Al llegar a la Estación King Cross, Ron y Harry me dijeron que esperara allí para que pudieran hablar con el Sr. y la Sra. Weasley acerca de mi espontánea estadía en su casa. Miraba cerca de donde estaba la familia cuando noté que Molly giraba su cabeza hasta donde estaba. La saludé tímidamente con la mano a la altura de mi cadera. Ella sonrió y agitó su mano para que los siguiera. Con alegría, me acerqué a la entrada de la estación.
De camino a la Madriguera, hablamos de cómo había estado el colegio, si teníamos novedades, entre otras cosas. Los señores Weasley eran muy amables. El Sr. Weasley se veía maravillado con los objetos muggles cada vez que se mencionaba alguno y la Sra. Weasley tenía un corto temperamento para sus hijos, especialmente con Ron, pero con Harry y conmigo era de lo más amable.
Arribando al destino, el Sr. Weasley nos indicó que entráramos a la casa, que él llevaría nuestro equipaje y al llegar, así lo hicimos.
Con un hechizo, llevó los pesados baúles y jaulas hasta su casa. En la entrada, estaban Fred y George esperándonos. Ginny y Harry los saludaron primero y luego fui yo a abrazarlos.
- Hola, chicos. ¿Cómo se encuentran? He oído que su tienda es maravillosa - les comenté mientras me despegaba de ellos. Ellos sonrieron.
- Maravillosa como nosotros, ¿no, Lancaster? - preguntó quien asumo era Fred, guiñándome el ojo mientras me daba un suave codazo al bromear.
- No voy a alimentar su ego, señores - les expliqué levantando las manos en señal de rendición, divertida.
- Deberías venir algún día, te haremos un descuento - dijo George amablemente. Se acercó a mí, susurrando mientras se tapaba la boca de costado con una sonrisa -. No le digas a Ron.
Reí e hice un gesto de que me quedaría callada. Ellos me acompañaron adentro de la casa. Nunca había ido allí.
Era una casa muy humilde, hecha a medida, lo cual la hacía de lo más acogedora. De tantas habitaciones que tenía, me sorprendió que la casa no se cayera a pedazos. Aunque, claro, para eso existía la magia: para desafiar las leyes muggles, incluso la de la gravedad.
De intentar describir la casa, no le haría justicia. Era maravillosa. Tenía habitaciones para los siete hijos Weasley, aunque no estuvieran todos allí y se alzaba en medio de un gran campo verde de Devon, Inglaterra.
Al entrar, subí las escaleras de madera que rechinaban por el peso y me encerré en el baño. Me senté en la tapa del inodoro y cerré los ojos, concentrándome en las lecciones de legeremancia que me había dado mi padre ese verano. Respiré profundamente y le envié un mensaje.
- Mi Lord, lamento no poder estar allí. Estoy echándole un ojo a Potter - le comuniqué a mi padre, pensando en cuando hablé conmigo misma frente al espejo en el baño del tren para, precisamente, este momento y en la primera vista que tuve de la casa Weasley sin querer.
Todavía no sabía cómo crear ilusiones para comunicarme con él, pero por el momento enviarle recuerdos servía. Abrí los ojos y solté el resto del aire que contenía. De pronto, sentí cómo él entraba en mi mente. Me aferré a lo que pude mientras irrumpía en mis pensamientos.
- Espero no sea en vano, Theodora - afirmó, serio -. Mantenme al tanto y trae contigo algo útil - me advirtió y salió de mi mente. Respiré con dificultad aún con los ojos cerrados. Cuando pude nivelar mi respiración, me paré y lavé mi cara con agua fría. Odiaba todo eso. Me odiaba.
Fui hasta el cuarto de Ron donde estaba mi baúl y lo abrí para buscar un libro cuando me di cuenta de que había un frasco de tinta allí con las iniciales E. M. W. Debía de haberlo tomado por equivocación alguna vez en la biblioteca.
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La hija de Voldemort: Vol. 2
FanfictionSEGUNDA PARTE: TERMINADA PRIMERA PARTE: Disponible en el perfil - AVISO: les recomiendo a aquellos que leyeron el primer volumen antes del 01 de junio de 2020 que lo relean porque se hicieron importantes cambios en la trama - Tiempos oscuros azotará...