𝙼é𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚄𝚌𝚑𝚒𝚑𝚊 . |𝑆𝑎𝑠𝑢𝑘𝑒 𝑈𝑐ℎ𝑖ℎ𝑎|

♛08♛

5 años después.

Sí, siempre era la maldita luz del sol la que interrumpía sus bellos sueños. Suzuna da un quejido y trata de voltear para evitar que la alarma suene pero chocó con otro cuerpo. Suspiró.

—¿Ahora qué hace este mocoso en mi cama? —se queja en voz baja.

—Te escuché. —murmura él con voz ronca, asustándola. La Senju talla sus ojos y gira a verlo; Sasuke despeinado era una belleza de otro mundo como todos los Uchihas. —Buen día, Suzu.

—Buen día, enano. —no puede evitar meter sus dedos en el cabello del chico para peinarlo. —¿Cómo amaneciste?

—Bien... —cierra los ojos.

—Claro que bien, ¿qué rayos haces otra vez en mi cama? ¿No se supone que tienes cuarto propio?

—Tenía frío.

—¿Y qué soy yo?

—Deja de ser tan ruidosa. —chasquea la lengua.

—Entonces de todos modos vete levantando, tienes clases. —lo trata de empujar por el pecho para tirarlo de la cama, pero el mismo Sasuke sujetó sus muñecas para que no impulsara más. —Sasuke...

—Podemos dormir cinco minutos más, deja de quejarte.

—Kakashi te estará esperando para tu misión, me lo comentó ayer. —se queja ella diciendo algo pero actuando completamente diferente pues abrazó el torso del pequeño para seguir durmiendo un poco más.

Huele a juventud. Piensa con una sonrisa.

—Kakashi siempre llega tarde... —se justifica el azabache.

—Tienes razón... cinco minutos no nos hará daño. —bosteza. Lo escucha reír.

—Eres la peor tutora.

Y sí que lo era, Sasuke llegó tarde a su misión y para colmo ella llegó tarde a su clase. Todavía impartía clases en Konoha aunque ella poco a poco ya no quería estar ahí, sentía que aunque pudo estar en parte de la infancia de Sasuke, ahora necesitaba estar más con él. Además de que se sentía cada vez más oxidada por quedarse dentro de un salón de clases.

—El día terminó, chicos. Pueden salir. —habla ella. Los niños festejan y rápidamente recogen sus cosas para irse de una buena vez de ahí. Suzuna se queda a arreglar su papeleo.

—Buenas tardes. —esa voz.

Cerró los ojos y contó hasta tres, no necesitaba nada con ese maldito hombre.

—Señor Danzo, ¿qué lo trae por aquí? —murmura ella neutra girando a verlo.

Tú lo tienes, maldito... su ojo...

—Vine a ver tu trabajo, es algo espléndido que seas una maestra reconocida. ¿Sabes? —habla con lentitud. —Tan talentosa hasta con los niños.

—Sí, lástima que el día ya terminó y yo estaba por irme. —ella alza su ceja acusadora. —Lo invitaré de la manera más atenta a que se retire.

—Siempre a la defensiva. —se burla él. —No seguirás molesta por lo que sucedió hace años.

—Señor Danzo... —la chica recarga su cuerpo en el escritorio. —... No sé qué tan ingenua y estúpida me cree pero no debería jugar con ello. Usted no me agrada y de una vez le diré que no dudaría en matarlo si la oportunidad se diera.