Capítulo 4

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Llega a casa algo nervioso con pedirles permiso a sus padres de que lo dejaran ir a la fiesta sabiendo que pocas veces le dejaban salir, subiendo a su cuarto se sienta en la silla que estaba en el pequeño balcón de su cuarto observando el bosque tan silencioso y reconfortante a la vez


Bajando a la cocina luego de haber sido llamado a cenar donde ya se encontraban todos sentados platicando de cosas triviales como cada día lo hacían.

-¿Cómo te fue en tu practica cariño? -preguntaba su madre observándolo.


-Me fue bien, la profesora Layla le encantó mi tono de voz -sonriendo por el pequeño recuerdo decide hacer la pregunta que tenía pensado desde que llegó -e...el viernes habrá una fiesta en casa de una amiga y me invito y me preguntaba si podía ir...-soltaba nervioso notando su cara de inconformidad y suspirando pensando en la respuesta.

-Está bien, llega a la una de la mañana, ni un minuto más ni uno menos -decía su padre sonriente.


Emocionado y sin poder creérselo termina de cenar mientras subía rápidamente a su cuarto para escribirle a su mejor amiga sobre la noticia.

-Si iré


-Genial, mi mamá nos buscara después de clases para llevarnos


-Nunca he cantado para muchas personas en mi vida


-Lo harás bien


-Lo sé


-Me despido, hare las tareas del viejo de matemáticas


-¿Aun en eso?


-préstame tu tarea


-Adiós, estoy pasando por un túnel


-¡hijo de puta, estás en tu casa!


-n.. te...le..a..di..os

Sonriente deja el teléfono en su cama y se sienta en el balcón a observar el bosque ya en penumbras siendo iluminado por la luz de la luna pensando en cómo había tomado la decisión recordando exactamente quien lo había motivado a hacerlo.


-Ni que lo hiciera por él, lo hago por que adoro cantar -murmura intentando convencer a si mismo más que una afirmación y viendo que era algo temprano decide ver una película para luego dormirse.


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Era viernes por la tarde y sintiendo no más que asco y repulsión al observar a Daniel besarse nada más y nada menos que con la madre zorra apenas lo veía notando no más que fastidio por parte del chico, cosa que no le prestaba la más mínima afección que solo leve pinchazos en su corazón.

-Ya deja de mirarlos, pareces un acosador -decia Kimberly sacanolo de sus pensamientos dándose cuenta que los observaba detenidanete mientras el chico la tenia en sus piernas.

-¿Tan obvio soy?


-Sí no fuera que eres un perdedor y un enano de mierda mal cogido diría que todos hasta lo olerían.


-que hija de puta eres -murmura rodando los ojos -vámonos de aquí, esto huele como si una perra acaba de entrar en celo.

Ambos chicos se levantan y se dirigen a donde se encontraba el gran árbol.


-¿Por qué te enamoras de cosas imposibles y de simples idiotas que no te saben tratar como mereces? -decía su amiga con voz molesta.


-Simplemente no lo sé -murmura notando que empezaba a llover yendo cada uno a su salón para continuar con las clases.

Contigo A La IntemperieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora