El sol es naranja.
Esas fueron las palabras que Atsumu le dijo a su hermano mientras el resto del equipo dejaba aquel gimnasio preparado para el torneo. Atsumu siempre había sido demasiado bueno con las palabras, quizás lo suficiente como para sonar convincente cuando buscaba o quería algo que le interesaba, más en ese momento había confundido completamente a Osamu, quien prefirió callar porque, al igual que él, su mente estaba inundada en pensamientos poco claros con respecto a un millón de cosas, al mismo tiempo que nada.
Y, de hecho, no hablaron sino hasta entrada la noche, cuando ambos dejaron caer sus cuerpos cansados en sus respectivas camas.
—El sol es naranja, 'Samu —pronunció bajito, esperando que sus palabras se deslizaran por el colchón hasta la cama de abajo y le llegaran a los oídos de su hermano, aunque sabía a la perfección que su hermano le había escuchado como si esas palabras las hubiera dicho él. Nuevamente, Osamu optó por el silencio, girándose hasta quedar frente a la pared—. El sol es naranja, y quiere que me acerque a él. Creo que me voy a quemar, 'Samu
Un par de ojos marrones se abrieron en la oscuridad de aquella habitación, y Osamu se levantó de su cama, parándose frente a Atsumu, mirándole directamente a los ojos. Su rostro enrojeció, y notó que lo que tenía al frente era prácticamente un reflejo de sí mismo. Una parte de su cabello desordenado caía libremente sobre su rostro, tapando parte de su notable sonrojo que sabía no podía ocultar de su hermano. Nada era lo que parecía, y sin embargo ambos entendieron a la perfección lo que había sucedido. Porque, de alguna u otra forma, ambos habían sentido lo mismo al mismo tiempo, aunque de distinta forma.
Ambos se habían enamorado.
Si bien Osamu prefirió callar completamente los pensamientos que Atsumu tenía permitido leer dentro de su mente, Atsumu era un caso completamente distinto. No tardó en taladrar la cabeza de Osamu hasta el punto de querer taparse los oídos con lo primero que tuviera a su alcance, golpeando a Atsumu para que al menos tuviera la decencia de callarse. Recuerda que una noche Atsumu había saltado bruscamente de su cama, despertándole por una estupidez que no podía reprocharle puesto que él había pensado en hacerla muchas veces y no tenía la valentía suficiente para hacerla. Y, como era de esperarse, Osamu le detuvo.
—No puedes ir hasta Miyagi en medio de la noche para pedirle su número de teléfono, idiota —trató de gritar en un susurro, tomando el brazo de su hermano para que volviera a su cama. Atsumu bufó, y soltó el agarre de su hermano girándose nuevamente hacia la puerta, dispuesto a terminar con todo su infierno—. ¡Atsumu!
—¡Cállate! ¡Iré a ver al amor de mi vida y le pediré su número! —contraatacó Atsumu, volviéndose a Osamu dispuesto a pelear contra viento y marea para que se cumpliera su estúpido sueño de secundaria. Osamu aprovechó su momento de debilidad dramática para saltar hacia la puerta, tomando a Atsumu por los hombros, que no tardó en comenzar a patear a su hermano para que le dejara salir—. ¡Déjame! ¡Iré a por él y haré que se enamore de mí! ¡Nos casaremos y tendremos una casa lejos de tu estúpida cara!
—Atsumu —llamó Osamu, esta vez haciendo oídos sordos a la infinita cantidad de estupideces que su hermano estaba creando con su mente y vociferando con su boca—. Atsumu, cállate y escúchate, por favor —imploró Osamu, a lo que Atsumu calló por un segundo, viendo directamente a los ojos a su hermano—. ¿No crees que eso es un poco egoísta de tu parte?
Y Atsumu palideció. Todo movimiento de su cuerpo frenó en seco, sintiéndose pequeño debajo de las manos de su hermano, que soltó sus hombros al notar que no intentaría una nueva locura si lo dejaba libre. Atsumu respiró hondo y bajó su mirada hacia sus pies, dejando caer la enorme mochila que cargaba en sus hombros, y luego le daba la espalda a su hermano, dejándose caer sobre su cama. Osamu suspiró, y optó por subir a la cama de arriba, dejando a su hermano continuar con su berrinche en la que era su cama. Aquello no sucedía jamás, y sin embargo prefirió dejarle ser, pensando que quizás se calmaría al menos un poco de toda la sarta de emociones que parecía no poder controlar.
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𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘳𝘴 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘬𝘺 𝘢𝘳𝘦 𝘧𝘳𝘦𝘤𝘬𝘭𝘦𝘴 𝘵𝘰𝘰 [OsaYama]
FanfictionA Tadashi le gustaba Osamu. A Osamu le gustaba Tadashi. Era una conexión extraña colisionando como dos galaxias fusionándose en una sola, separadas por una simple cancha de voleibol. Yamaguchi escogió el dejar ir un amor que nació en invierno y mori...