Capítulo 1

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Tan frágil, tan real


Emilio reclinó su espalda sobre la silla haciéndola crujir. Cerró los ojos sintiéndose satisfecho con la mezcla musical que había hecho ese día. El nuevo disco estaba prácticamente listo y, lo mejor, era que Eddy había escogido su canción para ser el primer sencillo. Aquello lo tenía particularmente orgulloso. Había escrito canciones durante años, pero ninguna había llegado al alcance que esa lo había hecho. Estaba feliz con ello.

Giró la silla y se encontró de frente con la única cosa que siempre estaba en su consola. Una foto de Ruy recién nacido. En la imagen, Ruy era una pequeña cosita de color rojo y con una pelusa de cabello de un intenso color negro. Él lo tenía en los brazos y sonreía, pero no para la cámara, le sonreía al bebé.

Emilio aún recordaba la sensación de miedo al sostener a su hijo por primera vez. En ese entonces tenía diecinueve años, apenas y sabía algo de niños, pero desde la primera vez que lo había visto se enamoró de él y supo que haría hasta lo imposible porque fuera un niño sano y feliz.

Lo primero, era darle una familia nuclear estable. Él no la había tenido y quería que su hijo creciera con sus padres. Pensó que lo mejor era vivir con la mamá de Ruy, estar a su lado tanto como pudiera, así que el plan de nuevos discos y giras se quedaron congelados. Ruy se volvió su prioridad desde el día uno. Así fue como terminó trabajando de nuevo en algunas producciones con su padre, pero, luego de darse cuenta que eso también consumía mucho de su tiempo con su hijo, decidió salir de la pantalla para dedicarse a la música, aunque desde la producción.

Obviamente a su papá no le había gustado tanto la idea, pero Emilio tenía sus prioridades bien establecidas. Ruy iba primero en sus planes, siempre. Su papá le había conseguido un trabajo en una casa productora de un amigo, que más tarde terminó comprando, Emilio se vio con la oportunidad de trabajar con horarios muy flexibles y poder ayudar por completo a la crianza de su hijo. Él quería ser un padre completamente presente y no perderse de nada. Sin embargo, eso trajo algunas consecuencias que no tenía previstas.

Su relación con la madre de Ruy se terminó por desmoronar. Eran jóvenes, claro, y ella le había dejado en claro que no se sentía preparada para ser madre. Él lo entendió y por eso se esforzó en estar con ella, ser su apoyo, pero la convivencia diaria empezó a hacer estragos. Pronto se hizo obvio que sus intereses no eran mutuos, que no se estaban enfocando en lo mismo y, entonces, llegaron las peleas. Ella empezó a sentirse más y más frustrada porque definitivamente no podía ver el lado positivo de la situación por la que estaban pasando.

Para cuando Ruy cumplió dos meses, la situación llegó a su punto límite y la mamá de Ruy terminó por abandonar su hogar, pero nunca volver. Lo último que supo de ella fue un mes después de su partida; recibió a su abogado que llevaba unos documentos donde ella quería renunciar a cualquier derecho que le pudiera dar ser la madre de Ruy. Emilio también contrató a un abogado y llegaron a un acuerdo en el que él terminó con toda la patria potestad del menor que respondería al nombre legar de: Raúl Osorio Marcos.

Claro, eso sólo sería el primer pasaje en su historia. Solo, sin una pareja, sin la otra parte del equipo para ayudarle en la educación de Ruy, tuvo que arreglárselas como pudo. El niño no era un juguete, no era algo que se podía regresar cuando se cansará y, además, Emilio tenía la firme intención de educarlo lo mejor que pudiera. Así llegaron las noches de desvelos, los momentos de absoluta incertidumbre los momentos que Ruy tenía fiebre, el estresante proceso de enseñarle a usar el baño, el temor la primera vez que durmieron en habitaciones separadas.

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