Capítulo 35

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Nunca había estado antes en Santa Bárbara más que la vez que fui a recoger a Zac, pero en esa ocasión no había tenido oportunidad de admirar el paisaje tanto de la playa como de la ciudad. Realmente era hermosa.

Con ayuda de Zayn, conseguí un departamento cerca de la nueva oficina. Tanto él como Selena habían prometido no decir nada a Zac así que tuve que mantener la mentira por dos semanas y después agregarle un poco más de drama al decirle que no me había quedado.

A lo que me contestó:

Ya vendrán cosas mejores. ZE

Una parte de mí se sentía mal por mentirle y no decirle nada respecto a su propuesta si no hubieran abierto esa posición, pero realmente me sentía emocionada por darle una sorpresa.

Stella lloró al darle la noticia, me dijo que le había mucha ilusión haberse ido a vivir conmigo y que ahora la dejaba sola en ese departamento tan grande.

—No es tan grande y tú tendrás que pagarlo—le dejé saber—puedes tener un compañero de cuarto si quieres, pero necesito que pagues.

Me abrazó y no pude contener las lágrimas al saber que no viviríamos juntas. Sin duda era mi mejor amiga, mi confidente y vivir con ella siempre había sido divertido.

Nos despedimos con un abrazo largo antes de que subiera mi última maleta  la cajuela de mi coche.

A mis padres, que no tenían ni idea de nada de todo lo ocurrido durante el último año tuve que ponerlos al día de todo. Apoyaron mi decisión nuevamente de cambiar de rumbo y coincidieron conmigo a que Stella se hiciera responsable de mi departamento a partir de ese último domingo en San Diego.

Manejé 3 horas de camino a Santa Bárbara, puse mi playlist favorito que incluía mi canción favorita de King of Lion y alguna de Katy Perry que solía cantar en el avión de camino a Suecia hacia 5 años, con la diferencia de que ahora no tenía el corazón roto, al contrario estaba entero y latiendo a mil por hora porque finalmente  encontraría un lugar  para estabilizarse.

Llegué a mi destino estacionándome cerca de un fuerte en la playa. A pesar de haber crecido en a lado del mar, nunca me había dedicado a ver las olas romperse ni el sonido del ir y venir del agua. Me gustaba la idea de que la idea era como ellas, tenían que romperse para nacer de nuevo. Pasaron algunos minutos en los que decidí volver a mi auto y encaminarme a mi nuevo departamento.

Parecía increíble que a pesar de todo el camino de haber recorrido la vida me había dejado en el mismo lugar que hacía 10 años, al lado de Zac. Sonreí al recordar todo lo que habíamos pasado, desde esa vez que nos encontramos en la Universidad, el primer beso después de una borrachera, la primera vez que me vio llorar una noche de septiembre. También recordé lo malo, las veces que lo bajé del auto porque no soportaba seguir discutiendo pero sobretodo ese adiós que creía sería definitivo. Pensé en Suecia y mi vida allá, los inicios de fiestas y los últimos días de pasar  viendo películas con Paola.

Siempre traté de negarme lo que era obvio, Zac nunca salió de mi mente y había veces que necesitaba todo de mí para no buscarlo, pensando que no tenía sentido hablar con alguien al que quería fuera de mi vida.

Llegué a mi departamento, un poco más pequeño que el de San Diego, pero con una vista preciosa. Tenía un fin de semana para acomodar mis pocas cosas, pues los muebles estaban incluidos en la renta. Escogí un cuarto para dejar mis cosas y acomodar la ropa. Me di un baño con agua tibia y pedí algo para cenar.

Esa noche dormí tranquila y el domingo renté una bicicleta para salir a conocer la ciudad, el clima era menos caluroso que San Diego por lo que se podía disfrutar las tardes al aire libre. Por la noche platiqué con Miley y Hilary, les conté de mi nuevo departamento y hablamos de la última semana en Einfuhr.

Del amor y otros negociosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora