Capítulo 2

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Quisiera darte el mundo entero


Emilio escuchó al público gritar. El lugar estaba a reventar y ya habían visto a todos los artistas que estaban antes que él. Incluso el propio Eddy había servido casi de telonero para prepararlos para el gran espectáculo final. Las luces del escenario se apagaron por completo y luego las del estadio entero. Las únicas luces que había eran las de los móviles que esperaban captar el momento justo donde comenzara ansiado acto final.

De pronto, una luz morada recorrió todo el escenario, intensa al principio y luego fue modulándose hasta quedar en un agradable color que terminó por centrarse justo en medio del escenario. Enseguida unos sonidos metálicos se hicieron presentes y todos gritaron. Luego, las luces iluminaron el cielo mostrando millones de estrellas y constelaciones enteras. Los gritos se hicieron ensordecedores.

Finalmente se escuchó su voz... la potente voz de Joaquín Bondoni.

Emilio sintió que el vello en su cuerpo se erizaba al escuchar a Joaquín cantando. Desde su lugar, muy lejos del escenario, lo podía ver brillar. Se movía por todo el lugar con una actitud hipnotizante. Cantaba, bailaba, entregaba un espectáculo deslumbrante. Tenía a todas las personas en el estadio entregadas a él. Emilio volteó a ver a Ruy, su hijo tenía los ojos bien abiertos y mostrando la completa admiración que sentía por Joaquín.

Aún recordaba la sonrisa del niño cuando le había dicho que acompañarían a Eddy a la presentación. Al final de cuentas, el cantante había aceptado no decir nada de la canción y del disco porque Emilio se lo había pedido. Lo que menos quería era problemas con su papá. Eddy había intentado persuadirlo, pero Emilio tuvo mejores argumentos. Sin embargo, en lo que Eddy no cedió fue en que Emilio y Ruy lo acompañaran al concierto.

Al principio, Emilio no quería ir, pero terminó aceptado porque sabía que a Ruy le encantaría ver a Joaquín Bondoni, su ídolo, desde tan cerca. No se equivocó, su hijo casi no parpadeaba por la emoción.

Sabía, por medio de los organizadores, que Joaquín estaba contratado para cantar tres canciones. Pero terminó cantando tres canciones más como agradecimiento especial al público mexicano. Cuando se despidió del escenario todo el lugar estalló a aplausos y gritos de felicidad por lo que acaban de ver. Ruy, a su lado, brincaba y gritaba feliz sin poderse creer que había visto en vivo a Joaquín.

―¡Papá, papá! ¡¿Lo viste?!, ¿lo viste? ¡FUE GENIAL! ―Emilio sonrió atrapando entre sus brazos a su hijo cuando saltó hacia él―. ¡Tenemos que ir a buscarlo! , ¡Vamos con Joaquín, papá!

Aquello era lo que Emilio se temía.

―No, Ruy, no podemos. Joaquín es una estrella, vino aquí sólo por trabajo. Debe estar muy ocupado con su equipo. Recuerda cuál fue nuestro trato: Vendríamos a verlo y luego nos iríamos a festejar con Eddy. Ya de por sí es muy tarde para que andes en la calle despierto.

Era raro que Emilio estuviera en esos festejos y menos con su hijo. Ellos eran de quedarse en casa. Pero sentía que le debía a Eddy y a su novia quedarse un poco más. La chica le había dicho que sólo sería una cena en el restaurante favorito de Eddy. Así que ellos cenarían y luego se irían.

―¡Pero, papá...!

―Basta, Ruy. Tú y yo teníamos un trato y sabes lo que eso significa ¿ok?, ―Ruy asintió. Era un niño, pero era brillante y, sobre todo, ellos tenían una relación muy buena que se basaba en tenerse confianza.

El móvil de Emilio sonó y puso a Ruy en el suelo. Mientras veía quién le llamaba.

―Me lleva la...

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