Uno: Yuqi.

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Sentada sobre el césped de un parque algo lejano al lugar en el que vive, esta ella llorando como es costumbre.

No hay día en el que no este ahí, sabe que es algo tonto que se ponga a llorar en un lugar público, pero no le da vergüenza.

Tiene la cara oculta en sus manos cuando siente una presencia junto a ella. Su primer pensamiento es que se trata de un perro o tal vez, un niño.

Se limpia las lágrimas y levanta la cara para mirar qué es.

Un chico está sentado a su lado, a su izquierda, tiene las piernas estiradas y esta recargado hacia atrás con sus antebrazos, al parecer disfruta del agradable clima.

Yuqi mira a su alrededor y después agarra su mochila, comienza a deslizarse hacia su derecha para alejarse de él.

—Había un hombre bastante sospechoso mirándote, no dudo que sea un pervertido que esperaba el momento adecuado para secuestrarte. —El chico se da cuenta de sus intenciones y habla.

—¿Hablas en serio? —Alterada, vuelve a mirar a su alrededor, pero otra vez, no hay nada raro.

—Se fue apenas me senté, ya lo denuncie con la policía. —Se sube las gafas de sol para mirarla.

—Gracias. —Responde ella. Sin pensarlo tanto se pone de pie y cuelga su mochila en su espalda.

Cuando está por dar un paso, él vuelve a hablar.

—En ocasiones, contarle a un desconocido tus problemas puede ser bastante reconfortante.

—Lo siento, no tengo ánimos de hacerlo. —Inclina su cabeza y por fin se aleja de él. Una vez voltea cuando está varios metros alejada, entonces se da cuenta de que no esta ahí.

Desapareció tan rápido como llegó.

Yuqi camina hasta la parada de autobúses y espera al que la dejará más cerca de su casa.  Un pequeño departamento que su padre compró cuando ella tomó la decisión de mudarse a Corea del Sur para comenzar con sus estudios universitarios.

De lo cual se arrepiente demasiado, no esperaba extrañar tanto a su familia, creyó que podría manejar las cosas sola. Que equivocada estaba, ahora no puede pasar ni un solo día sin llorar.

Ha sabido ocultar bien la situación a sus padres, ellos creen que su hija es feliz.

Justo cuando entra, su celular suena, es la llamada diaria de su madre. Se saludan y la señora toma el control de la conversación contando sobre su día.

—¿Cómo te fue hoy pequeña? ¿Ya comiste?

—Si. —Responde Yuqi con un nudo en la garganta. —Comí con Minnie y Soyeon. Después de separarnos fui a la biblioteca, había escuchado tanto sobre la cantidad de libros que verlo con mis propios ojos me dejo sin habla.

Era cierto que comió con sus amigas, lo de la biblioteca es una gran mentira, si tiene intenciones de ir, pero aún no encuentra una oportunidad, prefiere irse a un parque a llorar.

Finalizan la llamada después de media hora, Yuqi no evita llorar de nuevo al sentirse sola otra vez.

Poco después se decide hacer sus deberes para mantenerse distraída un rato.

. . .

Una vez más esta sentada en el césped. Después de pasar varias horas con Minnie (quien le pidió ayuda para entender una de sus tareas), creyó que sería suficiente para pasar el resto del día tranquila, se equivoco.

Nuevamente el chico del día anterior la vio y no dudo en acercarse.

Se sentó a su lado, colocó su mochila sobre sus piernas para abrirla y sacar una caja nueva de pañuelos desechables.

La abrió y la dejo junto a ella, después saco una pequeña bolsa desechable que también coloco ahí.

Yuqi extendió su mano hacia los pañuelos, dudando si era correcto o no.

—Úsalos. —Le dice él.

—Gracias. —Responde ella.

Se mantienen en silencio, ella observando a sus manos, él mirando al frente.

—Soy Wong Yuhkei, puedes decirme Lucas. —Suelta de repente. Ganando la total atención de ella.

—Dijiste que es bueno hablar con desconocidos, pero ahora conozco tu nombre. —Toma otro pañuelo para limpiarse la cara, las lágrimas se han detenido.

—¿Pensabas hablar conmigo sobre la razón por la que todos los días estás así? —Un poco emocionado se inclina hacia Yuqi, sonriendo.

—Otro día quizá, hoy tampoco tengo ánimos. —Guarda la bolsa de pañuelos usados y la guarda en su mochila, le entrega la caja que aun tiene.

—Conservalos, los compre para ti.

—Gracias.

—¿Ya te vas?

—Si, voy a la biblioteca. Adiós Lucas.

—Adiós.

Se despide, en esta ocasión él también se pone de pie. Al mismo tiempo cada uno se voltea hacia la dirección que tomarán (contrarias, por supuesto) y comienzan a caminar.






La biblioteca es tan grande como imaginaba, antes de buscar algún libro relacionado con sus materias, se decide a dar un largo paseo a través de cada pasillo.

Esta ahí hasta que avisan que están por cerrar, sale del lugar y espera un taxi, entonces llama a su mamá para contarle más detalles de su aventura en la biblioteca.

Esa noche duerme muy bien, siente que podría recurrir a la biblioteca como lugar de salvación. Comienza a creer que tal vez todo mejore para ella.








Y aquí esta el primer capítulo.
Nuevamente, espero que esta historia
sea de su agrado.

Lonely [LuQi]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora