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La suave tela del kimono se ajustaba a su cuerpo tan bien que por un momento olvidó que aquella vestimenta tradicional le pertenecía a Rin.

—Y... ¡Listo!

La japonesa terminó de arreglar el cabello de la azabache y sonrió satisfecha. Estaba orgullosa de su trabajo. Feng se levantó del cojín en el que estaba sentada y se dirigió al espejo en un rincón de la habitación. No tenía palabras para describir lo que estaba sintiendo en ese instante. Por primera vez en mucho tiempo volvía a experimentar la felicidad plena. Su ya crecida cabellera, que por cierto no había tenido oportunidad de recortar debido a que quien la ayudaba con el proceso era Nea, estaba sujeta en un moño gracias a una horquilla. Por otro lado, su complexión se ocultaba debajo de la bata japonesa de seda. Ésta era de color azul y tenía detalles florales en los extremos. Tocó su reflejo con las yemas de sus dedos inconscientemente y sus labios se curvaron. Se veía elegante, sin mencionar el maquillaje que resaltaba su belleza nata. La espíritu se había lucido.

—¿Qué te parece? Nunca fui buena maquillando, pero--

—Me encanta.

Min se giró sobre sus talones y la miró tímidamente.

—¿En serio?

—Si, nunca me había visto de esta manera, todo el tiempo estaba ocupada con los torneos y el equipo que... Olvidé que yo también podía lucir así.

La Yamaoka menor se acercó a la de procedencia china y la abrazó. Sentía pena por su amiga, desde muy temprana edad tuvo que autosustentarse porque sus padres no la apoyaron en lo que más le apasionaba: los videojuegos, y por lo tanto, dejó de tener tiempo para sí misma y para el mundo con tal de formar su carrera profesional como jugadora. Ella había tenido más suerte, sus progenitores siempre estuvieron ahí, hasta que las deudas fueron lo suficientemente grandes como para que su padre perdiera la cabeza.

—¿Quieres quedártelo?

—No, es muy lindo pero es tuyo, ya suficiente haz hecho por mi.

—Tengo más de donde vino ese, además estoy segura de que así lograrás impresionar al Dr. Herman.

«Herman...»

Había olvidado por completo la existencia de Carter, tanto así que temía regresar porque seguramente no le permitiría salir más allá de su oficina por haberlo desobedecido. Su sonrisa se desvaneció.

—Él no sabe que tú viniste a verme, ¿verdad?

Feng asintió, de repente el panorama alegre se tornó de gris.

—Creo que tengo que irme antes de que vuelva a lastimar a Nea.

—Será lo mejor, vuelve cuando quieras Moon pero que abu no te vea o--

—Lo sé, nos vemos pronto, gracias por todo, Rin.

—No hay de qué, eso es lo que hacen las amigas.

.

.

.

—¿Dónde está?

Preguntó Evan a los asesinos de motosierra. Max señaló la oficina y McMillan avanzó sin mediar otra palabra. Al ingresar al despacho, notó como pequeñas gotas de una sustancia naranja guiaban el camino hasta el sótano. Bajó las escaleras y se encontró con un Herman semidesnudo en la cama y a Sally a su lado con un balde metálico sobándole la espalda. A simple vista parecía que Herman estaba pasado de copas nuevamente, pero el líquido naranja que había visto en el suelo ahora escurría por su nariz y boca en pequeñas cantidades.

Electroshock [Dead by Daylight fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora