Capítulo 8

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- Hiromi... esto... ¿Es real?...- preguntó el joven algo incrédulo.

- ¿Qué dices Ritsu?, claro que es real - respondió risueña.

Él no podía dejar de mirarla, pero en sus ojos se podía apreciar un dejo de tristeza

- ¿Qué ocurre?, ¿No te hace felíz que te diga que te amo?... ó es que tú ¿No me quieres de la misma forma...?- indagó ella.

- ¿Qué? ¡No!, no, no es eso. Yo te amo más que a nada, te amo desde que éramos niños... eres lo único que me ha mantenido cuerdo durante la guerra...- confesó el joven.

- Ritsu...- se sonrojó ella.

- Pero... sé cual es mi condición actual, conózco perfectamente este tipo de heridas... sé que puedo perder el brazo... y no quiero que te ates a alguien en mi estado...

- Si me dejas cuidarte estoy segura que no te pasará nada, eres un hombre fuerte - le dijo mientras acariciaba su pelo - pero llegado el caso de que lo perdieras... con gusto yo sería tu brazo derecho... para toda la vida, después de todo es mi decisión... ¿verdad? - terminó la muchacha con un sonrisa.

- Hiromi...- susurró Ritsu visiblemente conmovido, y ella nuevamente lo besó con suavidad mientras un lágrima llena de alivio rodaba por la mejilla del joven.

Al día siguiente el muchacho sintió una leve mejoría en su estado y había decidido que haría todo lo posible por recuperarse, así recompensaría los esfuerzos de Hiromi.
Con pequeños pero efectivos ejercicios comenzó a mover de a poco nuevamente su brazo.
La joven fue su apoyo incondicional, ella era una base fundamental para que el espíritu de Ritsu no decayera, su compañía y dulce sonrisa era todo lo que necesitaba, al igual que cuando eran niños.

Una tarde, admiraban la lluvia que constantemente caía, sentados en la galería de la casa mientras compartían un cálido té en silencio

- Hiromi... ¿puedo hacerte una pregunta?... - dijo el joven.

- Claro Ritsu - respondió ella.

- Puede ser algo incómoda para ti... no es necesario que me respondas si no quieres...

- Puedes preguntar lo que quieras, no hay secretos entre nosotros.

- Tú en este tiempo... ¿No has tenido ningún pretendiente?...- preguntó algo avergonzado.

Ella lo miró por un segundo en silencio y sonrió - No, no he tenido ninguno - respondió sin dudar.

- Pero... con lo hermosa que eres es difícil de creer... ¿Por qué?... si es que puedo saberlo.

- Por qué le dije a mi padre lo que siento por ti.

- ¡¿Qué?!, ¿se lo dijiste a tu padre? - se sorprendió Ritsu.

- Sí, cuando mi padre tocó el tema de buscarme un pretendiente le confesé que estaba enamorada de ti, y le pedí por favor que me dejara esperarte... así por lo menos tendría la oportunidad de decírtelo aunque me rechazaras. Y él aceptó, por supuesto me dio un plazo de tiempo, si cuando cumpliese veinte años tú aún no regresabas, comenzaría a recibir pretendientes para mi. Pero por suerte volviste...

- Es increíble que se lo hayas dicho a tu padre... eres tan decidida, siempre lo fuiste - sonrió él.

- Ritsu...

- ¿Qué ocurre?

- Tú y yo... ahora... ¿qué somos?

- ¿Eh?

- ¿Somos... novios?...- preguntó ella sonrojada.

Ritsu se quedó helado, ver esa expresión avergonzada y enormes ojos brillantes eran como si clavasen un espada directo en su corazón. El joven tomó la mano de Hiromi y la besó con ternura - Yo puedo ser lo que tu quieras... pero si me dejas quiero ser el hombre que te acompañe toda la vida... - respondió mirándola a los ojos.

- Ritsu...- suspiró la joven profundamente enamorada.

El muchacho continuó recuperándose y, en cuanto pudo comenzar a andar sólo, Hiromi regresó a su hogar, después de todo no era apropiado que una señorita convivíese con un hombre sin estar casada.
El silencio en aquella enorme casa calaba hondo en el corazón de Ritsu, y lo impulsaba a tomar una decisión.
Al día siguiente se dirigió al hogar de Hiromi y en la puerta se encontraba su padre tratando de hacer un poco de leña

-Buenos días señor Nagaru - saludó el joven.

- Oh! ¡Ritsu!, muchacho, ¿Qué haces aquí?

- He venido a traerle algo de leña que corté más temprano - dijo mientras dejaba en el suelo un enorme atado de leños.

- ¡¿Tú cortaste todo eso?! - exclamó impresionado el señor Nagaru.

- Sí, ahora que estoy mucho mejor esto me ayuda a ejercitar nuevamente mi cuerpo - sonrió - ¿Se encuentra Hiromi?

- No, ella salió a comprar.

- Entonces, si tiene un momento me gustaría hablar con usted.

- Claro muchacho, vamos adentro - lo invitó a pasar.

Ya dentro - Estoy asombrado en verdad con tu recuperación Ritsu.

- Es gracias a su hija, sin ella núnca lo hubiese logrado - dijo mientras con orgullo mostraba su brazo derecho y sus cicatrices.

- Impresionante. ¿Y bien?, ¿De qué querías hablar muchacho?

- No sé cuál es la manera correcta para decirlo, si es que la hay, pero quiero ser directo.

- ¿Qué es?

- Vine a pedir la mano de su hija señor Nagaru - declaró lleno de determinación el joven e inclinó su cabeza.

El hombre se sorprendió pero tranquilamente dijo
- Ritsu, te haré una sola pregunta, y dependiendo de tu respuesta daré mi consentimiento.

El joven se puso nervioso y el señor Nagaru continuó
- ¿Por qué quieres casarte con mi hija?

Parecía una pregunta sencilla, pero de no dar una respuesta apropiada Ritsu temía que él creyese que sus sentimientos no eran serios, aún así decidió no pensarlo mucho y simplemente respondió lo primero que salió de su corazón
- Porque Hiromi, sin saberlo, es la persona que me ha acompañado toda mi vida, incluso estando en la guerra. Es mi compañera de vida, y quiero que lo sea siempre, si es que ella también lo desea.

El hombre sonrió - Esa si que es una buena respuesta - dijo con aceptación.

En ese momento entraron Hiromi y su madre - ¡Ritsu!, que sorpresa - exclamó emocionada la joven.

- Bueno, ahora debes preguntarle a ella muchacho.

- Eh? - dijo Hiromi sin entender.

Ritsu se puso de pie y se acercó a ella, tomó sus manos y mirándola a los ojos preguntó
- Hiromi, ¿Serías mi esposa?...

La muchacha se sonrojó, sus latidos se aceleraron, la emoción era evidente en sus ojos y con un hilo de voz respondió

- Sí...

Continuará...

Dónde mueren las Mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora