Incómodo y sin aliento estaba el rey de Paradis rodeado por un gran número de personas, esto no era nuevo para él, excepto por el hecho de que mientras él se encuentra en la cálida atmósfera de la fiesta en el fondo sabe que su pueblo sufre y espera.
-Cariño... vamos a bailar.
A menudo nuestros enemigos nos conocen mejor que nadie. Ella se percata de la incomodidad de él y llevándolo al medio se refugia en su hombro para susurrar mientras el resto sigue el ritmo de la melodía ajenos a los amantes que comparten sus secretos.
-¿Ocurre algo?
-No me siento bien estando aquí sin hacer nada.
-No esperábamos una noticia así, lamento que tu regreso sea opacado.
-Mikasa... yo... soy culpable de esto. Me fui cuando mi reino me necesitaba.
-Has ido para procurar el futuro del mismo, nadie esperaría algo así. No es tu culpa.
Ella lo lleva consigo de la mano hacia una habitación apartada de todo el mundo en el salón principal. Lejos del ruido y las miradas, en un espacio íntimo para ambos, él se desprende de su armadura para dejarse consolar por las suaves manos de su amada.
-He fallado.
-No, sin embargo es tu deber arreglarlo. Levi - busca sus ojos - un rey no se rinde.
-Gracias... eres tan buena conmigo, la que mejor me comprende...
-Soy todo lo que necesitas- sonríe - deja que este día termine y mañana comienza a trabajar. Es tu fiesta de bienvenida después de traer gloria a tu reino.
-Gracias.
Se refugia en ella, su calor es lo único que calma el dolor que le provocan las malas noticias.
-A propósito... gracias por el detalle.
-Mi madre me contaba historias y siempre mencionaba esa flor, de algún modo me recuerda a ti, cuando el invierno termine podremos verla, te daré todo.
-Después del invierno...
-Mikasa sé que lo que pido es demasiado pero sé que la única para mí eres tú, a tu lado me siento orgulloso y amado. Quiero amarte y ofrecer todo en mis manos para ti, ser de ti.
Ella sonríe, su pulso se acelera y de pronto sus ojos se cruzan, una mirada intensa en aquellos ojos azules, lo dice todo en ellos. En su pecho siente la presión del momento, el encanto de perderse en alguien tan hermoso y detestable.
-Mikasa... te amo, eres mi preciada mujer de ensueño. Quiero protegerte con mi vida.
Sus labios se unen, el amor y el rencor se mezclan perdiéndose, no importa la palabra sobre sus frentes, lo que el corazón siente, lo que esos labios une, lo que el momento ha creado es todo lo que importa por estos infinitos minutos.
Ambos olvidan sus penas al calor del beso romántico que los lleva a sentir el apuro de tener más, de extender sus labios y sus caricias en su extraño romance. Él olvida el dolor sobre su pecho y ella olvida que lo odia a morir.
Puede ser la noche o la larga espera de encontrarse lo que lo hace aventurarse en las curvas de la divina mujer a su lado sin embargo es real la sensación de deseo en su ser.
-Van a encontrarnos aquí.
-No importa- su respiración se entre corta- seré tu reina y tú serás mi rey.
Por primera vez en su vida decide hacer caso a sus deseos más íntimos, él besa el hombro desnudo de ella, lo hace de una forma tan delicada mientras sus manos siguen tirando abajo de su vestido para descubrir sus senos y prueba de ella.
Está perdido, aquel demonio ha logrado su objetivo, la desea más que a nada en el mundo pero por esta noche nadie puede reclamar la victoria puesto que ella cubre su boca para callar sus suspiros al recibir la lengua de su amante sobre ella.
Ambos han perdido.
Él regresa a sus labios y la besa profundamente como nunca lo ha hecho, toma su cintura y presionan ambos cuerpos contra sí por la ansia de maximizar el momento.
La noche continúa, el vestido cae y él se coloca frente a ella, se acerca seducido por el aroma que desprende su intimidad y retira las finas prendas que la cubren para entregar el beso más especial para ella, sus piernas flaquean y permite que los cálidos besos de su amante continúen aunque la hagan perder la conciencia.
Todo en oscuridad, el único sonido es emitido por su boca. De pronto siente algo bajar y Levi bebe pacíficamente de ella que se retuerce por placer.
-Mikasa...
-¿Sí?
-¿Estás bien?
-Mejor que nunca.
-¿Te ha gustado?
-Sí, demasiado. Necesito que continúes.
-Pero...
-No te detengas ahora.
-Quiero que sea especial para ambos, no puedo seguir si no estamos bajo la bendición del Señor de la Luz.
Las ganas de Mikasa se esfuman y con enojo busca cubrirse para salir de ahí.
-¿Dije algo malo? - lo ignora - Mikasa... dime algo, por favor.
-No quiero hablar.
-Perdón... no quería lastimarte. Si pudiera lo haría pero es una regla. Por favor... no te vayas.
-Buenas noches, Levi.
-Mikasa...
Ella sale de la habitación y con lágrimas en los ojos va directo a su habitación para refugiarse en medio de sus sábanas.
-Tonta, tonta, tonta... no te sientas así por el maldito hijo de la luz.
Su pecho arde por dentro, no puede evitar sentirse decepcionada por su propio sentir y por lo correcto de su amante.
Entre sollozos cae dormida, la noche no pudo terminar peor para ambos.
La puerta de su habitación se abre, él se acerca a la cama donde descansa su amada. No tiene mayor intención que pedir su perdón.
-Mikasa... lo siento mucho- se queda de rodillas a su lado tomando su mano - te mereces todo, quiero hacer que lo nuestro sea tan especial como lo eres para mí, eres a la única que he amado y deseado. En realidad... estaba nervioso, no podría tomar tu piel antes de saber que me aceptarías. Perdóname por ser un anticuado y un egoísta, es sólo que... quiero ser digno de tu primera vez.
El virginal rey es tan sólo un joven con un par de cosas por aprender, es un completo ingenuo de las mujeres.
-Me diste esperanza con lo que dijiste- sonrió con nostalgia- si fueras mi reina... lo haría todo por hacerte feliz a mi lado y que no te faltara nada pero aún quiero saber más de ti y entonces amarte de todas las formas en que quieres ser amada y mostrarte como quiero amarte. Llegaste de la nada y ahora soy todo tuyo... perdóname por no estar preparado, no hay nada como tú.
Él deja un beso en su mano y toma de su bolsillo una nota para dejarla en la mesita de noche con la compañía de una llave para después salir de la habitación.
