Capítulo 11

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- Un humano....- dijo aquel ser con una voz escalofriante.

Instintivamente Ritsu rodó hacia adelante y giró en sí, quedando frente a frente con él, ahí fue cuando pudo apreciar su intimidante figura en detalle.
Tenía la cabeza de una bestia de enormes fauces, un cuerpo semi humano, una larga cola como la de una serpiente con espinas en la punta y era dos veces más alto que él.
En una mano arrastraba el cadáver de un ciervo y en la otra, por sus dedos, aún caían gotas de sangre del animal.

- Ya he olvidado... la última vez... que probé la carne de un humano...- continuó mientras dejaba caer su saliva.

Ritsu sacó su espada y la empuñó de manera desafiante.

- ¿Acaso piensas enfrentarme?, ¿Tienes idea de a cuantos como tú he devorado? - dijo con burla la bestia.

- No me interesa - respondió frío el joven - No tengo nada en tu contra, pero necesito tu corazón. Para mi sólo eres una presa que debo cazar.

- ¿¡A QUIÉN LLAMAS PRESA!?, ¡¡¡HUMANO INSOLENTE!!! - gritó con furia la criatura y arremetió contra Ritsu lanzando el cadáver del ciervo hacia él.

Afortunadamente el muchacho con gran destreza logró esquivarlo, pero enseguida intentó atraparlo con sus enormes manos y Ritsu tuvo que refugiarse corriendo entre medio de los árboles.

- ¿Qué ocurre? , ¿No que era tú presa?, ¿Quién está siendo cazado ahora? ja, ja, ja - continuó provocando la bestia.

El joven guerrero no cedía ante sus palabras, aunque tenía sangre caliente en sus venas, su mente era un témpano en el campo de batalla.
Oculto entre los arbustos, guardó su espada, necesitaba pensar como atacarlo a distancia ya que acercarse demasiado podía resultar fatal.
No podía deducir cuál era su punto fuerte, si su vista, oído u olfato, de cualquier forma cegarlo de al menos un ojo parecía la opción más razonable.
Tomó su arco y flecha, esperando la oportunidad para disparar, pero la bestia nuevamente atacó, está vez, con su cola.

Ritsu mantenía la distancia pero, en la desesperación de no encontrarlo, aquella criatura arremetía una y otra vez contra los árboles, creyéndo que así lograría herirlo.
El muchacho continuamente esquivaba los golpes, era evidente que la estrategia del monstruo era agotarlo físicamente, la diferencia de fuerzas parecía abrumadora.
Pero no contaba con que, aquel insignificante humano, cargaba con tanta adrenalina en ese momento que apenas y podía pensar en el cansancio, había fijado un objetivo en su mente y eso sería lo que lo salvaría de caer en sus manos.
Por un instante la bestia se detuvo, se lo veía agitado, molesto con la situación porque Ritsu aún permanecía imperceptible a su vista.
El joven sabía que ese era el momento indicado para atacar, pero el ángulo en que había quedado era desfavorable, si disparaba no sólo fallaría sino que también revelaría su posición y podría ser el fin para él.
Necesitaba rodearlo para de ese modo asegurar un tiro exitoso.
Debía generar un momento de distracción para tener una oportunidad, así que, escondido entre los arbustos, tomó su arco y lentamente apuntó una flecha a un árbol que se encontraba a la derecha de la bestia. Ritsu ni siquiera respiraba, podía sentir aquella monstruosa cola cerca de él, pero serenó su corazón hasta casi hacer desaparecer su pulso.
En sus pensamientos todo a su alrededor se desvaneció, su concentración sólo apuntaba a un lugar, y así, en medio de un silencio ensordecedor, soltó violentamente la flecha sacudiendo de esa forma la copa del árbol.

De inmediato la bestia golpeó con su cola el tronco creyéndo que Ritsu se encontraba en él, dándole así la oportunidad de atacarlo por su lado izquierdo.
A toda velocidad, y en pleno movimiento, el joven nuevamente disparó contra él, hiriéndolo con su flecha de un tiro certero en ojo.
Mientras la criatura se tomaba el rostro, rugía de dolor y maldecía al muchacho, él sacó nuevamente su espada y aprovechó para cortar la parte posterior de sus piernas, obligándolo así a doblegarse.
Instintivamente lo atacó una vez más con su cola, Ritsu no pudo esquivar el golpe pero logró bloquearlo cruzando sus brazos y soportando el impacto con la fuerza de sus piernas.

Rápidamente recuperó la postura y empuñando su espada corrió para ir de frente contra la bestia, ahora que había caído de rodillas estaba a su alcance.

- ¡¡MALDITO!! ¡¡¡MISERABLE HUMANO!!! ¡¡¡TE MATARÉ!!! - gritaba aquel ser mientras con una mano aún cubría su ojo herido y con la otra esperaba poder golpear al joven.
Al acercarse, Ritsu sacó su espada corta y la clavó en aquella mano que trataba de detenerlo, abriéndose paso directamente al torso de la criatura.
Se paró debajo de su cabeza y con el impulso de ambas manos cortó la garganta de este con su katana.

- DES... GRA...CIADO...- dijo por último la bestia mientras caía derribado al suelo.

Ritsu había obtenido su primera victoria peleando de manera formidable, aún así no se relajó hasta que la sangre dejó de brotar y su cuerpo de moverse.
Una vez que comprobó su muerte, tomó su espada corta y abrió el pecho del monstruo en busca de su corazón, pero para su sorpresa no existía un órgano en su interior sino una perla negra.

- ¿Esto será... el corazón de un demonio?...- se preguntó mientras la admiraba contra la luz de la luna.

Repentinamente Ritsu se incó en la tierra sosteniéndose apenas con la ayuda de su katana, luego de tanta adrenalina su cuerpo sintió el cansancio repentino. Agitado, apenas podía pensar en lo que acababa de pasar. Pese a que tenía frente a él el cadáver de la criatura, y en su mano cargaba con el corazón, aún así todo parecía ser una locura.
Cuando ya había logrado estabilizarse inesperadamente empezó a sentir una leve molestia en su brazo izquierdo, y al revisar con detenimiento vio que la armadura se había fracturado producto de recibir el impacto de aquel coletazo al protegerse.
Decidió revisar por debajo de la armadura, de esa forma sabría si el daño había llegado hasta sus huesos.
Pero nunca imaginó lo que vería, aquel dolor no provenía del golpe o de una fractura, si no de una pequeña perforación de color negra. La misma le recordaba a aquellas que había recibido producto de las flechas envenenadas.

La bestia había logrado clavar una de las espinas malditas de su cola en el brazo del guerrero que apenas empezaba a enfrentar los extraños peligros de la montaña...

Continuará...

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