𝒪𝒸𝒽𝑜

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𝒩𝑜𝓉 𝓌𝒾𝓉𝒽 𝓂𝑒

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𝒩𝑜𝓉 𝓌𝒾𝓉𝒽 𝓂𝑒

Omnisciente

Aquella tarde de invierno, George y Aurora habían ido a ver a John Blythe, su amigo desde la infancia, sin saber, que sería la última vez que lo verían, la última vez que reirían con el. Todos caminaban hacia el cementerio. El carruaje con el ataúd que tenía el cuerpo del hombre, lideraba la fila, detrás, iba Gilbert. La tristeza y dolor, se sentía en el lugar. Pero nadie estaba más destrozado y roto, que Gilbert Blythe. El pobre chico se había quedado sin su padre, y ahora, le tocaría madurar con tan solo 13 años.

Luna suspiro y corrió la poca distancia que la separaba de Gilbert. El chico la miro y ella a él. Gilbert le estiro un brazo, Luna sonrió con los labios apretados, y entrelazo su brazo con el del chico.

Que vuestro corazón no se turbe. Aquel que cree en Dios también cree en mi. En la casa de mi padre hay muchas mansiones. Si no fuera así, se los diría. Debo preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo...para que en donde yo estoy, estéis también vosotros —recitó el ministro

Al notar que la mirada de Gilbert no se despegaba del ataúd de su padre, Luna dejó de entrelazar su brazo con el de Gilbert para entrelazar sus manos y apretar la mano del chico, de forma reconfortante.

Todos empezaron a caminar a la casa de los Blythe. Gilbert se sentó en un banco de piedra que había frente a la lápida de su padre, y Luna se sentó a su lado. Gilbert no despegaba su mirada de la tumba y Luna no despegaba su mirada del chico. Una lágrima se empezó a resbalar por la mejilla de Gilbert. Luna con su mano libre, la limpió. Gilbert extendió sus mano libre, un copo de nieve cayó en la palma de su mano y tan solo unos segundos después, se derritió. Gilbert inclinó su mano, y la gota de agua, cayó en su regazo

—Necesitas estar solo —dijo Luna completamente segura de sus palabras

La chica se levantó, pero tan pronto como lo hizo, sintió como la jalaban suavemente del brazo, por lo cual, se volvió a sentar en el banco de piedra

—No —dijo el chico—. Te necesito —le dijo mientras intentaba aguantar las lágrimas

Por favor no te cierres. Al menos...no conmigo —le dijo Luna al ver como el chico intentaba soportar las lágrimas. lo volteó a ver (gif)—. No tienes que hacerlo —le dijo

Luna abrazó al chico, y el le devolvió el abrazo posicionando sus manos en la espalda de la chica

—Nunca vas a tener que preocuparte de quedarte solo, yo siempre voy a estar aquí —le dijo la chica—. Incluso si estamos en otro mundo, solo será cuestión de mirar la luna

ℒ𝓊𝓃𝒶//𝒢𝒾𝓁𝒷𝑒𝓇𝓉 ℬ𝓁𝓎𝓉𝒽𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora