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La mayoría de los asesinos estaban reunidos en la Finca McMillan, a excepción de Michael Myers, Caleb Quinn, Kazan y Rin Yamaoka.

—No creí verte por aquí, con eso de que los expedientes te llegan directamente después de las asambleas.

Habló Evan, ofreciéndole una lata de refresco abollada.

—Sally me obligó y no quiero ser yo el segundo que le lleve la contraria.

—Tienes razón, con Philip fue suficiente.

El trampero rió por lo bajo, el recuerdo del rostro avergonzado de Ojomo siendo regañado por la enfermera aún le causaba gracia, aunque tuviera sus años ya.

—¿Y Amanda?

Cuestionó Herman.

—¿Amanda?

La pregunta tomó desprevenido al heredero de las fincas, no sabía a qué se refería.

—¿Cómo lo llevas con ella?

Y entonces todo tuvo sentido para el de la máscara. Se había enterado, aunque era obvio ya que los informes tanto de supervivientes y asesinos se actualizaban constantemente y él era el encargado de resguardarlos ya que en sus días hábiles había sido lo más cercano a un doctor.

—¿Cómo lo--

—Le pidió a Sally una prueba de embarazo y ella me lo vino a notificar a mi, somos asesinos, pero no estamos excentos de la procreación, al menos los que somos humanos.

McMillan dudó, ahora tenía una incógnita en mente que le preocupaba mucho.

—¿Y ella...?

—Es estéril, el examen lo dictaminó.

Evan suspiró de alivio, pero al mismo tiempo de resignación, ¿por qué Young no se lo había comentado? Independientemente de si aquello había sido un desliz o no, le hubiera gustado enterarse por parte de la cerda y no por terceros.

—Gracias por decírmelo. Ahora, si me permites, tengo algunos asuntos pendientes que resolver.

Carter asintió, mientras veía como el contrario se alejaba en dirección a la cerda.
Los integrantes faltantes llegaron en los próximos minutos y la reunión comenzó después de lo que le pareció una eternidad. No hubo grandes noticias por lo que en poco tiempo la junta se volvió aburrida, al menos para él que no recibió ningún cambio en sus habilidades ni en su terreno. Cruzó los brazos y se recargó en una pared cercana, ya recordaba porque nunca asistía a las asambleas.

.

.

La asiática despertó, exaltada. Aún sentía la corriente eléctrica quemar su cuello y bajar por el resto de su cuerpo. Bajó la mirada hacía sus extremidades y notó que esta vez estaba libre, sin ataduras de cuero viejo que la retuvieran. Colocó sus pies descalzos sobre los fríos mosaicos que en antaño fueron blancos, pero ahora sólo eran una sombra amarillenta bañada en sangre y tierra. Se sintió asqueada al percibir relieves de suciedad en sus plantas, pero no sé detuvo, tenía que encontrar una manera de salir de allí.
Si su instinto no le fallaba, estaba en el Instituto Conmemorativo Lery, pero la cuestión era ¿en qué parte? Se abrazó a sí misma al sentir la brisa invernal colarse por su diminuta bata.
Deambuló por los pasillos alrededor de veinte minutos y parecía no tener ningún final. Tal vez lo mejor habría sido quedarse en la sala inicial, ahora tenía frío y hambre y su nemesis no daba señales de vida por ningún lado.
Se acercó a las butacas de espera en la recepción y tomó asiento. El viento seguía emergiendo desde las ventanas rotas y las puertas atascadas, pero en poco tiempo su piel se acostumbró. De cierta manera, la nieve desparramada por la entrada principal y las corrientes que le congelaban la nariz le recordaban a Ormond, pero este sitio era más lúgubre y silencioso.

«Ojalá Nea estuviera aquí» pensó, a la par que cerraba los ojos. Pero su comentario le pareció lejano, no echaba de menos a Karlsson, en lo absoluto, sólo extrañaba su calidez, aquella cualidad de la que se había enamorado, pero no de la graffitera como tal.

—...es un inmaduro.

—¿Apenas eres consciente de ello?

Inmediatamente se despabiló. Las voces no se le hacían conocidas ni de cerca, así que se escondió lo mejor que pudo detrás del escritorio de caoba que había al otro lado de la recepción y se aguantó la respiración. Estaba asustada.

—No, pero creí que--

—Sally, está perdidamente enamorado de ti, es obvio que en algún momento iba a hacer una tontería para impresionarte.

Sentenció una voz masculina. Era el doctor, ahora que estaba más cerca podía reconocerla mejor, pero ¿quién era la mujer que lo acompañaba?

—Aún no estoy preparada para aceptarlo.

Apreció un apice de tristeza en la voz femenina, casi como si se lo dijera a sí misma.

—Entonces no lo hagas.

Al parecer Herman no distinguió la nostalgia como ella lo había hecho, ya que se mostró antipático ante la situación. Después de eso, cruzaron unas palabras de despedida y "Sally" abandonó la instalación con un parpadeo espectral. Ese gemido... ¿Sally era la enfermera? No le dió tiempo de procesar completamente la información, puesto que un grito escapó de lo más profundo de su garganta al experimentar la terapia de choque en toda su complexión. La había descubierto.

—¿No sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

Electroshock [Dead by Daylight fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora