El cuartito del piso de abajo

77 28 11
                                    

Mi casa era bastante grande. Tenía tres pisos. Uno de ellos subterráneo, en ese piso no había demasiados cuartos. Había una lavandería bastante grande que ocupaba gran parte del espacio, un baño pequeño pero moderno y un cuartito que servía de bodega. Ese cuartito era muy oscuro, no se veía absolutamente nada adentro si apagabas la luz. Tenía una enorme cantidad de luces, pero aun así no las suficientes para sacar toda la oscuridad que vivía allí. Yo siempre odie ir ahí, me hacía sentir atrapada. La puerta era una de esas típicas para bodegas que solo tienen cerradura, pero no manilla y cuando se cierra estás obligado a volverlo a abrir con la llave.


Desgraciadamente tenía que ir a ese cuartito, tenía que ir a buscar unas copas, de esas copas tan lindas que no quieres usar para no arruinar los diseños. Tenía una comida en casa de mi madre muy importante para ella, me pidió que se las preste. Aún me acordaba el día que las compre, estaba volviendo del trabajo y estaba buscando un taxi.
Era más tarde que de costumbre y no encontraba un taxi por ningún lado. Y ahí estaban en una vitrina, se veían tan perfectas, una luz especial hacía que el vidrio brillara intensamente. Y casi sin pensarlo entré y las compré. Luego de eso se quedaron en el cuartito todo el tiempo.


Baje lentamente las escaleras, no quería llegar a la puerta. La llave estaba en mi mano, la examiné, no tenía nada especial era una simple llave, la verdad no sé qué esperaba encontrar. Cuando estuve frente a la puerta la metí en la cerradura y encajó perfectamente, lo cual era muy normal. Abrí la puerta de golpe, solo quería coger las copas e irme. Un olor a humedad salió del cuartito. Hacía mucho que no había entrado. Estaba completamente oscuro, prendí las luces. Mis ojos tardaron un rato en acostumbrase al cambio repentino. Encontré las copas en una caja arriba de todas. Me paré de puntillas e intenté alcanzarlas. Las cajas estaban una encima de otra, no era una estructura muy estable. Logre alcanzar las copas, cuando las vi me lleve una gran decepción, ya no tenían ese brillo tan bonito que me había atraído, ese sentimiento de vida que emanaban. De repente todo se calló. Me fui hacia atrás y me choqué con la puerta que se cerró. Las cajas cayeron sobre mí y yo me caí contra la pared, mi cabeza contra el interruptor. Las luces se apagaron.


Todo estaba muy oscuro, las cajas eran bastante pesadas y no lograba levantarme. Busque el interruptor, pero no lo encontré, seguramente estaba demasiado alto como para que lo alcanzara desde el suelo. Lo que si alcanzaba era la cerradura, busqué la llave en mi bolsillo, pero no la encontré. Empecé a angustiarme, ¿cómo iba a hacer para salir?
Todo era negro, negro y negro. Había una oscuridad muy pesada. Una oscuridad que parecía quietarle la vida y el brillo a cualquiera que se le acercara. Una oscuridad que cada vez se volvía más pesada y densa. Esa oscuridad que angustia y hace que tu corazón valla más rápido y que hasta tu propia respiración te asuste. Escuche que alguien pitaba, debían ser las 12, a esa hora me venía a recoger mi taxi. Grité lo más fuerte que pude, aunque sabía que nadie me escucharía. Respiré hondo y cerré los ojos. Sentí como la oscuridad me envolvía completamente, se acercaba más y más. Yo era una nueva víctima como todos los objetos que se encontraban en el cuartito. A todos sin falta les había quitado lo poco de vida que pudieron haber tenido.

- ¿Murió aplastada?
-No.
- ¿De hambre o de sed?
-Tampoco.
-Entonces qué pasó?
-Es bastante oscuro.
-No hay mucha luz.
-Ese no es el problema.
- ¿Entonces?
-No hay vida.

Después de las 12 (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora