11. Lo que dirán.

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Canción en multimedia: Selena Gomez - Dance Again 


Esto es malo.

—La voy a matar.

Serena y yo llegamos al comedor, pero lo primero que vemos es a Alex caminando delante de nosotras mientras Adriana lo sigue. ¿Por qué está Adriana siguiendo a mi novio? ¡Saca tu mirada de él! Si fuera otra mujer no me inquietaría tanto, pero me molesta que lo esté molestando. Aunque mi mente se debate entre defenderla porque es mi amiga -¿se supone que lo es?-, y apartarla de Alex de un tirón, la parte más irracional grita «¡Quítale las manos de encima!»

— ¿Por qué está ella aquí? —Se altera Serena. Me mira y me sacude de los hombros con histeria— ¡¿Por qué está viva?!

—Es una historia muy larga—bufo, cruzándome de brazos con molestia—. Que te la cuente ella, porque ni yo sé qué hace aquí.

Alex parece estar buscando a alguien con la mirada por el comedor, y luce preocupado. ¿Es porque le preocupa lo que pueda pensar al verlo con Adriana, o porque no sabe dónde estoy? ¡No! No debería preocuparme tanto por eso, sino que más bien debería enfocarme en la mujer que está a mi lado a punto de armar un escándalo.

De repente Serena reacciona, coge a Adriana del brazo y comienza a arrastrarla.

Me lleva la chingada.

— ¡¿Serena?!

—Ven conmigo. Ahora—sisea entre dientes, mientras va en dirección al baño de mujeres.

Yo también estoy descompuesta. ¡¿Por qué estaban juntos?! Alex, ¿no se supone que la odias?

Alex parece tan aturdido por el movimiento que se voltea, y me ve de brazos cruzados. ¿Por qué estaba con ella si no le agrada? ¿Qué no entiende que ella lo destruyó?

—Quita esa cara, no venía con ella—se me adelanta, suspirando—. Me siguió.

Suspiro con pesadez y descruzo los brazos. Me acerco, pero de inmediato noto que algo no va bien con él. Está algo deprimido por alguna razón. Esto es. Esto es lo que Adriana le hace. Pensar que alguien que le provocaba tanta felicidad ahora solo le provoca esto. ¿Qué le habrá dicho Adriana para ponerlo triste?

— ¿Estás bien? —le pregunto.

—Sí.

Me acerco a él y le pongo la mano en su mejilla.

— ¿Seguro?

Él sonríe, desganado.

—No te puedo mentir, ¿verdad?

— ¡Pues no! —sonrío—. Vamos amorcito mío, no llores por mí que aquí estoy. Aunque si quieres me voy, parece que en el baño las chicas están montando algo interesante.

—Conque algo interesante, ¿eh? —pregunta con malicia—. ¿Me puedo unir?

— ¡Con Adriana no! —grito de golpe. Alex retrocede, sorprendido —. A-Ah, lo siento. Pues si quieres, p-pues... ¡no, con ella no!

De repente se echa a reír.

— ¿Por qué querría? Tonta —dice, y me da un golpecito en la frente.

Me llevo las manos a la frente y lo miro con enojo, pero ahora sonríe. ¿Le hace feliz hacerme daño? Creo que empezaré a cuestionar seriamente su moral. Pero no niego que me da cosa ver a Adriana pululando a su alrededor, sobre todo cuando en el instituto la veía constantemente con sus novios. Tuve celos de eso por mucho tiempo, y ahora que tengo un novio, entiendo cómo se sienten esas mujeres que no quieren que les quiten a sus novios. O algo así. No es como que las personas sean objetos, pero se entiende el punto.

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora