4. Negocios

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Cuando dan las once de la mañana Haymitch me grita que me apresure pues el automóvil ya esta esperando por nosotros, durante el tiempo que los tributos están entrenando nosotros tenemos el tiempo de tratar con otros mentores y con algunos patrocinadores. 

En realidad es una tarea difícil cuando tus tributos no llaman la atención o simplemente no les agradas demasiado, pero para mi fortuna mis tributos han llamado la atención y yo les agrado casi tanto como Finnick. Por lo que sin duda podrá hablar con los patrocinadores. 

El automóvil nos lleva  a un edificio situado a escasas cuadras del centro de entrenamiento, ahí se llevan a cabo todas las funciones necesarias para los juegos pues es desde ahí donde los mentores como los patrocinadores pueden observar a sus tributos y hacer tratos entre ellos, incluso hay recamaras especiales para cerrar tratos con los patrocinadores pues muchos aprovechan estos momentos para poder comprar el cuerpo de los vencedores sin tener que pagar cantidades tan exorbitantes.

El edificio es enorme, le dicen rascacielos, y cuenta con innumerables cuartos pero hay una sala en común donde siempre hay banquetes y donde puedes entablar conversaciones con la gente del lugar o simplemente ver los juegos desde las enormes pantallas mientras comes. Ahí se juntan todos los ricos del capitolio que buscan alardear de su dinero comprando cosas a los tributos.

Los últimos dice pisos están destinados a los mentores donde nosotros podemos hacer todas las maniobras para nuestros tributos. Sin embargo debido que los juego aún no inician estos tres días son casi una fiesta. 

Mentores y patrocinadores nos reunimos en el lugar con el supuesto fin de hacer pláticas y conseguir dinero pero en realidad el ambiente es el propicio para fiestas y pláticas sin sentido, sin embargo son lo suficientemente importantes para empezar tus maniobras, la mía es un escote que casi llega al ombligo y deja muy poco a la imaginación. 

— Procura no venderte por muy poco —dice Haymitch con sarcasmo cuando llegamos al lugar. 

—Ni con todo el dinero que has gastado en licor los últimos 24 años podrías pagar una hora conmigo —digo molesta. 

Cuando entro al lugar puedo ver que Finnick se encuentra platicando muy animado con algunas mujeres del capitolio que no dudan en tomarlo por los brazos y apretarse a él, eso significa que posiblemente hay un tributo que llama su atención o que simplemente no pudo deshacerse de esas mujeres. 

Y es lo mismo lo que me sucede a mi en cuanto llego pues casi enseguida algunos hombres jóvenes y no tan jóvenes se acercan para entablar platica, muchos son conocidos míos pues suelen pagar por mi muy seguido, eso me da una referencia de quien está más o menos forrado de billetes. 

Mi trabajo consiste en simplemente hablar a la gente y pasar el rato con ellos procurando mencionar a mis tributos y darles alguna que otra pista sobre lo que pueden ser capaces, sin embargo sufro de casi la misma popularidad que Finnick y me es casi imposible hablar sobre Peeta o Katniss debido a las insinuaciones que recibo. 

Aquella situación me recuerda mi primera vez como mentora donde mi única razón de estar ahí era provocar ternura a los presentes, mi amabilidad de aquel entonces casi provocaba desmayos en las  mujeres pues según ellas verme era lo más cercano a ver a un gato bebe intentando dar su primer maullido. 

Con el paso del tiempo o mejor dicho conforme las hormonas hacían su efecto la ternura que podía causar dio paso a una actitud más bien servicial y coqueta llegando al punto de lo sensual. Cosa que si bien no me es muy grato me ha dado la oportunidad de ser quien lleve las riendas en casi todas mis negociaciones. 

El seducir a los hombre solo para dejarlos intrigados y busquen hacer cualquier cosa con tal de conseguir mi cuerpo es algo que me sale sin esfuerzo. Y por primera vez pienso usarlo no para mi favor si no para ayudar a mis tributos. 

Mentores y TributosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora