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Catra solo mira alrededor mientras camina por el pasillo central de la escuela, sintiendo fastidio y amargura, cualquier cosa sería mejor que tener que soportar los rostros alegres de los otros adolescentes con vidas menos horribles que la suya, incluso ve a Scorpia charlando felizmente con el grupo de "princesas", Scorpia la nota y le sonríe pero parece casi una mueca de lastima a ojos de Catra y se va de largo por el pasillo contiguo encamino a la primera clase, ella va justo por el centro del corredor, observando con una sonrisa como los demás se hacen a un lado al notar su mirada feroz.

Catra no piensa que necesita amigos, ya no más, no desde que Adora la dejo de lado al entrar a la preparatoria, se unió al equipo de fútbol americano y de repente salía con chicas e iba a fiestas, al principio invitaba a Catra, pero nunca estaban juntas, Catra terminaba caminando a casa en mitad de la noche mientras la rubia festejaba lejos de su vista.

Se volvió cada vez más distante hasta ahora que ya no cruzan palabra, no comparten ninguna clase a pesar de estar en el mismo grado, simplemente se fueron por su lado.

Si algo detesta Catra es que sus ojos aun buscan a Adora, cuando está en el comedor, en la biblioteca, cuando asiste de mala gana a los partidos. Ella no puede evitar buscar una coleta rubia con un copete exagerado y ridículamente lindo, pero lo encuentra acompañado de otras cabelleras siempre diferentes, siempre demasiado apegada a ellas, siempre siendo abrazada por otros, ya no siente el derecho de anhelar esa cercanía. Ya nunca podrá encontrar refugio en su abrazo, pero Catra no llora por ello, ella se enfada, golpea la pared y se mete en problemas. Lidia con la idea de que todo debe hacerlo por su cuenta, que los amigos apuñalan por la espalda y que nadie estará ahí para ella.

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Es hora de volver a casa, Carta vive en una zona de los suburbios, todas las casa tienen fachadas bonitas, rejas blancas y los jardines verdes y cuidados, la suya no es la excepción, aun así el interior es bastante sobrio, mantiene una estética minimalista, la sala de sillones rojo oscuro y los muros blanco mate, sin fotografías en las paredes o cualquier lugar de la casa, después de un día mediocre en la escuela, la adolescente solo quiere ir directo a su habitación sin embargo algo la detiene. Son alrededor de las 4 de la tarde y no esperaba que ella estuviera en casa.

—Ven aquí niña— Catra pone los ojos en blanco mientras baja los dos escalones que logro subir antes de que Sharon la llamara, la mujer sale de la cocina, con una copa de vino en la mano—Ven— le dice y hace un gesto con la mano, entra de nuevo y se sienta a la mesa donde está servida la comida, cosa extraña porque generalmente no comen juntas y solo contadas veces Sharon hace comida para ambas— Come— no ordena, pide en un tono suave.

Catra nota el ritmo de voz de la mujer, está ligeramente ebria y su comportamiento se hace aún más incomprensible. Se sienta también frente al plato tibio de crema de zanahoria, nota el bowl con la ensalada que le gusta, guarniciones y por fin percibe el aroma del estofado de carne a las hierbas. Todo es muy extraño.

—¿Cómo estuvo la escuela?- la mujer no toca la comida y solo bebe mirando a Catra esperando a que coma.

—Bien, igual que siempre —Catra mira a su alrededor y ve una botella de vino vacía en el fregadero y otra medio llena en la mesa, eso la alerta aun más— ¿está todo bien?, es raro que bebas... tanto

—Solo algunos problemas con... el trabajo- ver a Sharon actuar de esa forma, decaída y taciturna, hacen que la castaña se porte dócil. Come tranquilamente la crema de zanahoria y hace un comentario positivo por el sabor, ve que la mujer sonríe un poco.

Sharon es una mujer extraña, tiene 48 años, su cabello negro y largo siempre esta suelto y bien peinado, viste trajes sastre en color rojo o escarlata, no tuvo hijos y es una adicta al trabajo. Aun asi consiguió que servicios sociales la consideraba apta para ser guardiana, Catra y Adora solían llamarla Shadow Weaver cuando recién comenzaban a vivir con ella y le tenían miedo. Fueron sus primeras tuteladas, desde que tenían 7 años hasta que a los 13 años reasignaron a Adora con otra familia por razones que ninguna de las niñas sabe con certeza, esa familia termino adoptando a Adora. Ese había sido un golpe para ambas y Catra seguía confundida. Sharon tenía y tiene un claro favoritismo por Adora, no tiene sentido que ella se quedara si no le agrada en realidad, le gusta compararla con Adora y decir cosas como Adora no haría esto, Adora sería mejor en aquello, lo había soportado cuando aún tenía a la niña rubia en su vida pero ahora ya no soporta el trato.

Habían tenido discusiones fuertes, Catra aún no sabe porque sigue como su guardiana y porque no pide que la asignen a otro hogar de crianza. Una parte de Catra quiere creer que la mujer la quiere de alguna manera y que por eso aún esta con ella a pesar de que no la ha adoptado formalmente. La joven medita un poco su situación mientras come cucharadas pequeñas de crema de zanahoria.

La tarde pasa así, Catra siente que algo realmente malo esta pasando, la mujer la mira casi con ternura, pero la joven solo asume que es debido al alcohol, nunca la ha visto realmente ebria aunque bebe una copa ocasional, nunca fue tanto hasta Adora se fue, pero aún asi en realidad no ha sido demasiado, Catra piensa que Sharon es consciente de que arriesgaría su posición como tutora, tampoco es una ebria agresiva es más del tipo melancólico.

Y aunque disfruta la atención no le gusta si viene de la versión alcoholizada.

-Adora llamo hace un rato, dijo que vendría algún día a cenar - Catra se detuvo por completo, casi vomita. Eso tiene sentido, claro que tiene sentido todo sea por la niña doraba, recuerda como Sharon se portaba después de que Adora le decía que no fuera tan dura con ella.
Catra sigue comiendo con un hueco en el estómago por el enojo y un nudo en la garganta por la sensación tontamente esperanzadora de que Adora aún quiere cuidarla.

Como yo a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora