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Aquella noche se trataba de ella y su oscuro ser, tenia frente a ella una botella de vino junto con su respectiva copa, tratando de escapar de alguna forma de sus sentimientos y pensamientos los cuales no eran nada agradables...Simplemente estaba harta de tratar de protegerse a si misma con una sonrisa, cuando en realidad luchaba con sus demonios internos y en aquella ocasión se permitió sacarlo, dejando así al descubierto ante todos en aquella reunion benéfica que no solo Cayetana era una impostora, sino también que Guzman le había engañado con la beduina dándose por vencida con aquella relación que mas que buenos momentos fue llena de tormentos, malas desiciones y sobretodo mentirás.

Su madre siempre le había dicho que ella tenia todo para ser feliz, lo cual era cierto. Era bella, inteligente y heredera de una gran fortuna, sin embargo a pesar de todo aquello su vida no era fácil por que debía parecer como cual princesa de cualquier película de Disney, siempre perfecta a pesar de que por dentro se estuviera cayendo a pedazos y ni siquiera pudiera pasar por aquel momento de tristeza por que su vida iba muy rápido, tanto así que ya nada la impresionaba.

Había sido un horrible día para la chica de 17 años, la cual a su corta edad podia decir que de seguro había vivido mas que una de 25. Al entrar a su enorme casa las cosas no mejoraron, ya que seguía sintiendo aquel vacío, lo cual era algo inaudito por que aquel lugar que consideraba su hogar era en aquellos momentos tan gélido, distante. Aunque la que estaba mal allí era ella no aquella casa o aquellos padres ausentes. Lu sentía como si llevara algo pesado a cuestas y que le era difícil continuar con eso a sus espaldas, sin emociones cuando lo que de verdad quería era encontrarse a si misma con aquella Lucrecia risueña, con el único sueño de ser feliz. Suspiro y subió pesadamente la escalera, mientras no pudo evitar que algunas lagrimas fueran derramadas sacando así aquellas emociones que le habían sobrepasado esa noche; las cuales fueron borradas rápidamente por que eso era lo que había aprendido desde pequeña; las chicas grandes no lloran.

Paso por la habitación iba a seguir de largo, sin embargo algo le detuvo, escuchar aquella suave risa. Sabia que estaba mal lo que haría, pero solo aquel yonqui era capaz de darle un poco de paz a su alma atormentada. Lucrecia necesitaba tanto ser amada, sentir de nuevo después de tanto tiempo  lo que era que alguien se entregara a ella sin querer algo a cambio, así que con pasos seguros retrocedió; ni siquiera tuvo que tocar la puerta por que esta estaba abierta mostrándole a un Valerio apacible.

Ella entro y sus tacones hicieron que Valerio le mirara, ella tiro en el sillón su chaqueta y el bolso para después con pasos decididos acercarse y sentarse en la cama del chico, de cual solo tuvo que verle a los ojos para saber que algo andaba mal; iba a preguntarle que le sucedía sin embargo Lu fue mas rápida y le beso, aquel que había anhelado desde su llegada a España así que le respondió con la misma hambre que la chica sentía por el.

Aquella noche las palabras no fueron necesarias por que Lu no quería hablar; sino mas bien sentir y eso fue lo que hizo Valerio. Sus caricias y besos fueron mas que suficientes para calmar, dar algo de paz a aquella Lu destrozada por las personas que había confiado, haciendo que ella volviera a creer que aunque los demás le abandonaran o traicionaran Valerio estaría allí a su lado, como siempre había sido -No me traiciones Val- mencionó suavemente mientras acariciaba el pecho desnudo de este -Nunca lo hare- respondió acariciando el pelo de esta y lentamente con aquella caricia Lu se quedo dormida.

One shot - ValuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora