a group of stars form a Constellation...

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Osamu le había besado.

O habían sido sus sueños, o era la más placentera de las realidades, y Yamaguchi no podía distinguir entre ambos. A veces se preguntaba si sus sueños se hacían realidad cuando menos se lo esperaba, o si la verdad era que su vida en sí era un gran sueño, uno en donde una que otra vez las cosas parecían retorcerse para mostrarse como una pesadilla, y otras se endulzaba para mostrarse como el más excitante y adictivo de los sueños.

Y ese momento, el que no lograba distinguir si era el primero o el segundo, entraba dentro de esa categoría. Durante la primera semana de convivencia con el mayor, Yamaguchi sufrió las consecuencias de vivir demasiado lejos de la universidad, la universidad misma y su nuevo trabajo en la tienda, y si alguien le preguntaba en ese mismo instante le diría que estaría necesitando dormir por tres días seguidos antes de poner en marcha su vida con sus nuevos arreglos. Más no era algo que a Yamaguchi no le haya sucedido antes –al menos, sin la parte de vivir lejos agregada–, y eso, por más que no lo quisiera o lo evitara, Osamu acabó notándolo.

—Dashi... Oye, Dashi, despierta —le llamó una noche en medio de la cena, justo antes de que su rostro cayera de lleno sobre la comida—. ¡Dashi! —gritó, quizás exagerando un poco, y Tadashi se despertó sobresaltado en su lugar, mirando a todas partes y luego al mayor—. Lo siento.

—¿Me estaba quedando dormido? ¡Lo siento! ¡No es por tu comida! —trató de excusarse, y tan solo se ganó una amable sonrisa de parte del pelinegro—. Estoy exhausto, creo que iré a la cama ahora mismo... —agregó, sus mejillas algo sonrojadas por su accionar, algo que Osamu había aprendido a sobrellevar a la fuerza.

La verdad era que Osamu se moría por saltar por encima de la mesa y besarle con pasión, abrazándole por la cintura, sintiendo sus labios unirse en una potente colisión entre dos galaxias que buscaban fusionarse a cualquier costo. Se moría por llenar el rostro de Yamaguchi de miles de besos, y se moría por ser el único que pudiera probar los labios del menor cuando quisiera y donde quisiera, siempre y cuando el pecoso estuviera de acuerdo. Se moría por abrazarle, por sentir contacto, por sentir que Yamaguchi jamás se iría de su lado y que le abrazaría cuando se sintiera mal o cansado. Se moría por vivir con él, respirar junto a él, sentir su corazón latir al mismo ritmo que el del menor, sentir que el aire escaparía de sus pulmones si Yamaguchi llegaba a abandonarle. Osamu se moría por Tadashi.

Y sin embargo no se atrevía a decir nada.

—Has estado muy cansado esta semana, ¿quieres dejar de trabajar en la tienda? —ofreció Osamu, dejando sus palillos a un costado de su plato. Tadashi levantó la mirada hacia el mayor, sosteniéndola por un segundo, y luego la volvió hacia su comida, asintiendo sin mirarle a los ojos, algo avergonzado—. Está bien, no hay problema.

Yamaguchi no podía ver a Osamu directamente, y eso al pelinegro le hacía sentir nervioso. Vacío, quizás—. Lo siento, no suelo rendirme en estas cosas... —explicó, y esta vez sus mejillas abandonaron su color rosado para colorearse de un rojo más intenso, cuando levantó la mirada finalmente hacia Osamu—. Pero la universidad me está matando, y en dos semanas tendremos exámenes, y...

—Está bien, Dashi, no necesitas explicarme nada —frenó Osamu, sabiendo que el menor comenzaría para no terminar enlistando una enorme cantidad de excusas, excusas que a Osamu realmente no le interesaban. Si por él fuera, Yamaguchi estaría viviendo sin pagar un solo yen, pero sabía que el menor acabaría discutiendo por ello—. Tómate tu tiempo, y avísame cuando creas considerable el volver, ¿está bien? —dijo, y Yamaguchi sintió que le sacaban un peso de encima. Ambos sonrieron, y Osamu decidió continuar con su comida.

—¿Sabes? No quiero dormir —dijo Tadashi, Osamu comiendo como lo hacía todo el tiempo, según el pecoso, quien no sabía porqué no estaba gordo a ese punto—. ¿Podemos ver una película o algo? —preguntó, y Osamu levantó su mirada hacia los ojos del menor, sabiendo que ese siempre iba a ser su más grande error.

𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘳𝘴 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘬𝘺 𝘢𝘳𝘦 𝘧𝘳𝘦𝘤𝘬𝘭𝘦𝘴 𝘵𝘰𝘰 [OsaYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora