Capitulo 2

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POV ANASTASIA

-has estado un poco callada desde que llegaste de la escuela y hace días que notó que estás un poco desanimada. Eso no es normal en ti y más si eso depende de la felicidad de tus niños- me dice Cristian. Dejó salir un suspiro pesado. Es la primera vez que el desayuno se me atora en la garganta y no hay caso que baje. Es como si tuviera un nudo en la barriga que no me deja comer nada y eso me ha pasado hace varios días. Creo que estoy llegando a un punto que las cosas me están comenzando a molestar y eso hace que se me descompense el estómago.

-sólo estoy cansada. Me voy a llevar a Teddy para tomar una siesta y a ver si se me pasa el dolor de cabeza y las náuseas que tengo- digo y cuando me voy a levantar Cristian me detiene. Sabe que le estoy ocultando alguna cosa.

-no me puedes engañar Ana. Algo está pasando contigo y no me gusta que te mantengas en silencio porque no sé cómo ayudarte y me está comenzando a molestar que guardes tanto silencio- dice y hago una mueca.

-sólo estoy cansada de los comentarios que hace la gente. Todos piensan que por ser tu esposa y porque tú eres millonario, tengo todas las cosas dadas y no tengo que pelear para obtener lo que quiero- digo y antes de que Cristian se dé cuenta o me diga algo, me salgo de su agarró y tomó a Teddy en mis brazos y comienzo a caminar para llegar a nuestra habitación seguida de Rubio que esta emocionado de estar en la casa.

No camino rápido, ya que llevo unos zapatos de tacón alto y no quiero que nos pase nada. A Teddy le llama mucho la atención el collar que llevo puesto y comienza a examinarlo en sus manos. Aun no dice ni mamá o papá, solo sonidos que no logro entender y aunque me preocupa, sé que cuando esté listo, comenzará a hablar y no lo podrá callar nadie.

-Teddy, di mamá- digo suavemente mientras le separo las silabas. Él no me toma en cuenta y sigue tocando el collar. A veces es igual de obtuso que su padre.

Al entrar al cuarto, lo primero que hago es sacarme los tacones y dejarlos a un lado para ir directamente a la cama. Me duele un poco la espalda al cargar a mi bebé. Con un poco más de 8 meses y medio, Teddy está cada vez más grande y cada día se parece más a su padre. No sé si en un tiempo más, tendré fuerza para poder tenerlo por más tiempo.

Entro en la cama y acomodo a Teddy en mi pecho y se acomoda plácidamente entre mi vientre y mis pechos. Rubio es el siguiente que sube, hoy tiene tu día libre de la escuela y le encanta estar en la casa para disfrutar el tiempo que pueda pasar con mi bebé. Se acomoda a los pies y automáticamente colocó mis pies a su lado para que me los caliente.

-Ana dime, ¿Qué es lo que están comentando de ti para que te pongas esa manera? Hemos tenido que soportar a la prensa hablando peste de los dos. No quiero echarle la culpa a las hormonas del embarazo, pero no es normal que estés así o estés tan desanimada- dice Cristian entrando a la habitación y haciendo exactamente lo que hice yo para poder acostarse a mi lado.

-digamos que hemos contratado a nuevas profesoras y también otros profesionales para que nos apoyen en el crecimiento exponencial que ha tenido la escuela y tenía ganas de ir al baño y no alcanzaba a llegar al baño de la oficina, así que ocupe uno de los baños de los niños y escuché hablar a dos profesoras diciendo que no entendían como tú me dejabas hacer lo que quiera y que también que para ser una caza fortunas no lo estaba haciendo bien y no estaba disfrutando de los beneficios que tenía por el simple hecho de haberme casado contigo- digo. Aunque parezca tonto, tengo ganas de llorar. Puede que esté un poco colapsada con tanto trabajo o es el hecho de que tengo más hormonas recorriendo mi cuerpo, pero tengo unas ganas incontrolables de llorar.

-no es la primera vez que escuchamos que la gente habla de ti de esa manera. Has sabido defenderte de los demás, por eso no comprendo porque te estás desmoronando por algo que no es la primera vez que escuchas- dice mirándome fijamente y ya no puedo detener las lágrimas. Creo que estoy colapsada y cansada de escuchar que la gente pueda opinar de mi vida, sin ni siquiera conocerme.

60 y mas: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora