the stars are all friends.

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—¿Qué se supone que haga ahora? —susurró Yamaguchi al techo de aquella habitación, sus ojos iluminándose con pequeños puntos blancos hasta que el brillo acabó por encender toda la habitación, que ahora se encontraba repleta de estrellas.

Era su propia galaxia.

¿Qué es lo que quieres hacer, Yamaguchi-kun? —contestó la voz dulce y tranquila de una mujer, que con tan solo el sonido que creaba sus cuerdas vocales era capaz de eliminar todo rastro de molestia, cansancio y rabia del cuerpo de Yamaguchi—. ¿Qué es lo que deseas, Tadashi? —agregó, y el pecoso se sobresaltó al notar que las estrellas iban apagándose poco a poco hasta que lo único que iluminaba la habitación eran sus pecas.

—No quiero alejarme de él —la voz de Yamaguchi adoptó inconscientemente un tono de deseo, que no tardó en tomar forma de latidos, indicándole que su deseo estaba tan vivo como él en ese mismo instante. —Pero tampoco quiero ser solo su amigo —finalizó, sintiendo que de alguna u otra forma el desear las cosas y el querer las cosas eran completamente distintos, y que algo o alguien en el universo estaba dispuesto a escuchar por sus plegarias, incluso cuando él buscaba querer algo y no desearlo—. Quiero que él me ame.

No puedes forzar el amor en alguien, Yamaguchi —contestó la mujer, sus pecas encendiéndose cada vez que hablaba. Yamaguchi rodó los ojos hasta que estos cayeron sobre la pequeña abertura en la puerta de aquella habitación, la luz de afuera colándose por cada espacio disponible—. Y eso es un deseo demasiado egoísta —continuó, esta vez Yamaguchi cerrando sus ojos algo molesto. Tenía razón, y eso a muchas personas siempre parece molestarle de sobremanera—. Sin embargo, puede que lo mejor sea que sean amigos, ¿no lo crees?

—Mhm... —espetó el castaño, y volvió a abrir sus ojos, esta vez a la total oscuridad de su habitación, notando que la puerta estaba completamente cerrada, y luego escuchó pasos alejarse por el pasillo. Volvió su mirada hacia el techo, encontrándose con este completamente vacío, y finalmente entendió que se trataba de un sueño.

Uno más de aquellos sueños.

Durante gran parte de su vida, Yamaguchi tuvo –y sigue teniendo, claro está– unos extraños sueños en donde se encuentra a él mismo hablando con las estrellas, y estas le contestan como si fuera otra persona. Nadie en su entorno lo sabe, ni siquiera Hinata, y eso era porque el chico había decidido que ese sería su pequeño secreto y, aunque pareciera loco y para nada lógico, a él le servían los consejos que aquellas estrellas le brindaban.

Se llevó una mano a su boca para bostezar mientras caminaba por aquel oscuro pasillo, y no pudo evitar llevarse una mano a su vientre, sintiendo escalofríos recorrer su piel caliente cuando su mano congelada hizo contacto. Acabó por suspirar, y finalmente abrió sus ojos algo llorosos por su bostezo, encontrándose a sí mismo en medio de una cocina que no conocía para nada.

—Buenas noches, Yamaguchi-kun —dijo Osamu con una pequeña sonrisa, y el pecoso palideció. Su rostro fue pintándose de rojo lentamente hasta que se convirtió en un tomate, rostro que tapó con sus manos al sentir la mirada punzante de Osamu puesta en su persona—. ¿Quieres un café?

Yamaguchi respiró hondo y quitó sus manos de su rostro, aún sonrojado, para asentir sin mirar al mayor. Osamu volvió a sonreír y tomó una de las tazas que tenía cerca para rellenarla con la bebida, entregándosela a Yamaguchi cuando este logró recobrar la compostura y sentarse a un lado del pelinegro. Osamu le dió un sorbo a su café ya algo frío, mientras que Yamaguchi calentó sus manos en su taza antes de probar la bebida.

𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘳𝘴 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘬𝘺 𝘢𝘳𝘦 𝘧𝘳𝘦𝘤𝘬𝘭𝘦𝘴 𝘵𝘰𝘰 [OsaYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora