Mi destino eres tú - EN PAUSA Y EN EDICIÓN

Capítulo 23.

Antes de empezar con el capítulo, también tengo algo que decirles al final, los amo.
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El vuelo era largo. Los asientos del avión eran cómodos, ya habían pasado unas cuantas horas desde que el avión despegó. Bigi se encontraba junto a mí, se había quedado dormido hace más de media hora, dándome oportunidad de admirarlo. Observaba cada una de sus facciones, sonreí, mis ojos se detuvieron en sus carnosos y rosados labios, este chico era único, ¿cómo era posible que cada rasgo en él fuese tan perfecto?, sus ojos ahora cerrados eran mi parte favorita, eran aquellos quienes delataban sus sentimientos, los que con una sola mirada robaban cada uno de mis suspiros. Era la primera vez que lo veía dormir y por alguna razón disfrutaba mucho hacerlo, me daba tranquilidad saber que él estaba bien, a salvo, y junto a mí; se veía tan tranquilo y hermoso durmiendo.

Recordé la última vez en la que estuve en un avión, no era agradable hacerlo, no pude evitar sentirme un poco mal. Recordé el miedo y la tristeza que en ese entonces me sentía; pero intenté evitar esos pensamientos, la razón por la que esta vez abordaba este avión era diferente, está vez no estaba huyendo de mi pasado, incluso huyendo de mí, está vez era diferente, me sentía segura, me sentía estable emocionalmente,y de cierta manera sentía que había madurado; por último y lo más importante, estaba con las personas que me hacían sentir bien conmigo misma, las personas que amaba.

- ¿En qué piensas? - escuché la ronca voz de Bigi, no pude evitar sentirme nerviosa, respondí "en nada" y sonreí, él imitó mi acción y recargo su cabeza en mi hombro.

- ¿Te han dicho que te ves hermoso durmiendo? - pregunté, él volteó a verme con una sonrisa, pude notar un leve sonrojo en sus mejillas, se separó de mí para así poder ver mi cara.

- Siempre me lo dicen - dijo, sonreí y le di un pequeño golpe con mi codo, él sonrío y depósito de manera rápida un beso en mi mejilla.

- ¿también te dijeron lo lindo que te escuchas hablando dormido? - sonreí debido a que el sonrojo de su cara incrementó al escuchar lo último que dije.

- Yo no hablo dormido, Adams - sonreí al escucharlo nombrar mi apellido, eso era nuevo, y me gustaba. Él volvió a recargar su cabeza en mi hombro, tomó mi mano con las suyas, y empezó a jugar con ella, hacía pequeños dibujos imaginarios sin sentido, lo cual me parecía tierno, era nuevo para mí ver a Bigi ser más abierto, me gustaba. Dejó de hacer dibujos en mi mano, estaba callado, parecía pensar en algo, algo lo mantenía inquieto desde hace horas atrás.

- ¿Pasa algo, Jackson? - él negó no muy convencido, sólo lo observe, estaba bien si él no quería hablar sobre aquello que lo mantenía inquieto, pero aún así me preocupaba.

...

Veía por la ventanilla, estábamos llegando, solté un suspiro, el cual no sabía que estaba reteniendo. Estaba cansada.

Bigi parecía distraído, parecía confundido, intrigado, y para ser sincera comencé a tener miedo.

Al llegar al hotel que los chicos habían elegido, sonreí, estaba cansada, pero al mismo tiempo moría de hambre. Todo el mundo se dirigió a sus habitaciones, antes de que Bigi hiciera lo mismo se ofreció a acompañarme a donde yo me hospedería, junto a mi madre. Intenté negarme, pero él insistió, y bueno, siendo sincera no quería alejarme de él.
La habitación era sencilla, no era tan grande, eso me gustaba, tenía todo lo básico, la mobiliaria de color beige hacía lucir la habitación, le daba un toque elegante. La cama se encontraba en el centro de la habitación, el televisor estaba justo frente a esta.

- Es bonita... - murmure caminando a la ventana, no sin antes dejar la maleta. Pude escuchar unos pasos detrás de mí, sabía que era Bigi.

- Escuché que mis hermanos irían a cenar, ¿quieres ir? - gire sobre mis talones y asentí, me acerqué a él para poder abrazarlo, él sonrío y acto seguido besó mis labios. - Te espero abajo, iré a dejar mis cosas -, sólo asentí, dejó una pequeña maleta, maleta la cual se ofreció a traer al acompañarme, la dejó en la cama y se fue. Suspire, estaba empezando a tener miedo, sentía una presión inexplicable en mi pecho.