10.

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     Jeremy baja de su coche frente al club Apogeo, se queda mirando el frente, el cual esta en reparación debido al ataque sufrido la otra noche, pero aun mantiene sus puertas abiertas, se había pasado por la joyería como fiscal y ahora se daría una vuelta por el club pero como un cliente casual que solo viene a observar a las chicas arriba del escenario. El Apogeo esta gerenciado por una mujer de nombre Layla, que se vio en la necesidad de recurrir a un socio como Tobías Mason para mantener su negocio a flote, con los años el club se hizo de la fama que hoy lleva.

Se acerca a los dos guardias que vigilan la entrada, hombres bajo las ordenes del brazo derecho de Layla, Dix.

-Buenas noches.

-Buenas noches, ¿pase?.

    Jeremy extrae de su chaqueta de cuero negro la tarjeta, al club no entras así nada más, debes tener una tarjeta negra con un código QR que los de seguridad escanean al entrar, no le fue muy difícil conseguir una, tuvo que enfrentar a un juez asiduo al lugar a cambio de mantener su secretito a salvo de su esposa, el hombre no tuvo muchas opciones así que opto por la tranquilidad de su hogar.

-Adelante.

-Gracias.

Los guardias se miraron, el moreno de la derecha saca su teléfono, busca entre las imágenes y encuentra  enseguida lo que esta buscando, la foto del fiscal.

-Es el fiscal-le avisa a su compañero.

Este asiente.

-Daré aviso.


    En el interior Jeremy observa el lugar, las luces hacen juego de baile sobre el escenario donde las chicas de Layla bailan siguiendo una coreografía  muy sensual, con unas sillas puestas y látigos. Se acerca a la barra y pide un vaso de whisky, Layla y su jefe de seguridad alertados por su presencia se asoman desde el piso de arriba donde esta ubicadas las oficinas. Jeremy levanta la vista y esboza una sonrisa. Layla vestida un impecable traje y corbata de diseño femenino baja las escaleras.

-¿Noche libre señor fiscal?-Layla se sienta a su lado-un gin tonic-le pide a su barman.

Jeremy sonríe, apoya su vaso sobre la servilleta con el nombre del club en letras doradas.

-¿No se les escapa nada no?.

-La seguridad aquí mantiene a salvo a mis chicas, es imperioso saber sobre nuestros clientes-contesta-. Mi trabajo es saber lo que quieren, de esa forma mis chicas le darán lo que desea acorde a sus requerimientos.

-Eso es lo que pone a su negocio entre los mejores.

-Eso y las reglas, aquí respetamos la privacidad de quienes vienen a buscar un poco de distracción de su vida cotidiana, la rutina los conviertes en robots, ellos buscan escapar de eso.

-No solo ellos-señala a un par de clientas mujeres en los reservados.

Layla sonríe.

-Los hombres siempre creen que son los únicos en buscar un poco de placer.

-¿De dónde las saca Layla?.

Sus labios rojos carmesí forman un rictus severo.

-No trato con tipos que venden mujeres, si es a lo se refiere, conozco a algunos, si, pero yo o hago eso, mis chicas y chicos vienen por su propia voluntad bajo recomendación por otro anfitrión/a.

-Así que usted es la pocas que lo hacen todo legal ¿no?, eso me deja tranquilo (?)-contesta con ironía.

Layla hace un gesto a una de sus chicas, la joven tiene el cabello suelto a la altura de los hombres aunque es una peluca.

IMPERIO  (EDITANDO*)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora