Capitulo 5 ∞

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                                                       ¡ESTA AQUÍ!

Ruth se rió y se alejó de mí. Me di la vuelta y caminé hacia las personas que estaban reunidas, bailando.

Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de la música y luego de unos minutos un chico se acercó a mí y ambos comenzamos a bailar. Entre bailes y bebidas los minutos pasaron hasta convertirse en una hora; una hora de estar bebiendo y bailando como si mi vida dependiera de ello.

Ruth se acercó a mí y me jaló hacia ella, sonriéndome mientras se terminaba una bebida. Le sonreí de vuelta y seguí moviéndome.

—Vamos a poner cachondos a estos chicos—gritó Ruth. Sabía lo que quería decir con eso; teníamos que bailar sexy.

Y comenzamos a hacerlo, atrayendo varias miradas y por supuesto, pretendientes. Me reí, y dejé que un chico se acercara y se posicionara detrás de mí. Bajé mi cuerpo, presionándome más contra él, moviéndome de arriba a abajo. Bebí más y más. No podía parar. Lo que estaba viviendo era épico.

Todos los pensamientos que incluían a Cody habían desaparecido. Solo tenía tiempo para bailar y bromear con el chico que estaba frente a mí. En mi estado, ni siquiera pensaba en lo que estaba haciendo, lo único que podía pensar era en el ahora.

Seguí bailando con el rubio, hasta que Ruth se acercó y me tomó de la cintura, obligándome a mirarle. Fruncí el ceño, confundida, pero sin dejar mí baile.

—Tengo que hablar con ella—sonrió, disculpándose con el chico que estaba bailando conmigo, él frunció el ceño y luego se alejó.

—¿Qué pasa?—me quejé.

—Cody está aquí—dijo con urgencia.

—Sí, claro—me reí.

—No, en serio; Cody está aquí—me sacudió un poco, como para hacerme volver a la realidad.

Me reí más fuerte, y me abalancé sobre ella para abrazarla.

—Oh, eres tan graciosa Ruth. Te quiero—chillé.

—No, Nicole, escúchame, está aquí y te está buscando. Está... —dejó la frase en el aire cuando de repente la música se detuvo.

Todo el mundo dejó de bailar. Nos quedamos en silencio e inmóviles mientras todos miraban para ver quién había quitado la música. La gente dejó de quejarse y entonces miré hacia el frente.
Cody.

Me entró el pánico, ¿qué iba a hacer? Miré a Ruth.

—Ayúdame—dije.

Asintió y puso su dedo en mis labios. Tomó mi mano y me empujó detrás de ella.

—Cuando te diga que te muevas, te...

Fue interrumpida por la voz de Cody; sonaba herido, furioso. Me dolía oírlo así.

—Pondré la música de nuevo tan pronto encuentre a Nicole. Sé que está aquí—sus últimas palabras se convirtieron en un seseo de ira.

Maldición. ¿Por qué no me dejaba en paz? Mi estómago se revolvió y sentí ganas de vomitar.

Hubo un silencio incomodo, hasta que una chica borracha levantó la mano y exigió—: ¡Pon la música otra vez!

—La pondré cuando me digan en donde está Nicole. Es tan simple como eso.

Me doblé hacia abajo, no podía entregarme. No ahora que estaba disfrutando de la fiesta. Estúpido Cody.

Un hombre detrás de Ruth se volvió hacia nosotras, obviamente estaba borracho, pero tenía suficiente sentido común como para reconocer a alguien que había estado en su colegio por más de seis años. Parecía un poco confundido al principio hasta que reconoció mi rostro.

—¡Está aquí! —dijo.

Ruth le dio un codazo en el estómago y él se quejó.

—Idiota—susurró.

Pero ya era demasiado tarde; más personas comenzaron a girarse hacia nosotras. Los gritos se hicieron más fuertes cada vez, y la gente poco a poco comenzó a rodearnos.

—Nena, te estoy esperando—me estremecí por la forma en que Cody me habló.

Ruth se aferró a mí con fuerza cuando una ola de adolescentes borrachos me empujó hacia Cody. Vi que Cody tenía una ceja levantada, sin embargo, se quedó quieto esperando pacientemente. Su cabello rubio estaba levemente despeinado hacia arriba como si hubiera pasado sus manos a través de él una y otra vez. Tenía una camiseta roja de Nike con unos pantalones grises de chándal. Maldita su buena apariencia.

—Basta—espeté a medida que más gente me empujaba.

Cerré los ojos mientras Ruth trataba de mantener a raya los empujones.

—Nicole—susurró Cody. Me estremecí, su voz era tan ronca.

Abrí los ojos para ver a Cody quién me miraba, había dado un paso hacia delante, por lo que casi me estaba tocando. Tragué saliva.

—Cody, ¿qué estás haciendo aquí? —estaba tratando de hacerme la tonta.

Apretó la mandíbula.

—¿Sabes por qué estoy aquí? —bajó la mirada. Sus ojos se estrecharon, volviéndose oscuros. Juntó las cejas. Me apretó la mano. —¿Qué es lo que llevas puesto?

No contesté, fruncí los labios desafiante. Me agarró, pasando un brazo por encima de mis hombros y empujándome hacia la puerta principal.

—Vamos.

Luché contra él.

—Déjame, Cody.

Salimos de la fiesta, las personas mirándonos como entes. La música volvió en cuanto cerraron las puertas de la casa de Landon, como avisando que ya no éramos bienvenidos.

—Cody, ¡para!

Él me detuvo, apretándome contra él.

—Eres mía—gruñó. —Recuérdalo; Nunca te dejaré ir—entonces estrelló sus labios contra los míos.

Traté de hacer caso omiso a las chispas que fluyeron a través de mí; el calor, la lujuria, el amor. Era casi abrumador.

—Cody. Para—le espeté, molesta.

No le devolví el beso, no importaba lo mucho que lo quisiera, sin embargo él seguía moviendo sus labios y agarrando mis brazos con la suficiente fuerza como para mantenerme cerca de él.

—¡Para, Cody! —logré empujarlo, y retrocedí.

Parecía sorprendido, y conmocionado... me dolía verlo así. Estaba dolido, pero yo también lo estaba. No me gustó para nada lo que hizo en la fiesta, yo no era su maldito juguete.

—Nicole...

En ese momento Ruth llegó corriendo hacia nosotros.

—Cody, voy a llevar a Nicole a su casa. Ya te puedes ir—dijo enfáticamente. Me agarró con fuerza el brazo y comenzamos a caminar lejos de él.

Lo miré por encima de mi hombro, incapaz de apartar los ojos de su cara.

—Nicole, mira hacia otro lado, te dolerá más si no lo haces—dijo Ruth.

No podía apartar la vista, el vínculo, el amor entre nosotros era demasiado poderoso.

—Recuerda mi promesa—gritó Cody.

Me estremecí, y luego me enfadé. ¿Cómo se atrevía? Yo me mandaba a mí misma, tenía que darse cuenta de eso. Aparté la vista. Nuestro rompimiento era lo mejor, por el bien de los dos.

—¿Quieres quedarte un poco más? —susurró Ruth.

—No. No estoy de humor para más—cerré los ojos y apoyé la cabeza en el hombro de Ruth.

Caminamos por la calle, ignorando los pasos detrás de nosotros.

Cody el PosesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora