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Recostó la cabeza sobre el posabrazos de la silla de cuero y cerró los párpados, simulando estar dormida. El doctor aparecería en cualquier minuto.
Después de alejarse de Nea y atravesar la salida, fue transportada nuevamente al centro de investigación, no sabía cómo ni porqué, pero una mínima parte de ella se alegraba ya que así no levantaría sospechas por parte del médico acerca de su intento de fuga fallido.
Las suelas de los zapatos de su nemesis resonaron por el pasillo, cada vez más cerca. Cruzó el portal del despacho y colocó su bate al pie del escritorio, cubierto de una nueva capa de sangre, seguramente de sus compañeros.
Herman aflojó el nudo de su corbata y seguido la colgó en el perchero detrás de él, junto con el chaleco. Feng comenzaba a desesperarse. Era sorprendente la calma con la que realizaba sus acciones después de casi asesinar a los supervivientes. Lentamente abrió un ojo, cerciorándose de no ser descubierta. Carter le dió la espalda, como si supiera que lo estaba espiando pero segundos más tarde, se volvió sobre sus pies y dejó expuesto su torso, con la camisa blanca a medio desabotonar. Con rapidez, cerró el ojo, aunque no sabía si lo hizo porque temía ser descubierta o porque estaba avergonzada.
De repente, sintió el tacto de piel ajena por debajo de sus muslos, a la par que otra mano se colocaba en la zona media de su espalda. No pudo evitar tensar sus músculos al percibir el roce brusco en aquella región tan perceptible de sus piernas. El doctor ignoró completamente la rigidez de la asiática, tal vez estaba teniendo una pesadilla, así que no le dió importancia. La apegó a su pecho y se retiró en dirección al quirófano en donde ella despertó al inicio. Una vez allí, la acomodó en una de las camillas en un extremo de la habitación y se aseguró de dejar los gabinetes de gran importancia bajo llave antes de abandonar la estancia.
La gamer abrió los ojos de nuevo y se sentó en la cama, ¿qué había sido eso? Seguía sin procesarlo. Su corazón estaba latiendo muy rápido y no podía pensar con claridad. Se sentía rara. Jamás había estado tan cerca de un hombre que no fuera parte de su familia, y tomando en cuenta el historial que tenían ambos en ese lugar, todo se tornaba extraño.
De un brinco bajó de la camilla y se dirigió a las puertas de la sala, pero un quejido espectral la interrumpió antes de que pudiera abrirlas. Era la enfermera. Se aproximó a la puerta y pegó la oreja. ¿Qué hacía ella ahí?

—Supuse que Rin no tardaría mucho en reportarse contigo.

El moreno apartó totalmente su prenda superior sin una pizca de timidez.

—No estoy aquí por eso.

Al escuchar eso, las mejillas de la azabache se tiñeron de carmesí. Lo más probable es que estuviera malinterpretando las cosas, pero esa frase también tenía un enfoque tentador.

—¿Entonces...?

—Llegó el nuevo.

«¿El nuevo?» pensó.

—Es muy pronto.

—Lo sé, pero ¿qué otra alternativa nos queda?

—Recuérdame su nombre.

El doctor se abrochó una nueva camisa pero esta vez de color rojo con lunares negros.

—No tiene.

—Bueno, su seudónimo.

—El verdugo.

—Interesante, ¿habla?

—Un poco, es muy reservado. Evan trató de empatizar con él pero parece empeñado en seguir su propio objetivo.

A estas alturas, creía que cada maniático al que les tocaba enfrentarse era su verdugo, pero ahora era consciente de que estaba equivocada.

—¿Y qué me dices de ti? ¿Intentó apuñalarte como Michael?

Cuestionó Herman con cierta gracia.

—Afortunadamente no, pero espero que contigo si lo haga.

Los dos rieron. «Vaya humor» rodó los ojos.

—Por cierto, Philip organizó una bienvenida para el nuevo en la cantina, será pasado mañana.

—No soy fan de esos lugares.

—Yo tampoco, pero al menos vamos a intentarlo.

—¿Puedo negarme?

—No.

—Lo veía venir.

Buenas noticias. Tendría otra oportunidad para largarse de ese lugar.

—Tengo que irme, le prometí a Philip que lo ayudaría a cambiar sus vendas.

—Que oportuno.

Otro gemido se coló en sus oídos y de repente, Sally se había ido.

.

.

Meg, Ace y Kate contemplaban atentos a Nea, quien al parecer había perdido la cabeza.

—Ella estaba a mi lado, ¿de verdad que no la vieron?

El trío negó.

—Ya volverá, no puede desaparecerse por siempre.

Le animó Kate.

—¿Pero y si la está pasando mal? No puedo quedarme de brazos cruzados esperando a que vuelva a darme una señal de vida.

—Feng es hábil e inteligente, Nea, sabrá arreglárselas donde sea que esté.

Intervino Dwight. No era la primera vez que un superviviente desaparecía de la fogata de manera misteriosa, pero pocos eran los que volvían y eso le preocupaba a Fairfield, aunque no lo reflejara a simple vista.

—Yo--

—Tú necesitas descansar, después hablaremos de esto.

Claudette la interrumpió. Aplicó un ungüento verde en la mano de la graffitera y la vendó con una tira de una prenda vieja. Karlsson agachó la mirada y se alejó de los demás, sentía que nadie la estaba apoyando y que sus sentimientos estaban siendo ignorados, pero tampoco podía reclamar al respecto puesto que ninguno sabía de la relación que mantenía con la asiática, ella le había sugerido mantenerla en secreto aunque no entendía el motivo. King se acercó y apretó ligeramente su pierna en señal de aliento.

—Volverá, tú y yo lo hicimos, así que ella podrá también.

Nea asintió y esbozó una pequeña sonrisa. Sólo le restaba confiar en que así fuera.

Electroshock [Dead by Daylight fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora