Capítulo 3

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- Ritsu...- lo nombró en un suspiro la joven al ver que él no respondía.

- Hiromi... tú... ¿por qué?...- preguntó confundido.

- Sé que me dirás que la próxima semana nos casaremos, que lo mejor para mí sería esperar, pero ya no quiero demorarlo más... hagámoslo ahora... por que quiero tener una gran familia contigo... deseo que tengamos muchos hijos... - confesó con determinación la muchacha aunque se sentía avergonzada.

- Pero el doctor dijo que...

- Sé lo que dijo el doctor, que los embarazos serían duros para mi, que el solo poder concebir un hijo ya sería difícil... Pero prometo que me cuidaré mucho... sé que si hago reposo y no me esfuerzo de más podré tener un bebé de forma normal.

- Hiromi...

- Sé que en unos días nos vamos a casar, pero también sé que eres un samurai, y como tal en cualquier momento partirás de nuevo a la batalla... por que es tu deber, lo llevas en la sangre.

Él sólo la miró sin poder decir nada, y ella continuó
- No es un reproche, seré la esposa de un samurai, estoy muy orgullosa de eso. Pero ahora también deseo ver tu reflejo en los ojos de alguien más... en los ojos de nuestros hijos... y así, cuando te vayas, sabrás que no soy sólo yo quien te espera...

Ritsu rompió su silencio con una dura pregunta
- Lo que voy a decir es difícil y algo cruel... Pero es la realidad... ¿Qué harás si un día no regreso del campo de batalla?...

- Siempre supe que es una posibilidad... será difícil, pero no me rendiré, si ese fuese el caso saldré adelante... Pero sé que si me prometes que volverás siempre regresarás... nunca rompes una promesa Ritsu - le dijo con una sonrisa mientras acariciaba su rostro.

El joven visiblemente conmovido continuó - Pero... si tengo que irme no podré cuidarte cuando estés embarazada...

- Yo no necesito que regreses para cuidarme... quiero que vuelvas para amarme... a mi y a nuestra familia - respondió ella mirándolo con dulzura a los ojos.

- Hiromi...

- Por eso te lo pido ahora, quiero que hagamos el amor cada vez que podamos, muchas veces... así tal vez lleguemos a tener muchos hijos aunque tengas que irte seguido - insistió ella mientras se acercaba más a él.

Ritsu se sonrojó y sonrió nervioso mientras tapaba su rostro a medias con su mano derecha
- ¿Por qué tienes que ser así...? - preguntó.

- ¿A que te refieres?, ¿Así como?...

- Tan perfecta... eres tan especial... a veces siento que no te merezco... que nunca podré devolverte todo lo que me das...

Hiromi apoyó ambas manos en el pecho del joven, lentamente se acercó más hasta que sus labios se encontraban a milímetros de distancia y en un susurro le dijo - Puedes empezar cumpliendo este deseo...

Las palabras acabaron con un beso apasionado, ambos estaban nerviosos, sus latidos eran tan fuertes que podían escuchar el retumbar en el pecho del otro, aún así se entregaron a la pasión sin reservas.

Aquella noche pasible y silenciosa de verano la joven pareja consumó su amor de una forma hermosa que quedaría marcada para siempre en sus corazones.
Luego de ello se quedaron dormidos, al poco tiempo Ritsu despertó y vio como aquella bella muchacha soñaba plácidamente sobre su pecho. Simplemente no podía dejar de admirarla, la había deseado tanto que delicadamente tocaba su blanca piel para poder sentir que aquello era real.
El joven anhelaba que ese momento fuese eterno, nunca antes había sentido tanta felicidad, la persona que más amaba no hacía más que una y otra vez reconfirmar sus sentimientos, esta vez diciéndole que quería una familia con él.
Se sentía inmensamente afortunado, y en lo único que podía pensar era en retribuir todo su amor, haciendo lo que sea por ella.

No quería dormir, prefería permanecer despierto disfrutando del calor de su cuerpo desnudo. Por un segundo desvió parcialmente su mirada hacia la ventana y pudo distinguir las sombras de unas cuantas mariposas pasando por el jardín.
Recordó que esa noche era la llegada de las mismas, y tomó la decisión de que llevaría a su amada a presenciar aquel espectáculo, después de todo para eso habían viajado hasta Kanabe.

- Hiromi despierta - le dijo con voz suave.

- ¿Qué ocurre?...- respondió ella aún somnolienta.

- Vamos a ver las mariposas.

- ¿Qué?...

- Sí, ya deben estar por llegar.

- Pero el señor Mikase dijo que es peligroso.

- No tengas miedo Hiromi, sólo son historias, vamos juntos.

- Está bien, pero ya es muy tarde, ¿Cómo saldrémos?

- Pude ver que hay una salída trasera en el jardín, iremos por allí - dijo por último Ritsu y se vistieron para salir.

Sigilosamente abandonaron el cuarto y se dirigieron a aquella puerta que mencionó el joven, curiosamente daba directo al bosque.
No sabían dónde sería exactamente el lugar de arribo, así que decidieron ir al centro del mismo.

Hiromi se sentía ansiosa pero también algo temerosa
- ¿Estará bien que estemos aquí ?...- preguntó en voz baja.

- Tranquila Hiromi, todo estará bien, ya verás - respondió él mientras caminaba tomando su mano.

Al llegar a la mitad del bosque esperaron bajo una hermosa arboleda, cuyas copas eran atravesadas delicadamente por la luz de la luna.

- Espero que podamos verlas aquí - comentó Ritsu mirando a su alrededor.

- Me siento muy nerviosa... ¿Será tan increíble como dicen?...

- Estoy seguro que sí - sonrió él.

Ambos estaban de pie frente al otro, apenas separados por unos metros de distancia. De repente sintieron una brisa suave a su alrededor, seguida de un penetrante silencio que enmudeció todo, y en un segundo una parvada de mariposas invadió el lugar, era en verdad algo único.

Cientos, miles de mariposas monarca volando alrededor, con sus hermosas alas anaranjadas pintaban el lugar.
Hiromi no podía creer lo que veía, era como un sueño, algunas giraban y se posaban en sus manos
- ¡Mira Ritsu! Es increíble! - dijo con una tremenda sonrisa.

El joven permanecía en silencio con una gentil mirada, quería guardar esa escena para siempre en su mente, verla así de felíz era mucho más hermoso que cualquier otra cosa.
Pero en un momento Ritsu pudo diferenciar una peculiar mariposa que lentamente se acercaba a Hiromi, era de un color rojo vibrante, sintió que se formaba un nudo en su garganta y un frío recorrió su espalda.
El tiempo parecía detenerse, sin embargo aquella mariposa llegó a posarse en el hombro de la joven sin que él pudiese si quiera reaccionar.

En sólo un segundo Hiromi comenzó a caer enfrente de sus ojos
- ¡¡¡HIROMI!!! - gritó con desesperación, rápidamente corrió hasta ella para atraparla antes de que tocase el suelo
- ¡Hiromi!, ¡Hiromi!, ¡Reacciona por favor! - le rogaba mientras la tenía en sus brazos, pero ella no respondía, y en un momento el joven presenció con horror como lentamente una marca con la forma de una mariposa comenzaba a dibujarse en el cuello de su amada...

Continuará...

Dónde mueren las Mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora