No conocía a Osamu Miya. No tenía más absoluta idea de quién era esa persona.
Eran completos extraños.
Y sin embargo ahí estaba, fingiendo ser su pareja de años. Pareja que, por encima de todo lo demás, había estado oculta de los ojos de su hermano gemelo. Era extraño recordar las horas antes de la dichosa cita, al menos para Yamaguchi, pero a las estrellas les encanta contar lo que ven. Y esta vez, todo es tan importante como lo que para los humanos es tan insignificante.
Porque todo es un detalle para el libro que estaban escribiendo.
—¡¿Con quién?! —exclamó Tadashi, mezclando sus palabras con su aliento escapándose de su boca y volviendo súbitamente hacia sus pulmones. Pudo sentir a Hinata alejarse un poco de su teléfono móvil debido a ello. Un pequeño desliz más antes de que acabara el día.
—Osamu Miya, Guchi —contestó el otro, estremeciendo la columna de Yamaguchi. Mierda—. O, S, A, M, U, M, I, Y, A. Osamu Miya. Miya Osamu. El gemelo de... A-Atsumu-san —agregó Hinata en medio del silencio, pintando las mejillas de Yamaguchi con un ligero rosado. Y una pequeña sonrisa en sus labios—. Vamos, el hombre de tus sue–
—Sé quién es... O-Osamu Miya, Sho —contestó finalmente Yamaguchi, su rostro tan rojo como la lava de un volcán. Y era injusto, porque podía escuchar la risa de Hinata del otro lado de la línea—. No entiendo de qué te estás burlando, señor no-puedo-dejar-de-pensar-en-Atsumu-Miya —y se dejó caer en su cama, sonriendo al sentir a su mejor amigo sonrojarse exactamente igual que él. Apreció el silencio por unos segundos, antes de sentir la respiración entrecortada del otro—. ¿Hinata?
—Él... Él me dijo que... Tampoco pudo dejar de pensar en mí —reveló, a lo que Yamaguchi tan solo sonrió, sentándose de golpe. Su corazón se aceleró por un momento, y no pudo evitar sentirse realmente feliz por su amigo—. Quiere que tengamos una cita este viernes. Quiere que le cuente lo que sucedió todos estos años en Brasil. Está interesado en mí, Guchi —continuó, robándole una nueva sonrisa a Yamaguchi gracias a su capacidad de pronunciar veinte palabras en cuestión de segundos. Estaba emocionado, y no era para menos—. Por eso necesito que seas la cita de Osamu-san... ¿Por favor?
Yamaguchi suspiró, y la sonrisa desapareció de sus labios.
—Hmmm... ¿Sabías que no vas a convencerme poniendo tu voz de niño perdido por teléfono? —preguntó, y escuchó a Hinata suspirar derrotado del otro lado. Volvió a dejarse caer en su cama, sonriendo—. Yo... Voy a pensarlo, ¿sí? Quiero... Quiero pensarlo —y Hinata sonrió. Yamaguchi podía sentirlo.
—¡Sí! —exclamó el de cabello naranja, esta vez siendo Yamaguchi el que alejó su teléfono móvil de su oreja. Y volvió a sonreír—. Te enviaré la dirección de la tienda de Osamu-san junto a su contacto, puedes preguntarle a él si llegas a perderte —explicó Hinata, y de alguna u otra forma el teléfono de Yamaguchi vibró, dándole a entender al de cabello castaño que los mensajes habían entrado. Hinata definitivamente era un completo misterio—. Por favor, piénsalo, pero estoy seguro de que al final del día querrás ir. ¿Cuándo has rechazado algo que tenga que ver con Osamu Miya?
Yamaguchi mordió su labio inferior, y se quedó en silencio por un par de minutos, tiempo suficiente para que Hinata le reprochara por haberse escapado antes de que su partido terminara, Yamaguchi prefiriendo guardarse lo que había sucedido esa misma mañana, aún sabiendo que su mejor amigo podría matarle si lo descubriera. Yamaguchi sonrió, y le deseó buenas noches a Hinata antes de cortar la llamada y dejar su teléfono móvil a un lado, cerrar sus ojos por un momento y dejarse llevar.
Maldito Hinata. Maldita la hora en la que decidió ser su mejor amigo. Maldita la hora en la que decidió confiarle todos sus secretos. Maldito el momento en el que Hinata decidió guardarlos bajo llave. Maldito él por dejarse llevar por una amistad. Pero por sobre todas las cosas, maldita la hora en la que el tiempo se detuvo para que Yamaguchi apreciara a Osamu. La mitad de todo era historia que el mismo Hinata se había encargado de borrar para que Yamaguchi no sintiera el mismo dolor que el pelinaranja sintió en su pecho aquel frío día luego del partido, aquel día en el que le encontró llorando desconsoladamente en la puerta del gimnasio. Yamaguchi estaba destrozado, y a Hinata le costó tan solo la mitad de todas sus emociones para entender lo que a su amigo le estaba pasando. Recuerda que Tsukishima le pidió que cambiara lugares con él –aquello sorprendiendo a la estrella de Karasuno, puesto que su lugar estaba justo al lado de Kageyama–, y recuerda haber abrazado a Yamaguchi hasta que este se durmió en sus brazos durante todo el viaje de vuelta a Miyagi, dedicándole una de sus más cálidas sonrisas al momento de separarse, pidiéndole que pasara lo que pasara, confiara en él.
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𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘳𝘴 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘬𝘺 𝘢𝘳𝘦 𝘧𝘳𝘦𝘤𝘬𝘭𝘦𝘴 𝘵𝘰𝘰 [OsaYama]
FanfictionA Tadashi le gustaba Osamu. A Osamu le gustaba Tadashi. Era una conexión extraña colisionando como dos galaxias fusionándose en una sola, separadas por una simple cancha de voleibol. Yamaguchi escogió el dejar ir un amor que nació en invierno y mori...