Capítulo 11

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Finalmente, hacía unos días la invitación de Slughorn a la reunión del Club de Eminencias había llegado. En esa charla en Las Tres Escobas había descubierto que Harry y Hermione también asistirían así que podía vigilarlos allí, aunque no creía que ocurriera nada fuera de lo normal en una reunión como esa o que hablaran de algo importante con gente presente.

Había consultado con Hermione y llegamos a la conclusión de que no era una velada formal así que discutimos qué habíamos llevado a Hogwarts y nos ayudamos la una a la otra a decidir. Opté, con su ayuda, por un vestido cuadrillé color beige y una remera manga larga negra debajo con un cinturón y las únicas botas que tenía. Nada sofisticado. 

Estaba arreglándome cuando mis compañeras de cuarto irrumpieron en la habitación.

Terminé de acomodar el collar de mi madre en mi cuello y tomé mi mochila para cargar mi varita. Nunca se sabía cuándo se iba a necesitar, ¿cierto?

Volví a mirarme en el espejo y decidí que estaba lista para ir. Los tacones que llevaba puestos resonaban por los pasillos del castillo. Parecía que estuviera completamente sola.

Llegué a la reunión y me encontré con Zabini allí mientras yo analizaba a los invitados. No sabía que él iría así que charlamos unos minutos justo antes de la cena. Cuando nos sentamos en la mesa redonda de la oficina del profesor, la velada se volvió algo aburrida. Todos hablaban de sus hermosas y perfectas familias, y de lo exitosos que eran sus familiares. Mientras yo tomaba algo de agua de mi copa, Slughorn me miró y siguió hablando.

- Y dime, Lancaster. ¿Eres la última Lancaster de tu familia, entonces? -. No estaba segura de serlo, pero aún así contesté.

- Hasta donde yo sé, soy la última con el apellido Lancaster, sí.

- Verán, los Lancaster eran una familia prestigiosa de Sangre Pura en un momento, pero salieron de los Sagrados Veintiocho cuando más de la mitad se casó con muggles y mestizos - aclaró él, con asombro en el rostro -. El nombre Lancaster se fue perdiendo con el paso del tiempo porque la mayoría de los descendientes se casaron o se lo cambiaron. ¿No es cierto, Theodora? - preguntó él. Yo asentí -. ¿Y con quiénes vives, querida?

- Con mis tíos, Elladora y Orión Lancaster - mentí. Esa ira que venía al pensar en esos seres desagradables que habían cuidado de mí tantos años se apoderó de mí. Un escalofrío me atravesó la columna e inhalé por un segundo, apretando la mandíbula. Seguí hablando, tratando de parecer ocurrente: - pero no creo que mi vida sea tan interesante como la suya, Profesor. Nos pregunta acerca de nuestras vidas pero nunca comparte nada de la suya - bromeé con una falsa sonrisa pícara. Siempre odié hablar de mí.

Él rió agarrándose el estómago mientras el resto permanecía en silencio. Gracias a Merlín, en ese momento todos se concentraron en la invitada que llegaba tan tarde: Ginny Weasley. Ante su aparición, Hermione y Harry hablaron por lo bajo pero no pude escuchar lo que dijeron ya que estaba al lado de Zabini, a unos cuantos asientos de ellos.

- Ah, la Srita. Weasley - espetó Slughorn con sorpresa -. Pasa, pasa - la invitó el mismo con un gesto de manos, a lo que Ginny cerró la puerta y avanzó hasta la mesa para acomodarse en el único asiento libre.

- Lo siento, no suelo llegar tarde - se disculpó ella justo antes de sentarse. Cuando ella llegó a su lugar, Harry se paró hasta que se acomodara. Él sí que es un caballero me dije a mí misma. El incómodo gesto de caballerosidad me produjo una sonrisa.

- No importa. Llegas a tiempo para el postre, eso si Belby te deja un poco - comentó el profesor de Pociones riéndose de su propio chiste mientras yo lo hacía también pero por lo bajo. Hermione y Harry se miraron con unas expresiones extrañas luego de aquello. Estaba segura de que Hermione también había notado que a Potter le gustaba la chica Weasley.

Luego del postre, el profesor nos ofreció té y hablamos de más trivialidades aún. Mirando un mueble que había ahí cerca del sillón en el que me había acomodado, me llamó la atención que había varias botellas de diferentes colores y tamaños pero no estaba segura de si eran pociones o no. Y había una que me llamaba particularmente la atención: la botella era de color marrón pero el líquido dentro parecía resplandecer. Al ver que no estaba hablando con nadie en particular, le llamé la atención y me paré para ir hasta el mueble.

- ¿Qué son estas botellas, Profesor? - indiqué con la mano el estante en el que se encontraba la peculiar botella -. Esta parece resplandecer - él rió.

- Es mi reserva personal de bebida, Srita. Lancaster - dijo con una sonrisa - y esa que brilla es una botella de hidromiel para el Director, pero no le digan a nadie. Es un regalo sorpresa - rió de nuevo, sumergiéndose en otra conversación.

La velada terminó pronto, luego de que todos hubieran terminado el postre y de la breve y algo incómoda conversación que tuvimos al final. Cuando me estaba yendo de la oficina, noté que Potter seguía adentro y eso me puso algo nerviosa. Intenté ocultarlo con una sonrisa, sin embargo, sin quitarle los ojos de encima a Potter mientras Slughorn nos despedía al cerrar la puerta. Qué extraño, pensé. Tenía entendido que a Harry no le gustaba Pociones, aunque tal vez era más por el profesor Snape que otra cosa. Podía ser que Harry se había vuelto el preferido del profesor.

Supuse que, ya que había desplazado a Malfoy de mi vida, me contaría qué había sido eso con Slughorn y, particularmente, cuál era el plan de Dumbledore si es que tenía alguno, aunque esto fuera contrario a mis deseos. 

La ira que había crecido desde la mención de mis tíos no se había ido aunque quisiera. Me preguntaba si eso habría de ser producto de la conexión con Voldemort pero ése año era aún más constante que el anterior y más intenso. No sabía a qué se debía.

Habíamos acordado con Eugene encontrarnos en un rincón del castillo que ambos frecuentábamos. Se había escabullido del comedor y había estado esperando allí, rezando que Filch no lo encontrara según él. 

Al verme, se acomodó los lentes con asombro.

- Nunca t-te había visto en vestido. T-Te queda bien - comentó él un poco más alto de lo que debería. Justamente, Filch pasaba por allí con su lámpara y la Sra. Norris detrás de él. Rápidamente, me acerqué a la esquina donde él estaba y tuve que pegarme a él para que no nos viera el celador, tapándole la boca. 

Por fortuna, Filch y su gata nos pasaron de largo y, aún mirando en la dirección en que se habían ido, suspiré. Miré a Eugene y su cara de terror era invaluable.

- Quita esa cara, ñoño. No dejaría que Filch nos atrapara - me burlé de él en un susurro y luego, salimos corriendo de allí y exploramos el castillo de noche con ayuda del encantamiento Lumos. Estuvimos bromeando y hablando en la Torre de Astronomía incluso hasta que él comenzó a bostezar y volvimos hasta la entrada de su Sala Común.    

Caminé en silencio a nuestra Sala Común y fui hasta mi dormitorio mientras el resto de los presentes en la fiesta se acomodaban en los sillones de cuero cerca de la chimenea, justo después de decir un indiferente 'buenas noches' y no recibir respuesta.

La hija de Voldemort: Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora