Capitulo 2

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Los personajes de Naruto no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro. Advertencia: capítulo fuerte.

Apenas regreso Hinata de ver a Shisui y se fue a buscar a Neji, pero no lo pudo encontrar por ningún lado. Insegura, se dirigió hacia las habitaciones donde estaba la de su primo y tampoco en ese lugar encontró al joven, mas sin embargo, algo llamo toda su atención. La ropa que Neji usaba cuando salía del complejo, no se encontraba, como tampoco la mochila, la cual llevaba para guardar sus armas. Contrariada se sentó en la cama, para tratar de pensar en lo que estaba sucediendo.

La puerta de la habitación se abrió dejando entrar a Danzo con dos de los guardias que siempre estaban con él. Hinata se asustó cuando los miró entrar, pero de igual manera tenía que averiguar en donde estaba Neji.

—Danzo-sama...¿sabe dónde está Neji-nii san?—pregunto la joven, desconfiada por la sonrisa torcida que tenía ese hombre en sus labios.

—Me temo que tu primo se fue para no regresar—respondió parado frente a ella.

—¿Q-que quiere decir? ¿Como que ya no regresará?—Hinata sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, como si le hubieran arrojado agua helada encima.

Danzo disfrutó del miedo que exponía la hermosa joven. Él mismo, había mandado a Neji fuera del complejo, con el pretexto de alcanzar a los otros Hyugas para que les entregara unos pergaminos que el líder había olvidado y que sin ellos, no podrían ser recibidos en ningún país. El muchacho se resistió, argumentando que no podía dejar sola a su prima, pero él, no le permitió negarse. Tenía que desaparecer al joven que cuidaba de Hinata y una vez que el Hyuga partió, mandó a los ninjas renegados, los cuales tenía a su disposición, cuando quería hacer desaparecer a quienes le estorbaban.

Con un estorbo menos, la chica ahora estaba a su entera disposición. Sus hombres le informaron que la ojiperla se estaba viendo con un hombre a orillas del rio, haciéndole hervir la sangre. Sus planes estaban saliendo como quería y una vez que todo estuviera completo, tenía la intención de tomar a Hinata como su esposa, su mujer. Ella era suya, se lo dijo a si mismo desde el día en que la conoció, cuando la joven contaba apenas con 15 años y percibió algo diferente en ella, ademas de su belleza y personalidad.
Ahora cualquier hombre que se atreviera a querer quitársela, pagaría las consecuencias.

—No lo se, eso fue lo que dijo antes de partir. Mis hombres dicen que partió con la intención de formar parte de otras aldeas... al parecer sólo esperó que tu padre se fuera para también él, abandonar el complejo—le informo Danzo.

—No-no...él no pudo dejarlo todo, él no se iría sin despedirse de mi, me niego a creerlo—el anciano les hizo una señal a sus hombres, para que la sacaran de la habitación.

—¿Que hacen? ¡Suéltenme! Danzo-sama... por favor dígales que me suelten—Hinata rogó con la diminuta esperanza de ablandar al hombre.

Danzo se acercó a ella y le apretó las mejillas obligándola a mirarlo—Lo siento mucho princesa, pero me asegurare que nadie más toque lo que me pertenece—al terminar junto sus labios a los de la Hyuga quien no pudo defenderse debido al agarre de los hombres que obedecían sin cuestionar—Ya saben dónde llevarla—dijo a los Anbus y salió de la habitación.

Hinata se resistió, pero por mas gritos y forcejeos, no pudo lograr soltarse del agarre. Los Hyugas que veían lo que pasaba, permanecieron en silencio, sin molestarse en ayudarla, como si no hubieran sido esas mismas personas las que juraban lealtad al clan y a su padre.

La metieron en una de las edificaciones que usaban para interrogar a los enemigos. El lugar estaba equipado con cadenas que cortaban el flujo de chakra y también era a prueba de sonidos. Estando dentro de esos cuartos, nadie podría escucharla, ni tampoco sentirían su chakra.

Sentimientos ajenos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora