Magical Love in our Hearts |Finalizada|

-Magic 26. El collar del rey dragón de fuego. -

Las palabras pueden generar esperanza, destruir ilusiones o crear un sinfín de malentendidos para quien las recibe y para quien las expresa. 

-Antes que nada, ¿Cómo les fue en su travesía?

-Efectivamente encontramos el nuevo mundo, pero este ya fue tomado por alguien más.

-Impresionante, aunque predecible.

-Se nos permitió estar en este por un tiempo gracias al símbolo de la realeza que portaba el barco. De lo contrario, no estaríamos hablando en estos momentos contigo.

-Menos mal, pero es una lástima... Estaba cambiando de parecer con respecto a ese tema.

-Sabes que no íbamos con ese objetivo, Natsu.

-Lo sé, Zeref.

-Ahora que lo pienso, ¿Dónde está August?

-En el palacio, cuñada. (No puedo decirles que lo perdí de vista).

-Ah. (No tiene ni idea de donde está realmente) Deseo poder verlo después de hablar contigo.

-Si.

-Bien, los escucho.

-Antes de hacerte entrar en razón sobre esta absurda guerra, hay algunas cuestiones muy delicadas de las que debes enterarte.

- ¿De qué se tratan?

-Durante nuestra travesía, conocimos a muchas personas y entre ellas, una que nos ayudó en más de una ocasión.

-Su nombre era Acnologia.

-En un principio nos resultó extraño su ayuda. Hasta que, en una noche de lluvia, nos contó sobre dichas cuestiones que nos hicieron cambiar de perspectiva.

-Los escucho.

-Bien.

-Flashback-

-Mi mujer y yo agradecemos su constante ayuda, señor Acnologia.

-Lo hago con gusto, príncipe Zeref.

- ¿Cómo sabe mi nombre y posición?

-Si usted está aquí, significa que el joven Natsu fue nombrado rey del imperio occidental.

-Así es, pero aún no ha respondido mi pregunta.

-Si se dé usted y su familia es porque fui consejero de su padre por mucho tiempo.

- ¿Eh?

-Claro que eso fue mucho antes de que su majestad se desposara con la reina Elie, ascendiera al trono y nacieran ustedes.

-Comprendo.

-Me imagino que estos ya murieron.

-Si, por desgracia.

-El rey, ¿murió por culpa de E.N.D.?

-Lamentablemente, sí.

-Es una lástima, le tenía mucha estima... Pero me imagino que decidió acabar con este para protegerlo a usted o a su hermano menor.

-Fue a mi hermano, aunque este se culpó por mucho tiempo.

-Pobre de él, aunque no creo que su majestad deseara que su hijo viviera con la culpa de su muerte.

-Lo sé.

- ¿Sabe su alteza? Me sorprende el hecho de que su padre respetara la memoria de su madre hasta su muerte.