Dónde mueren las Mariposas

Capítulo 18

- ¿Un... demonio?... - murmuró Ritsu.

- Tienes que salir de la montaña Ritsu, la energía de este lugar hace que la maldición cobre fuerza, pero si sales ahora desaparecerá... Al menos es lo que he visto en gente que fue al templo a pedir ayuda por estas cosas...

- No puedo irme ahora... tengo que encontrar a Aoi... - dijo ya enderezandose.

- Ritsu...

- Asaru, eres una sacerdotisa, ¿Tu puedes ver a los espíritus?

- Sí, sí puedo.

- ¿Puedes ver a Hiromi?

- ¿Hiromi? - preguntó confundida.

- ¿Hiromi está a mi lado? - insistió.

- No... no hay nadie más aquí...

- Eso quiere decir que Hiromi está muriendo... no puedo quedarme sin hacer nada.

- ¡¿Hiromi está muriendo?! - se sorprendió - ¿Por eso buscas a Aoi?

- Sí, mi deseo es para salvarla... ya tengo los corazones, sólo necesito llegar a la Cueva Azul.

- Pero Ritsu... estás muy mal... si te quedas aquí probablemente para mañana ya te conviertas en un demonio...

- No me importa... no me importa volverme una bestia si logro salvar a Hiromi... - respondió lleno de determinación ya dispuesto a ponerse de pie, aun somnoliento.

- Espera... - le pidió Asaru - yo... soy sólo una aprendiz de sacerdotisa, pero creo que puedo detener un poco el avance de la maldición...

- ¿De verdad?

- Sí, quédate quieto un momento - dijo, se quitó un amuleto que traía atado al cuello y se lo colocó a Ritsu, acto seguido posó sus manos sobre las marcas del joven y recitó un rezo. Increíblemente él pudo sentir como su deseo de dormir desaparecía - Listo... disculpa pero es lo único que puedo hacer... no tengo experiencia en esto Ritsu.

- Asaru... es impresionante, ya no siento sueño.

- Mientras tengas el amuleto él frenará un poco el avance de la maldición, al menos ya no sentirás tanto cansancio.

- Muchas gracias... no tienes idea de lo que acabas de hacer, estoy en deuda contigo... - dijo mientras se ponía de pie ya acomodando su ropa dispuesto a marcharse pero, pese a que el sueño había desaparecido, su cuerpo aun demostraba signos de adormecimiento.

La pequeña lo admiraba conmovida por su entrega pero no podía evitar dudar de si lograría llegar en ese estado, así que le ofreció

- Déjame ayudarte a llegar a la cueva Ritsu...

- ¿Qué? - se sorprendió - No, tu ya has hecho mucho por mi... además si no te vas ahora la noche te atrapará en este lugar.

- No hay problema, vamos, luego de que pidas tu deseo descenderemos los dos juntos de la montaña. ¿Qué más segura puedo estar que ir escoltada por un samurai? - dijo risueña.

Con aquel comentario Asaru había logrado sacarle una sonrisa al angustiado joven.

- Está bien, vamos - sonrió Ritsu y subieron juntos el sendero tomados de la mano.

Mientras las primeras estrellas empezaban a pintar el cielo los alrededores de la montaña eran invadidos por las mariposas, con su vuelo delicado y lleno de gracia se dirigian lentamente a la cueva, tal como Irei se lo dijo, las frágiles criaturas le indicarían el camino.

- ¿Has ido antes a la cueva? - preguntó el joven.

- Sólo la he visto desde fuera, nunca entré...- respondió ella.