Capítulo 7

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MATEO:
- ¿Qué mierdas haces ahí embobado?- Me dijo desde arriba de la escalera levantando su mirada del papel.
- Eh... Yo...- Noté como por unos segundos mis mejillas se enrojecían.
- Sube anda - Dijo haciéndome un gesto con la mano para que subiese las escaleras y me sentase a su lado.
- ¿Llevas mucho esperándome?- pregunté mientras me estaba aún con mis manos en los bolsillos.
- Bueno, vine de madrugada, no aguantaba estar en mi casa.- En ese momento recordé lo que me había contado mi padre, pero si su madre ya no estaba con ella, ¿Porque estaría mal en su casa?
- ¿Por? - pregunté mientras miraba el papel para observar a la mujer que estaba dibujando.
- Es una mierda todo... La gente se piensa que como mi madre ya no está conmigo todo está bien, pero no, la echo demasiado de menos. Todo el mundo decía que era una mala influencia pero conmigo nunca se comportó mal, solo hacía los trabajos esos para poder ponerme un plato sobre la mesa todos los días, era una mujer luchadora y solo quería sobrevivir. - Vi como sus mejillas y su nariz se sonrojaba, a continuación se mordió el labio intentando contener las lágrimas. Me acerqué a ella y la abracé, supongo que era lo que necesitaba en ese momento, alguien para escucharla y que le dé un abrazo cuando esté mal.

Mi móvil comenzó a vibrar. No le hice ni caso. Eran mensajes. Mientras que abrazaba a Mar no quería que nada nos interrumpiese pero, ¿Y si Mar era peligrosa y mi Ángel me estaba avisando para que me alejase de ella lo antes posible?

Entonces, ella no podía ser el Ángel, ¿quién coño sería? Ahora no podía pensar en eso, no puedo ver a las personas llorar ni pasarlo mal. Mar me había ayudado mucho durante mi vida y no le iba a abandonar ahora que estaba débil.

Se separó de mi por un momento y le miré a los ojos. Estaban totalmente cristalizados, y sus mejillas muy rosadas, se me partía el alma verla llorando necesitaba verla feliz como la vi ayer.

Respiró ondo y me soltó para poder secarse las lágrimas que estaban a punto de recorrer su rostro. Tenía el puño derecho cerrado y cuando aflojó vi que había arrugado el dibujo que había hecho.

-¡Noooo!, ¿¡pero por qué lo arrugas?!- dije tomando su mano para sacar el papelito y estirarlo con cuidado.
- No sé - Dijo con una media sonrisa.
- Pero si esto debería estar en un museo.
- Es un trozo de papel no es nada grave tonto.
- ¿Quién es la mujer que has dibujado?
- Es mi mamá - dijo medio susurrando y mirando al suelo.
- Pues sí que es guapa.- Dije para intentar sacarle una sonrisa y que no volviese a llorar.
- Gracias. ¿Te han dicho alguna vez que eres un amor? - no me esperaba eso.
- Pues claro que sí - Dije en tono vacileta.
- Sigues siendo un creído ehh. No vas a cambiar nunca mateito.
- Y ¿te gusta como soy?
- Pues claro.
- Pues entonces nunca cambiaré.
- No lo hagas - Susurró mientras se acercaba pasando su brazo por mi espalda y se acurrucaba en mi hombro.
Mientras tanto mi móvil seguía vibrando.
¿Qué estaba pasando?
Mar no era peligrosa, o eso creo.

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