Capítulo 8

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MAR:
- ¡Mar! ¡Nos vamos! - Gritó mi padre desde la planta baja y arrastrando un par de maletas.

Yo estaba tumbada en mi cama mirando al techo, iba a volver, por fin.
Siempre había odiado estar lejos de mi barrio, el barrio de siempre, pero metieron a mí madre en la cárcel y tuve que mudarme definitivamente aquí.

Mis primeros 7 años de vida los viví en la Boca, adoraba aquel sitio, a pesar de la delincuencia y sus problemas, era imperfectamente perfecto. Mis padres vivían juntos allí en una casa cerca de los puentes.

Un día yo venía del colegio y me encontré a mis padres discutiendo por el trabajo de mamá, no sé qué pasaba, creía que papá estaba celoso porque mamá siempre iba muy guapa al trabajo, con unos tacones muy afilados y unos trajes o vestidos con colores muy llamativos que tapaba con una gabardina cuando iba a salir a la calle.

Ese verano me quedé a vivir con mamá y mi padre se fue a La Plata.
Fue entonces cuando conocí a Mateo, un chico soñador, valiente y divertido. Jugaba con el todos los días incluso a veces me iba a casa de su padre o de su madre porque mi mamá seguía trabajando por las noches.
Juntos descubrimos un rincón en los puentes, se veía todo desde allí, era un paraíso ir allí a charlar y mirar a la nada juntos, él era el único que en aquel entonces me escuchaba y me cuidaba, le daba igual lo que le dijesen los demás de mi y de mi madre.

Íbamos a colegios diferentes,porque yo en invierno me iba con mi padre. Lo pasaba un poco mal porque había temas que no podía tratar con mi padre y tampoco tenía amigos, por lo que estaba sola, mi único amigo era Mateo.

A los 10 años arrestaron a mi madre, por lo que me vine a vivir aquí con mi padre. Mi vida aquí era aburrida y poco a poco iba olvidando los recuerdos con Mateo.

Mi padre ha conocido a una mujer de aquí y ahora están de novios, se llama Nayara y era muy agradable, le había cogido cariño, pero como mi madre no había nadie. Este año Nayara le propuso a mi padre mudarnos a La Boca, y mi padre accedió, le tenía cariño a ese barrio, solo se mudó para no estar cerca de mamá.

- ¡Ya bajo! - exclamé algo nerviosa.
Bajé a toda velocidad, entre en el coche y me puse música en mis auriculares para intentar despejarme.

El viaje se me hizo eterno.
Cuando llegamos a la casa nueva me pareció preciosa, no estaba en el mismo sitio que la antigua, pero me gustaba.
El camión de la mudanza llegó  unos minutos después y cuando aparcaron empezaron a desempaquetar todo.
Comenzaron a colocar muebles por toda la casa, yo me dirigí a mí nueva habitación.
La adoro.
Tiene un balcón pequeñito desde el que se ve toda casi todo el barrio.
Es muy espaciosa y tiene un pequeño cuarto de baño para mí sola.
Bajé las escaleras y les dije a mi padre y a Nayara lo que me gustaba todo, ellos sonreían al verme feliz.

- Nos alegramos de que te guste Mar.- Dijo Nayara con una sonrisa.
- Voy a dar una vuelta por el barrio, luego vuelvo y monto mi cuarto.- Cojí mi móvil, y salí de la casa.

Todo estaba como lo recordaba.

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