Capítulo 13

1.8K 189 113
                                    

La luna, el cielo, el sol y el mar


Emilio vio a su madre procesando lo que le había dicho y luego vino la avalancha. 

―¿Joaquín Bondoni?, ¿El Joaquín Bondoni cantante?, ―Emilio asintió. ―¿Cómo fue qué…? 

―Bueno, sabes que a Ruy siempre le ha gustado. Es su artista favorito, ―su mamá asintió. ―Pues… en el concierto que dio en el estadio, Ruy lo conoció. Hubo un clic y se hicieron amigos. Joaquín ha estado aquí en la casa de hecho, ―bien, a la mierda, si ya se lo había dicho mejor que empezará con todo lo que crisparía a su madre. 

―Bebé, eso no es normal. Joaquín no es su tío, ni su pariente, ni alguien que conozcamos ahora, ¿por qué va a tener una relación cercana con Ruy?, ―Emilio no iba a revelar el hecho de que Ruy se sentía cercano a Joaquín por la historia de abandono que ambos compartían y mucho menos iba a decir que en algún punto Ruy pensó que el cantante era su otro papá. 

―Mamá, por favor. Conocemos a Joaquín, tal vez no al Joaquín súper estrella, pero sí al Joaquín común y es un excelente hombre. Ruy realmente le tiene mucho cariño. 

―No, bebé. No creo que sea correcto que fomentes esa amistad. 

―Pues ya hablé con su terapeuta al respecto y ella dice que su amistad con él le hace bien. Así que, lo siento, pero eso seguirá pasando. 

Emilio vio a su exuberante madre queriendo discutir, pero sabía que era algo perdido. Él ya había decidido y ante eso no tenía nada que hacer. Desde hace mucho, Emilio había dejado en claro que la educación de Ruy era su labor y nadie se metería en ello, ni siquiera sus propios padres. Su mamá no tuvo más remedio que tragarse sus palabras y despedirse de él con un semblante sombrío. 

Emilio tuvo la sensación de que ese solo sería el primer asalto de la pelea. 

***********

Emilio dio otro golpe en la puerta de Ruy pero no hubo respuesta. No tenía otro remedio que entrar sin permiso. El lugar estaba hecho un desastre, había papeles por todos lados, libros más viejos de lo que Emilio podía imaginar y seguro en todo tipo de idiomas. Emilio evitó suspirar ruidosamente. Ruy se estaba esforzando demasiado. 
 
Caminó entre el campo minado que era la habitación de su hijo yendo hacia la cama donde descansaba su hijo. Ruy ni siquiera se había cambiado de ropa, sólo había caído en la cama rendido, en la mano aún tenía unos papeles con varias cosas subrayadas de diferentes colores.  

―Hijo, se te hará tarde para la escuela, ―le habló por lo bajo, pero Ruy no reaccionó. ―Ruy… ―lo sacudió del hombro, pero su hijo siguió sin moverse. Tenía la boca abierta, los rizos desordenados, ―¡Raúl!, ―llamarlo por su nombre nunca fallaba. 

―Por dios, papá… ―gimió tocándose la frente. ―¿Qué hora es?

―Se te está haciendo tarde, ―Ruy saltó de la cama tambaleante y con los ojos desenfocados por el sueño. ―Hijo, no tienes que hacer esto. Sabes que me encanta que te apasiones y te esfuerces, pero es demasiado ¿no crees?, ―Ruy le sonrió condescendientemente.

―Papá, te has esforzado por mí toda tu vida. Esta beca sólo es un poco de lo mucho que me has dado. Sólo quiero saber que lo puedo lograr, es algo mío, ¿ok,? ―Ruy miró la hora en su reloj. ―Ahora tengo que salir volando si no quiero llegar tarde. 
 
Y después de decir eso, Ruy caminó hacia la ducha. Emilio exhaló dejando a su hijo solo.
 
Bajó las escaleras y fue hacia la cocina. Vio un vaso en la encimera, seguramente Ruy lo había dejado ahí después de llegar en la madrugada. Empezó a lavarlo con la inconformidad subiendo por su cuello. Esa beca significaba mucho para Ruy y también para él, pero de cierta manera tenía miedo de verlo lejos, en otro país, en un lugar nuevo.  

Espacio SideralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora