecha. No valía la pena. Aunque ver los efectos del brebaje servía como futura referencia en caso de toparme con una misión particularmente difícil e incluso imposible.

El rostro de Ron pasó de verse desesperanzado y patético a verse confiado y animado en unos segundos: parecía que su rostro se había iluminado. Ya estaba preparado para jugar en el partido.

Aún con nieve, el partido se llevó a cabo ésa mañana. Me dijeron que alguien de Gryffindor solía decir que 'no se puede cancelar el Quidditch' y tal vez tenía razón.

Todos estaban entusiasmados por el partido entre las casas rivales: Gryffindor vs. Slytherin. Y aún siendo extremadamente veloces y agresivos, mi casa perdió el partido gracias al increíble desempeño de Weasley en la posición de guardián, principalmente. Gracias a la Suerte Líquida.

Los de mi casa volvieron a la Sala Común furiosos por el resultado y no dijeron ni una palabra a quienes ya estábamos presentes. Los observé dirigirse hasta sus dormitorios en un silencio de ultratumba. Luego de intentar leer un par de libros en los que no podía concentrarme, decidí dirigirme a la biblioteca. 

Hablando de vez en cuando con Eugene mientras acomodábamos los libros en los estantes de la inmensa biblioteca, surgió que su hermano estaba allí, en Hogwarts.

- Sí, él es un Gryffindor. ¿No te lo había dicho? - me preguntó extrañado por sobre el marco de sus lentes.

- ¡Pues, no! - exclamé yo -. Tengo una gran memoria y lo sabes - él asintió diciendo que no lo podía negar cuando lo tomé de la muñeca mientras le ordenaba que me lo presentara.

No sé por qué lo hice exactamente cuando yo soy generalmente reservada y prefiero elegir a mis amigos cuidadosamente e intentar no socializar más de lo necesario, como tampoco había una buena explicación para exponer tanto de lo que pienso con Eugene. Supuse que algunas cosas no tenían una respuesta clara.

La hija de Voldemort: Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora