Capítulo 16

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Tallo las palmas de mis manos por encima de mis muslos de una manera para disminuir el sudor en ellas. Normalmente cuando estoy en una situación incómoda o nerviosa suelo sudar de las manos, me pongo colorada y muerdo mi labio inferior. Sólo espero que en esta situación pueda controlarme y no delatarme yo misma.

Miro a Brayden frente a mi. Nos encontramos en una cafetería que está situada en el centro de la ciudad, es pequeña pero es acogedora. En el local sólo se encuentran 6 personas además de nosotros.

—¿Y bien?—pregunto para aligerar un poco el ambiente.

—¿Por qué me has evitado todos estos días?—cuestiona así, claro y directo, sin rodeos ni nada.

Vamos Josephine, contéstale algo.

Aydiosito no se que contestar.

—Eh...¿yo?

No puedo creer que haya dicho eso, parezco estúpida.

—Si, tú—asiente.

—Yo no he estado evitándote—murmuro.

El aprieta sus labios en una firme línea y me mira fijamente.

—Mira, si es por lo del beso en la fiesta—comienza aún con su mirada puesta en mi—. Lo siento ¿si? Estaba ebrio y actué antes de pensar con claridad.

Mordí mi labio inferior, la verdad si había pensado eso, sólo había sido un impulso de su parte.

—Oh, no te preocupes—me apresuré a decir—. Sólo fue eso, un beso.

—Si, claro—a juzgar por su tono de voz, no le agradó mucho lo que dijo.

¿Quién te entiende Brayden?

Tomé la taza que tenía frente a mí y le di un sorbo para poder ocultar mi nerviosismo. Demonios, ya había preguntado y yo seguía como si nunca lo hubiese hecho.

—¿Cómo has estado?—preguntó para romper el silencio.

—Bien, un poco estresada por los exámenes pero ahí la llevo—conteste.

—¿Aún requieres de mis servicios para los problemas de álgebra?—pregunto con diversión.

¿Cómo le decimos?

—Ya no—dije—. Quiero decir, ya aprendí a hacerlos por mi misma, me funcionó lo que me dijiste —mentí a medias. Y digo a medias porque si había funcionado su método pero el que me había enseñado Hero era más rápido.

—Genial—murmura, abre su boca para poder decir otra cosa pero su teléfono comenzó a sonar.

Lo saca de su bolsillo delantero y mira la pantalla, hace una mueca y se levanta del asiento mientras me hace una seña de que aguarde un momento. Lo observo alejarse un poco de la mesa.

Apoyo mi barbilla en el puño de mi mano derecha y miro por la ventanilla. El día está muy caluroso, el sol brilla con todo su esplendor causando que entrecierre mis ojos.

Miro a las personas pasar por las avenidas, van desde grupos de amigos charlando, hasta personas con uniforme de trabajo. Volteo al sentir pasos acercarse a mi, Brayden me mira y aprieta sus labios.

—Lo lamento—dice—. Era mi madre, necesita de mi ayuda, te llevo a tu casa.

—No, no te preocupes —contesté mientras me ponía de pie —. Ves, yo puedo tomar el autobús.

—¿Y dejar que llegues sola a casa siendo que yo pasé por ti? No gracias.

Me miró fijamente dejándome sin respuesta, suspiré rendida y tomé mi teléfono que yacía en la mesa. Brayden dejó el dinero sobre la mesa y antes de que pudiera protestar por ello, salimos del local.

Amor de niños|| Hero Fiennes Tiffin & Josephine LangfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora