Como yo a ella

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Tomar la decisión de unirse a las princesas de Brigth Moon no es fácil para Catra, precisamente porque la idea de "animar" no le gusta, no es entusiasta ni le gusta los deportes, la gimnasia es una cosa, pero un montón de personas corriendo detrás de un balón, no es precisamente su ideal de entretenimiento.

Quizás un poco, hace mucho, por culpa de Adora. Ese pensamiento hace que Catra recuerde el tiempo antes de llegar a la casa de Sharon. El orfanato donde crecieron está a las afueras de la cuidad cerca del bosque, tenía capacidad para unos 100 niños aunque a veces eran más, sus condiciones de vida no fueron exactamente precarias, vivían con lo mínimo necesario. Apenas suficiente comida, pocos juguetes y no recibían mucha atención por parte de los cuidadores.

Reflexionando sobre eso Catra podría decir que no todo fue malo, tener a Adora no compenso el saber que sus padre biológicos la abandonaron, pero lo hizo más llevadero, se tenían una a la otra.

Lo único relevante, además del hecho de que no las adoptaron, fue el cambio de administración del orfanato, que mejoro un poco las cosas, mejor comida, actividades e incluso un programa dirigido por una fundación de atletas y deportistas retirados.
Gracias al cual Catra práctico gimnasia desde los 5 años, un poco tarde según le dijeron, pero no le quitó méritos, por fin ser una niña inquieta y escurridiza le sirvió de algo. Fue tan buena para participar y ganar algunas competencias tan notorias para parecer en el periódico, el recuerdo de esos días llega y es tan feliz como triste mezclándose de forma que no puede estar segura si alguna predomina sobre la otra.

Pronto aparta esos pensamientos, estará bien mientras pueda estar apartada de Adora y ser distante con las otras chicas, no es que tengan que ser amigas, sólo debe hacer lo que sea en el equipo y puede seguir como siempre.

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Catra llega a la escuela al día siguiente y no sabe exactamente qué hacer, está nerviosa, va a aceptar la oferta, pero tiene una duda razonable, ¿a quién se supone que deba decirle, a la directora, Huntara, quizás a Brillitos? No está segura.
Se supone que tiene hasta el final del día para informar así que está en camino de ir a la primera clase, Lengua y escritura. Justo cuando esta por entrar se encuentra con el mismo chico que estaba con Glimmer el día anterior.
—Hola, Catra— la mencionada solo mira al moreno, con su expresión desconcertada que pregunta quién eres y por suerte el chico lo nota- Soy Bow, por cierto.

—Claro...— aun le parece extraño, lo mira detenidamente buscando algo en su expresión que le dé una pista de sus intenciones, alguna pizca de mal intención, pero todo lo que encuentra es un gesto amigable y una actitud relajada.

— Voy en esta clase contigo, pensé que lo habías notado, pero parece que no- él parece más divertido que ofendido, sonríe y se rasca la nuca, entonces Catra reconoce el nombre, es ese chico de aquella vez, el amigo de Adora, no prestó mucha atención a ellos, no lo suficiente para saber sus nombres. Glimmer y algunas princesas resaltaban por otro motivos, pero ser capaz de poder poner nombre a los rostros no es sinónimo de simpatía ni reconocimiento. Recuerda la última vez que interactuó con él y no fue tan agradable.

—Oh ¿es así?— Catra no está nerviosa por la interacción, aun no sale de la sorpresa, él habla con ella tan casualmente que es insultante. La idea de que tal vez su mala reputación no la antecede como cree empieza a ser una posibilidad.

—No importa, vamos—el chico le da el paso y ella entra como si nada, resoplando y tratando de restarle importancia.

Pensó que se detendría ahí, pero Bow toma el asiento frente a ella, los maestros dejan que los alumnos se sienten como deseen, a ella le gusta sentarse en la fila de la ventana, en el segundo asiento, Bow toma el primero y solo se disculpa con la chica que se suele sentar frente a Catra. Incluso le ofrece una galleta en compensación, que saca de una caja de almuerzo por lo que asume que son caseras, también le ofrece una a Catra.