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— ¿Por qué no le dices que te gusta y listo?— preguntó Jisoo, cansada de decirle exactamente lo mismo a su amiga

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— ¿Por qué no le dices que te gusta y listo?— preguntó Jisoo, cansada de decirle exactamente lo mismo a su amiga.

Era igual cada día...

—Jungkook no me gusta— intentó afirmar Lalisa, más las tres chicas presentes sabían que mentía.

Podrían estar de pie a dos kilómetros de distancia pero notarían como la saliva caería de la boca de Lisa al piso sólo por ver a Jungkook.

—No sé cómo es que el aún no lo nota— habló Jennie comiendo unas papas fritas de la cafetería.

—Es un hombre— habló Chaeyoung— ellos nunca lo notan.

—Miren esos brazos— habló Lisa, totalmente ausente de la conversación y perdida en Jungkook quién reía con sus amigos— y esas piernas anchas— dijo sosteniendo su rostro para auto-controlarse.

La mirada de Rosé viajó hacia unas cuantas mesas al lado, donde su mejor amigo Jungkook tomaba su merienda de medio día, y le dio la razón a su amiga mentalmente, mientras la Tailandesa era regañada por Jisoo al tener tales pensamientos. Sí que se veía frutos de sus idas al gimnasio.

La campana que llamaba a todos a su siguiente clase salvo a Chaeyoung de pensar de más.

Las chicas fueron hacia su salón de clases, todas siendo saludadas por quienes pasaban al lado, la mayoría de veces no sabían los nombres de todos, pero bueno... era normal para cuatro tipicas ulzzangs y justo detrás de ellas, los deportistas.

Tenían clase de Lengua Coreana, así que cada uno fue a sus asientos, o bueno, eso era lo que se suponía, pero la verdad era que ninguno se sentaba hasta ver al profesor correspondiente cruzar el umbral de la puerta.

Rosie posie— Chaeyoung rodó sus bellos y pequeños ojos ante el apodo de uno de sus mejores amigos, Jeon Jungkook, o más conocido como el amor platónico de su amiga Lisa.

—Jungkook— lo saludó, no habían hablado antes debido a las clases, y sus respectivos grupos cercanos no eran tan amigos, pero eso estaba cambiando, los once chicos se habían vuelto más amigos en ese último año pero no al punto de comer juntos en la cafetería, cada grupo tenía sus propias conversaciones.

Pero aun así, Rosé y Jungkook eran los más cercanos con respecto a una amistad.

—Cambie de opinión, ya no quiero el numero favorito de Yeri en mi uniforme— dijo de forma clara y directa, se tenían la suficiente confianza para habla sin rodeos.

O eso creía.

— ¿Tan rápido terminaste con ella?— preguntó sin sorprenderse.

—Algo así— hizo una mueca que ha varias chicas les pareció atractiva— de hecho creo que nunca salimos.

—Me lo imagine— levanto sus hombros— pero un momento creí que era en serio— confesó— me la creí al escuchar el gran besador que eres de parte de ella, y al verte a ti— tocó su pecho— querer usar el numero favorito de ella en su uniforme.

shh! •rosékook• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora