Capítulo 7

1.5K 112 9
                                    

- Hiromi... ¿eres tú?...- preguntó confundido el muchacho.

- No te muevas Ritsu, tienes mucha fiebre... el doctor ya está en camino - respondió ella mientras le colocaba un paño húmedo en la cabeza.

- Pero... ¿Qué haces aquí?...

- ¿De verdad me lo estás preguntando?, en cuanto supe que habías vuelto vine corriendo a verte y te encontré en este estado. ¿Por qué no fuiste a nuestra casa anoche?, podríamos haberte ayudado, estás muy mal herido - le reclamó la joven.

- Yo no querí-

En ese momento abrieron la puerta
- ¡Hija ya traje al doctor!- exclamó el padre de Hiromi.

- Adelante padre, con permiso - dijo ella y se retiró.

- Ritsu, muchacho, ¿Por qué no nos pediste ayuda?...

- Señor Nagaru... disculpe, no quería molestarlos, ustedes ya han hecho mucho por mi...- se disculpó el joven.

- Tonterías, eres como un hijo para nosotros.

- Con permiso joven Saraki, voy a revisarlo - dijo el doctor y se dispuso a trabajar.

Pasó un largo rato allí, mientras Hiromi esperaba fuera impaciente, hasta que su padre y el doctor salieron

- Papá, ¿Cómo está Ritsu?- preguntó preocupada.

- Hija... no se ve nada bien...- respondió con pesar el hombre.

- ¿Qué?...

- Permítame explicarle señorita Nagaru, las heridas en el brazo derecho del joven son muy graves, por lo que él dice recibió tres flechas envenenadas.
Le hicieron las primeras atenciones, pero el antídoto que le dieron no era el indicado y por ende sólo retrasó el efecto del veneno pero no lo contrarrestó...

- ¿Y eso que significa?...

- El joven requiere de mucha atención, se le deben aplicar diariamente pequeñas dosís de un nuevo antídoto para que su cuerpo lo acepté debidamente, además de las curaciones de sus heridas, de esa forma su vida se salvará pero... podría perder el brazo...

- Que horror...- dijo Hiromi impactada.

- Por ahora tiene una leve respuesta neurológica así que está bien, pero si no mejora habrá que amputarlo.

- Entiendo...

- Vengan a mi casa, les daré la medicina para el antídoto.

- Muchas gracias doctor, ¿Me daría un momento con mi padre por favor?

- Claro, con permiso - respondió el doctor y se alejó.

- Papá... yo me quedaré a cuidar a Ritsu... él está sólo, y además tú sabes que...- dijo algo tímida la joven.

- Lo sé hija, no debes explicarme nada, él te necesita - sonrió - iré a despedirme de él y te traeré la medicina.

- Muchas gracias papá.

El señor Nagaru entró nuevamente a la casa
- Ritsu, debo irme.

- Gracias por venir señor.

- No te preocupes por nada, quedarás en las mejores manos.

- ¿Qué?...

- Adiós muchacho - dijo por último el hombre mientras Hiromi ingresaba nuevamente a la casa y cerraba la puerta.

- Bueno, iré a preparar el almuerzo - sonrió ella.

- No, espera Hiromi... no tienes que- - intentó excusarse él.

La joven se arrodilló a su lado y apoyó suavemente su dedo índice sobre los labios de Ritsu para silenciarlo
- No digas nada, sólo descansa. Ahora seré yo quien te cuide - le dijo con una mirada dulce.

El muchacho se sonrojó aún más y ella lo ayudó a recostarse de nuevo.
Tenía sentimientos encontrados, escucharla andar por la casa lo ponía nervioso y lo tranquilizaba al mismo tiempo.

La primera noche con el antídoto fue difícil, Ritsu nuevamente levantó fiebre y el dolor se incrementó, pero para su suerte Hiromi había decidido quedarse a acompañarlo, pues preveía tal situación.
Al abrir los ojos, lo primero que él vio fue a aquella hermosa joven que se había quedado dormida a su derecha, estiró su brazo izquierdo y con la punta de sus dedos acarició suavemente el rostro de Hiromi.
Aunque esa escena lo conmovía profundamente, también despertó en él un sentimiento de culpa, nunca deseó que ella tuviese que cuidarlo de esa forma.
La noche siguiente debía cambiar su vendaje, Ritsu se resistía ya que no quería que viese sus heridas
- Por favor Hiromi no lo hagas, no quiero que veas algo tan desagradable.

- Tonterías Ritsu, déjame hacerlo, no pienses en mi, el único que está sufriendo eres tú... - terminó ella y con total naturalidad curó sus heridas y vendó de nuevo.

Se colocó detrás de él para sujetar la venda a su espalda
- Por favor vete Hiromi, no tienes la obligación de hacer esto - continuó el muchacho.

- Deja de decir eso Ritsu, yo no estoy aquí curándote por obligación o por lástima...- respondió ella.

Cuando terminó, Hiromi colocó sus manos sobre los fuertes hombros de él, he hizo que recostara su cabeza en la falda de ella, Ritsu se vio sorprendido por ese gesto

- ¿Aún no te das cuenta de por qué estoy aquí?...- le dijo mirándolo a los ojos y acariciando su rostro continuó
- ¿Te fuiste a la batalla pensando que nadie te esperaba de regreso?... ¿Cómo pudiste olvidarte de mi Ritsu?...

- Hiromi...

- Déjame cuidarte, estar a tu lado...déjame mostrarte lo que siento... así en algún lugar de tu corazón sabrás que siempre te esperaré...

Los latidos de Ritsu comenzaron a acelerarse, temía no entender claramente la situación, ella siempre había sido muy cariñosa, ¿Será que sólo estaba siendo amable?, ¿Lo decía como una amiga?, eran las preguntas que surgieron en la mente del joven en sólo un segundo.

Pero, para su sorpresa, Hiromi se encargaría de dejar muy en claro lo que decía
- El día que te fuiste quería decirte cuanto te amaba... pero no tuve el valor...me arrepentí tanto de ello, cada día que pasó me lo reproché, sentí que ya no podría alcanzarte...
Entonces me prometí a mi misma que si regresabas al pueblo no perdería un segundo en decirte todo lo que siento... eres la persona que más amo, el hombre que deseo. Eres mi amigo, mi compañero, mi amor...

Ritsu no podía emitir palabra, la emoción no se lo permitía, pero en sus ojos se dejaba ver un claro gesto de impacto y nervios. La muchacha sonrió y lentamente se acercó más a él para terminar dándole un tierno beso en los labios

- Te amo... Ritsu...- le confesó una lluviosa noche de verano...

Continuará...

Dónde mueren las Mariposas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora